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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 9 de febrero de 2013

Nº 598 No quiero ser una estatua de sal.

 

"La verdad es una espada que cura la herida que produce". Lenin.


Algo importante contribuye a que afirme lo que afirmo. Hoy, 9 de febrero Julia y yo cumplimos 58 años de casados.¿Como podría convertirme en algo así, luego de haber contado en gran y fundamental parte de mi vida con la presencia y compañía de ella?
Me pregunto si se corresponde el riesgo de ser víctima de la maldición bíblica, si uno se atreve a mirar hacia atrás. Darse vuelta para buscar en su   pasado,y al hacerlo, petrificarse ante errores, aspectos inútiles de la vida. Encontrarse con lo que no fué. Claro, no se producirá jamás el hecho sucedido a Lot ni mi vida transcurrió en Sodoma y Gomorra. Mas arrepentimientos, frustraciones, provocan dolor e impotencia ante la imposibilidad de hacer la menor rectificación. Me abrazo al pasado, al mío sin el menor temor, aún aventurándome a la oscuridad marcada por el destino.. Un sino benévolo. Me consideró bien, sería un desagradecido si sumara lamentos. Fui bien tratado, con reveses, sufrimientos. Es así la vida. La pretensión de vivir en permanente felicidad es una utopía inalcanzable. La experiencia, los años han enseñado lo suficiente para saber ubicarse.
Se me ocurrió de pronto suponer que sin materializarse físicamente podría hacer de mi alma, mi conciencia, mi yo interior una estatua de sal con independencia de gravedades o merecimientos, castigos y premios.
Por momentos reflexioné sobre la metempsicosis, creencia respetable, convicción de muchos, inaceptable para mi forma de pensar. Quienes reencarnados llevarán sobre sus alma ¿posibles estatuas de sal? ¿cuantos en vidas anteriores o en su actual corrieron o corren ese riesgo?
Nuevamente surge la vida con su laberinto por momentos indescifrable. Saber sí que la libertad individual y la colectiva es la carta para la felicidad. Nuestra apuesta más fuerte, la más arriesgada y difícil es la vida, y cuando ella se termine, la preocupación que anida en nuestro pensamiento sobre la inmortalidad, con qué nos encontraremos. Yo incrédulo de los más allá. Sí suscribo "Nadie está  muerto hasta que lo olvidan" Emmers.
Seguro, pero muy seguro al darme vuelta y mirar hacia atrás para ver todo lo hecho, no me convertiré en una estatua de sal.


Chau y hasta la próxima

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