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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

lunes, 12 de octubre de 2009

Extra Nº 19 El día de la raza.

 

A.Heinrich. La luna 1935

Introducción: Aunque Celeste y otros cuentos ya es pasado y quizá más de uno de ustedes lo haya leído, me pareció para esta evocación reproducir mi relato El descubridor. Sin falsa modestia después de tantos años de publicado al volver a repasar su texto, lo encontré bello y poético. Por supuesto si lo asociamos, y así debe ser a la efemérides surgirán voces discrepantes, condenatorias y de los mas variados matices y contenidos. Objeciones hasta por el título Día de la raza, establecido por Hipólito Yrigoyen. Poniéndonos del lado de los "descubiertos", todo razonamiento desfavorable es poco, pero aquí no es mi intención ni polemizar ni tomar partido, ni lavarme las manos. Esta es una modesta evocación.

El descubridor.

Hombre extraño.

Para caracterizarlo sería necesario hacer gala de una capacidad descriptiva muy especial.

Buena condición en el manejo de la palabra y el ademán. Saber decir y saber mover las manos. Acompañar la voz con otra voz. El gesto que ayuda a completar ideas. Sentir interiormente el perfume del mar. El sabor de la aventura. La brisa proveniente de lo desconocido. Sus mismas vivencias.

Era un hombre extraño, místico, cuya forma de ser, su identidad llamaban poderosamente la atención por su magnetismo, humildad, espíritu de investigación y conquista. Parco, casi silencioso, reconcentrado. Ausente la mayor parte del tiempo. En viaje imaginario por otros mundos.

De mirada celeste verdosa o quizá castaño clara. Lejana. Interrogando al horizonte pero más allá.

Aquí en su corazón(la mano descriptiva, paloma de vuelo corto se detiene en el pecho) anidaba la convicción absoluta que él sería el descubridor.

Ahora, esa misma mano parte en vuelo levemente más largo, hacia allá. Hasta donde se extiende el brazo, y queda suspendida en el aire breve tiempo,para luego planear y meterse en el bolsillo. La paloma se transforma nuevamente en mano.

Sí, un descubridor en cuanto pudiera transponer la línea de ese, su horizonte obsesión.

En cuanto mágicamente lo venciera y lograra conquistarlo.

El daría dos pasos, y su horizonte se alejaría uno, o ninguno.

Lenta pero inexorablemente llegaría. Llegaría

Una vez allí lo fijaría con clavos de plata para que no se moviera nunca más. Para que no se alejara nunca más. Luego lo pintaría con un pincel hecho con cerdas de brisa marina y verano. Con olor a pescado y sal. Con perfume a jazmín. Con gotitas de agua suspendidas en el aire, y sonido de olas y espuma.

Lo mojaría en un recipiente de caracolas, donde se guardan los colores del arco iris.

Extendería los tonos sobre esa línea horizontal, que ya no sería más la unión de la tierra con el cielo. Entre el mar y las nubes, sino una meta de lo posible teñida de luz polarizada. Multicolor quimera real.

Soñaría con rumores que alguna vez resonaron en sus oidos. Que le hablaron de un mundo extendido más allá de su horizonte.

Llegaría al fin del universo. Vencería los abismos. A las serpientes y monstruos marinos. La quilla de su nave hendería el agua por encima de la Atlántida. Superaría lo desconocido.

Fundaría pueblos. Fuertes. Ciudades. Extendería la frontera del imperio. Conquistaría tierras.

Interrogó a las estrellas. Aprendió a leerlas. A interpretar cada uno de sus destellos. A percibir en sus orejas los cambios de la brisa. Por la forma como se le movía la melena asomada por debajo de su gorro. Por la forma como se hinchaban las velas.

Supo traducir el vuelo de las aves.

Volvería cargado de oro, de especias, de honores, de desilusión. De cadenas.

Hombre extraño, místico, soñador.

No necesitó horizontes de arco iris. Ni clavos de plata. Ni manos paloma para describirlo.

Simplemente un texto de historia.

Para dormir y descansar de su gloria e infortunio, un gran monumento funerario.

Para su meta y sueños, ambición humana.

Con ella predominando sobre los demás sentimientos partió con su nave. A escasas brazas lo siguieron otras dos.

Chau y hasta la próxima.

1 comentario:

coto dijo...

Soñar con los ojos abiertos...así siento.
Siempre le sigo en una de ésas naves.