Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 27 de septiembre de 2014

Nº 771. Un día cualquiera.

 img037 "Le petit bon home vit encore".

Aclaración previa:Este relato, no cuento, podría ser, esquematizado el reflejo aproximado de algunos componentes de una jornada para un hombre común, perteneciente a la clase media. Maduro, proveniente de los hogares llamados bien constituidos.Puede ser un profesional, un comerciante, un industrial, empresario, ejecutivo o ser parte de cualquiera de las ramas en que se divide la actividad productiva de esta capa social. Su vida cotidiana con variaciones de grises más o menos intensos, pero grises al fin, vacía y bastante frustrada,condicionada a un consumismo inducido e irracional,quita atractivo al relato, que se hunde en la medianía.Quizá por ello no guste,dado que aparentemente no dice nada atractivo.No tiene suspenso ni sorpresas.Pero la vida, muchas veces es así.

Ya lo he citado:"La vida es un engaño demasiado serio".El Guacamayo.En la mitología maya  las tortugas están destinadas a jugar.En las nuestras también simbólicamente podemos ser tortugas, pero cargando rutinas, alienaciones.Allí vamos, allí vamos sin tener suficiente conciencia del peso de semejante rutina,Lo que implica el consumo de energías. El ser tortugas, hormigas.

Un avión que pasa dejando su estela,

de ruido soberbio,

Atraviesa un cielo de celeste sucio,

Sucio por el humo que tiran los hombres.

La belleza del árbol que brota

nos habla de algo que existe

La vida.

José se había levantado bastante temprano y después de resolver con la solvencia que lo caracterizaba, un par de cosas poco importantes se dirigió en su automóvil a un lavado rápido.En el camino recordó haber leído o inventado un pensamiento que decía"soy aquel que algún día, no se cual, conscientemente decidió ser nadie"

Luego de hacer una breve cola, le introdujeron el vehículo en una de esas maquinarias con vapor, cepillos,jabón, aire comprimido y obreros que le sacaron la suciedad acumulada en varios días de lluvia y barro.Para ello lo engancharon con una cadena que lo arrastró dentro de un túnel.Todo el mecanismo se puso en marcha.Las manos de los trabajadores se mezclaban con los vapores, los chorros de agua, la espuma y el aire a presión.Los  automóviles, a medida que avanzaban iban cambiando de aspecto, transfigurándose.José siguió el trayecto del suyo caminando por el costado, paralelamente, apreciando ese mismo cambio, a través de los vidrios empañados.Pagó y se fue.Le habían cobrado caro, aunque el coche no quedó muy limpio, cosa sabida de antemano cuando decidía ganar tiempo con un lavado rápido.

Se mezcló en el tránsito endemoniado, con atascos producidos por manifestaciones y piquetes dirigiéndose a una sastrería.Entró siendo recibido por un vendedor quien se le acercó con un centímetro en la mano, cara y sonrisa comunes, en actitud solícita, semi servil.José se preguntó será siempre así sonriente y amable?.En el probador el vendedor le tomó las medidas y le dijo con aire respetuoso y algo burlón al mismo tiempo "Talle G, equivalente a un cuarentón ya bastante deformado por una vida sedentaria , sin privaciones.Quizá uno de los espectáculos más ridículos es la imagen de un hombre en calzoncillos, camisa, corbata, zapatos y medias, esperando le alcancen un saco y pantalones para probárselos, iluminado por luces potentes y rodeado de espejos que multiplican su ridiculez."Estoy envejeciendo se dijo", pero me siento bien, mientras esbozaba algunas poses atléticas aumentando lo grotesco de la escena.Pensó debería ir a un gimnasio ya que está tan de moda el culto a la imagen, a lo físico sin pretensiones de convertirse en un metrosexual.Allí en el probador era la perfecta imagen de la mediocridad, y para colmo cuadruplicada por los espejos.Chocaba así con el conflicto que a menudo se desata en todos aquellos  que mentalmente, o con cierta conciencia, tienen la noción exacta de su medianía y pretenden,o intentan salirse de ella buscando caminos existentes, pero en la práctica por rutina, incapacidad, abulia, optan por continuar transitando en la costumbre de la opacidad.La belleza del día lo ayudó a superar ese primer contraste que los espejos le produjeran. Se compró el traje y decidió ir a dialogar un rato sobre temas de actualidad con un amigo. Una práctica casi gimnástica que trataba de no abandonar nunca.Charlaron un rato con cierta solemnidad, plagados de interrupciones por el reiterado sonar de sus móviles.Quedaron para otra oportunidad para analizar el futuro del mundo y de la humanidad, como si en las manos y la voluntad de ellos estuvieran los medios para elaborar o modificar el curso de la historia. Unos vulgares charlatanes de café.

Atendió algunos asuntos en la oficina y nuevamente en su automóvil, esta vez con su esposa, a quien recogió en una boutique y se dirigieron a su casa.Ella levaba una maceta con una planta de violeta de los Alpes, de color blanco, en plena floración.El reflejo solar, la noche anterior mal dormida le produjeron a José cierto sopor.Pensó en su imagen de la sastrería tan común como su vida, esperando lo inesperado, el desafío y la sorpresa del destino,Mientras manejaba le echaba algunas miradas a las piernas de su mujer.Estas ojeadas furtivas lo divertían y excitaban El diálogo no tenía ni misterio ni sorpresas.Que habían hecho esa mañana, cuanto había gastado ella con su tarjeta, los hijos y lo que harían el resto del día.El se cuidó muy bien de trasmitirle las negativas impresiones que poblaban su espíritu.

La tarde transcurrió rápida e indiferente. En materia de labor casi fue un calco de la mañana.Llegada la noche los dos salieron a pasear dejando a medias un idiota programa de televisión.Fueron a cenar, el cielo de un azul no muy intenso,las estrellas esfumadas a causa de las luces de la ciudad, un clima de pre primavera, el marco de la rutina.En el restaurante donde solían ir a comer una música suave despertó su romanticismo, y porqué no su apetito.Se dedicaron a observar a los demás comensales  con cierta actitud crítica.Pidieron el mismo menú que hacía poco tiempo les había gustado mucho, repitiéndolo tal cual.Menú que asociaban a una noche cercana y feliz.Era una forma de condicionar de antemano la diversión y la dicha. Con los codos sobre la mesa y las manos entrelazadas, esperaron ser servidos, intercambiando algunas palabras que nada tenían que ver con su exterior actitud sentimental y soñadora.Se decían qué estarían haciendo los chicos, cómo habían subido  los precios, que malos modales tenía la pareja vecina...

Mirando a su esposa José pensó  qué linda es. Una vez más comprobó que ella seguía siendo para él diferente del resto de las mujeres, aunque a diario tratara con muchas más hermosas, apetitosas e insinuantes.Pero le gustaba ella.Y en su rutina diaria no había entrado todavía la aventura extramatrimonial.Ambos reflexionaron sobre el amor y la felicidad.Pasado un largo rato agotaron las divagaciones sobre el tema.

La música dejó de ser un sonido notable para transformarse en algo casi desapercibido.Apareció el mozo con una jarra de chocolate caliente.Mientras esperaban la cuenta se despertó en ellos la infantil idea de escaparse sin pagar.Fue una ocurrencia fugaz que por supuesto no se concretó Eran incapaces de hacer cualquier cosa fuera de lo corriente.Todo siguió formal.Pagaron, dejaron una generosa propina y obtuvieron una mayor genuflexión en el saludo del mozo.El regreso lo hicieron con rapidez.El interior del automóvil se iluminaba por momentos con los destellos de los faros de otros vehículos , o con las luces de las calles.La semipenumbra interior era producida por la luz del tablero.El adivinó que las piernas de ella estaban muy cerca.No lo tocaban ni lo rozaban, pero sentía el calor que irradiaban.La mujer, casi ritualmente, como de costumbre se le aproximó más aún.Intercambiaron algunas caricias superficiales, pero de insinuante erotismo.Las palabras y promesas aumentaron la excitación de ambos.El perfume de ella, particularmente concentrado en las orejas, el cuello, el escote, era muy seductor como siempre.Entraron al dormitorio. Entre besos, y caricias se acostaron,No apagaron la luz.

José se había levantado un poco más tarde, y después de resolver un par de cosas importantes...

Chau y hasta la próxima

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