Cuentario: el tenedor

Volvemos sobre el tema, el valor de las cosas inanimadas.

Lo dejó apoyado en el borde del plato. Interrumpió así su comida, mientras, como todos los días miraba televisión. Algo había irrumpido en su pensamiento. Ese era un algo que hacía tiempo rondaba en su cabeza, pero le estalló de golpe. La culminación de un largo proceso acumulado. La angustia lo ganó. En su actual soledad la profundizaba. Sin quererlo, involuntariamente comenzó a repasar su vida. Qué había hecho, qué no. Cuáles sus metas y objetivos cumplidos y cuáles los incumplidos. Los amores y los desamores. Todo avanzaba en tropel cual avalancha dispuesto a arrasarlo. A medida que transcurrían los minutos, porque todo sucedía con gran rapidez, se fué acongojando, se fué deprimiendo. De pronto rompió en incontenible llanto. Sordo al principio, luego entrecortado. Algunas de sus lágrimas cayeron sobre el plato. Se preguntó que había hecho de su vida. Comprendió que no le quedaba casi margen para reaccionar. Su corto futuro diríamos que podía tocarlo con las manos. Pensó no volver a empezar. A vivir de nuevo, a revivir. Comenzó a serenarse, a calmarse. El llanto cesó. Asomaba en su interior, a pesar de la crisis, una pequeña luz, un tímido optimismo. Recordó aquello de El ayer se fué, el mañana no se si lo alcanzaré.¿Por que he de apenarme?.Se dijo, algo haré. Luego, con su mano derecha tomó nuevamente el tenedor, pinchó un trozo de comida, se la llevó a la boca, pero claro, ya estaba fría.

Chau y hasta la próxima.


Nota: la cita corresponde al libro "El collar de la paloma" de Ibn Hazam

Foto: El tenedor JCGB 2007