Buenos Aires 10 de diciembre de 1983
Estábamos sentados en la platea del Luna Park disfrutando con mi esposa una función de ballet a cargo de una compañía rusa. El bailarín principal, no recuerdo su nombre apareció vestido de negro y chambergo. Sonaron los compases de La Cumparsita tocada por la orquesta de Juan D'arienzo y nos deleitó con su interpretación. Se acalló la música y entre aplausos y ovaciones una voz muy tímida desató una verdadera ola de voces que a los gritos, emocionada expresaba un se acabó, se acabó.El estadio vibraba. Eran las 12 de la noche del 9 de diciembre de 1983. Terminaba la dictadura militar. En ese momento entrábamos en el 10 de diciembre y asumía la presidencia Raúl Alfonsín. A partir de ese día el país fué otro y todo lo que sucedió hasta hoy con tropiezos, desastres, frustraciones, recomposiciones, toda esa historia reciente sucedió en medio de una incipiente democracia. En ella y con ella seguimos aprendiendo.
Lo conocí personalmente en un acto intimista , a su lado sentado monseñor Laguna, amigos y familiares de un homenajeado muerto. Fernando Nadra.
El tiempo, la vida, como es lógico pasan. El también se nos acaba de morir No voy a escribir un panegírico ni a resaltar virtudes y defectos, aciertos y errores. No soy quien para hacerlo. Apenas un ciudadano. Ese apenas también quiere decir mucho, muchísimo. Desde el 83 nos transformamos en ciudadanos superando la categoría de habitantes. Ha sido el fruto de la lucha de todos, pero no hay duda que Alfonsín en ese momento crucial, en el instante del se acabó fué orientación y guía. La serena tristeza que pueda embargarnos no es más que la lógica expresión de nuestra deuda, no con él sino con el país. En el apoyo, en la discrepancia. En la obligación de seguir preservando a la democracia conquistada, en perfeccionarla, en engrandecer a nuestra amada patria.
Chau y hasta la próxima.
1 comentario:
Recién hoy pude leer su texto.
Creo que somos muchos los que pensamos que Raul Alfonsín jugó un papel fundamental en la recuperación de nuestra calidad de vida, aunque somos concientes que todavía queda mucho por hacer.
Nos hemos acostumbrado, y no debe sorprendernos que así sea, a callar nuestros sentimientos. A no mencionar los beneficios logrados.
Aprender a expresar nuestras verdades llevará largo tiempo.
Pero lo lograremos.
Alicia
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