Te escucho

"Hace muchos años, cuando era joven busqué un amor y lo encontré. Lo sigo teniendo”.

No es lo mismo oírte que escucharte. Para oírte, aunque no te preste atención tus sonidos y ruidos aparecerán con independencia de mi voluntad. Escucharte es otra cosa. Y yo siempre lo hago. Estoy atento a tu presencia y a tu ausencia. Escucho tus movimientos, tu respiración, tus soniditos guturales emitidos al dormir. Tu voz que me envuelve y seduce. Tus palabras, tus ronroneos, tu caminar, tus desplazamientos arrastrando los pies cuando andás en chancletas. Los que se originan en la cocina, en toda la casa con tus quehaceres. También escucho tus silencios cuando estás leyendo o quieta. Aunque no lo demuestre, no lo parezca o no te des cuenta. A todo lo que hacés o hagas le presto atención. Viví pendiente de vos. No es una dependencia
enfermiza ni rutinaria, ni acostumbramiento. Es una llama interior que has sabido encender hace muchos años, y los dos contribuimos a que no se apague. Ha ardido con variada intensidad y también de manera distinta. A las llamaradas de la juventud las sucedieron otras menos impetuosas, mas refinadas, con diferente intensidad. Hoy sería injusto decir que de todo eso quedan solamente rescoldos. Es otro fuego, pero fuego al fin. Por todo esto, por todo lo que no digo, por todo lo que vos y yo sabemos. Por todos nuestros códigos secretos, te escucho mi amor.

Chau y hasta la próxima.

Foto: de Migraciones JCGB 1980.