Nº 564 12 de octubre.

 

desde el Enrico C, 1981, foto Nicolás Gargiulo

 

" Viajo por la historia. Viajo con la imaginación. Viajo".

Un horizonte lejano, interminable. Nada que rompiera o alterara esa horizontalidad por momentos ondulada con el agitar de las olas. Las miradas perdidas en la búsqueda ilusionada de algún indicio que denunciara la llegada a una tierra prometida por el almirante, arropado en sus propios sueños por un destino equivocado. Los hombres cansados de privaciones, del movimiento de las naves, lejos de una condición marinera que jamás tuvieron. Reclutados a la fuerza en trueque de condenados con grillos a prisioneros en agua, cárcel de rejas abiertas, sin grillos ni cadenas que mortifiquen las carnes, atrapados en la inmensidad del mar, constreñidos a caminatas reducidas en superficies de madera, cubiertas y recovecos de naves de escasa gallardía.

Más allá de ese horizonte, ocultas, invisibles islas habitadas cuyos moradores viven en inocente desconocimiento del trágico destino que les aguarda. Esas tres naves les llevarán la explotación, el abuso, la muerte, el exterminio. Con el tiempo serán reemplazados por otros esclavos, de otro color, provenientes del este, como esos conquistadores, insaciables depredadores, pero de distinto continente.

Los tripulantes se agitan, conspiran, descreen de todo milagro. Mas este se produce. Las señales aparecen diciendo que el horizonte se alterará. Dejará de ser infinito, por momentos ondulado. Ahora sí, él, encaramado en lo más alto del mástil grita, prolonga arrastrando la letra final de la palabra mágica y al hacerlo, al haber tenido el privilegio de avistar, su nombre queda incluido en uno o quizá el más importante acontecimiento de esa antigüedad.

¡Tierraaaaaa!.

Chau y hasta la próxima.