El excesivo.
Cometió toda clase de excesos, y al decir toda clase, fué toda clase.
Disfrutó, sufrió, se arrepintió.Se renovó en ganas,tipo,de los más simples a los más dañinos.Supuso tener un físico privilegiado, una voluntad regulatoria que le impediría caer en cualquier adicción.Por supuesto cayó en el mismo engaño en el que se precipitan todos los de su laya.
Sin darse cuenta se estrelló contra un límite, un muro infranqueable. Esa muralla tuvo un nombre, un significado.Todos sus excesos terminaron detenidos por el exceso que le puso fin.
Síntesis de una historia muy inteligente.
Su sensatez nace de la mente de un loco.
El parroquiano ahuma su pan en la chimenea del mesón. Finalizada su comida el mesonero le recarga el precio por el humo usado. Estalla el conflicto ya que el parroquiano se niega a pagar. Ocasionalmente pasa por el lugar un loco a quien llaman para dirimir el conflicto. Este le pide al parroquiano una moneda de plata que estrella sobre el mármol de la mesa y sentencia: El parroquiano ha pagado el humo con el sonido de su moneda.
Chau y hasta la próxima.
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