Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 28 de septiembre de 2013

nº 665 Aspectos de mi adolescencia pasada en Montevideo

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"Hace ya mucho tiempo pero alguna vez fui joven"

Si, son mis reflexiones porque la memoria insiste en hacer aparecer recuerdos e imágenes de otros tiempos, de aquellos llenos de juventud, del despertar. En parte ese asomarse a la vida que bullía en mi interior, transcurrió en Montevideo. El cruce al Uruguay era una hermosa aventura, no porque significara riesgo alguno, sino porque la imaginación abría expectativas hacia lo desconocido, en especial por el medio de transporte a utilizar.Corrían los vapores de la Carrera,el Ciudad de Buenos Aires y el Ciudad de Montevideo a hélice, el Gral. Alvear, el Gral. Artigas a rueda colocadas en babor y estribor.Viajábamos en camarotes de primera mi hermano y yo, acompañados por un mayor, habitualmente nuestro padre. Partíamos llenos de expectativas de nuestro domicilio en el automóvil del socio de nuestro padre, don Ángel Ferreiro, un Chrysler precioso, grandes faroles, capota plegable,en su interior además de los asientos clásicos, trasportines. Así llegábamos al puerto, dársena Sud, cerca de la vuelta de Rocha. El cruce también se hacía vía Colonia , de día en un paquebote más moderno, el Ciudad de Colonia. Todos pertenecían a la compañía Mihanovich. Alguna vez utilizamos esta ruta.

Pasadas las fiestas de fin de año, en plena vacaciones de verano nos íbamos para quedarnos un par de meses, en intercambio familiar con aquellos uruguayos que cruzaban a Buenos Aires  para hospedarse por importante tiempo en nuestra casa. Esos parientes, apellidados Marna eran genoveses de la rama materna. Mientras nuestros abuelos los Aschero - Lavagna se radicaron en Bs.Aires ellos al poco tiempo se afincaron en Montevideo, en el cinturón verde de la ciudad. Allí como quinteros la mayoría, luego en su propia diáspora familiar se ubicaron en distintos lugares con variados oficios. Pero el núcleo principal se situó en el Km 21, Villa García, camino a Pando. El cabeza de familia Marna, estaba casado con la hermana de mi abuela Blanca Lavagna esposa de mi venerado abuelo Juan Bautista Aschero, padres entre otros de mi madre Vicenta. Volviendo al viaje en vapor la oscuridad de la noche solamente era quebrada por la luz intermitente de las boyas señaladoras  del rumbo a navegar, y las luces propias de la nave. El río-mar sonaba con sus olas agitadas, rotas por la proa del barco, el sonar de las ruedas movidas por cigüeñales impulsadas por vapor. Esa nocturnidad misteriosa para quien la experimentaba por primera vez, indefectiblemente nos remitía al recuerdo del drama del América incendiado en un cruce de cuyo héroe Viale se encuentra su estatua en la costanera sur. Famoso por su acto de coraje y desprendimiento cuando se oyeron las palabras del capitán "sálvese quien pueda", Viale, despojándose de su salvavidas, se lo entregó a una mujer diciéndole "sálvese usted señora".

Pasada la noche entera, consumida en el cruce, durmiendo en confortables y antiguos camarotes el amanecer nos encontraba sobre cubierta para apreciar no solo la llegada al puerto, vislumbrar la silueta de la ciudad, su famoso cerro, el color del agua río-mar. El paisaje tenía un agregado inolvidable. Allí estaba semihundido, porque el lecho barroso no era profundo, el Acorazado Graff Spee. Duró años, lo fueron desguazando y sus partes sufrieron distintos destinos. En uno de mis viajes en la casa de un pariente que tenía una herrería de caballos cerca del hipódromo Maroñas me dijo, ves botija estas herraduras son del metal del acorazado.

Hecho nuestro desembarco, tranvía primero y ómnibus después llegamos a nuestro destino. Atravesamos la tranquera entrada y  se nos antojaba un largo camino bordeado por filas de árboles perfectamente alineados., llegamos a las casas. Hago memoria. una serie de casas rancho de adobe, techo de paja, piso de tierra. Una gran cocina, un quincho que se lo usaba de comedor donde nos sentábamos a comer el grupo familiar, los peones, nosotros y algún visitante ocasional. Tenían un horno para hacer el pan, elaborado  2 o tres veces por semana por un miembro de la familia llamado Manuel esposo de Josefina Marna. Una construcción de material, en ella un baño para ducharse con una lata colgando, en general llena de agua fría y con el jabón blanco marca Bajo . Un gran galpón, nuestro refugio en los días de lluvia. Había una máquina de desgranar choclo,  herramientas,cajones donde se embalaban los  frutos de la quinta que iban al mercado central de la ciudad en un camión Ford A. Lo conducía y comerciaba Gaitán Marna. Lo recaudado era entregado religiosamente a la madre, la Lala Marna.

Disponían de un automóvil también Ford A, bicicletas, con una de ellas hicimos Mingo Marna y yo largas giras que me dejaban muerto por pedalear entre las clásicas cuchillas del campo uruguayo. Mi hermano y yo también paseábamos con una carreta destinada a cargarla con lo que se iba cosechando. Con dos bueyes, Madruga y Temprano tostados con manchas blancas los uncíamos al yugo atándolos con tientos y luego con una caña picana los conducíamos con voces y si queríamos doblar a la izquierda con una soga atada a la oreja izquierda del buey del mismo lado,tirábamos de ella. Para girar a la derecha al mismo buey, también en su anca del lado izquierdo lo picaneábamos.Con esos mismos bueyes pasábamos la rastra en los lotes que habían sido preparados y abonados con guano  llevados en bolsas. Con ellos también se araba con con una sola reja, también se usaba un caballo y un buey grandote blanco y negro llamado Contento, pero sin yugo sino con un arnés en el pecho. En la descripción de todo este grupo habitacional  separado existía un almacén depósito donde se guardaban dulces, conservas etc., frascos llenados como resultado de la laboriosa labor de Cecilia, esposa de Mingo,. Vecino al galpón la bomba de agua donde íbamos a llenar unas latas redondas preparadas al efecto. El mencionado Mingo uno de los Marna del que tengo un imborrable recuerdo. El me enseño maravillas y secretos de la naturaleza que se brindaba a nuestros ojos sin saber verlos. Nos explicaba el progresismo del Uruguay en manos de los colorados, vencedores en la guerra civil con los blancos, Algunos peones eran seguidores de su líder blanco Aparicio Saravia, que tiene un magnífico monumento. Mingo fue el objeto de mi indeleble admiración. Nuestro primer y luego sucesivos contactos con ese ambiente hizo nacer en mi hermano y en mí de la pura experiencia lejos del confort al que estábamos habituados, otro confort natural, limpiándonos los pies sucios en el piso de tierra antes de acostarnos., la presencia de arañas, el baño retrete, la comida una delicia natural, simple. Repito sobre todo la gente. Todos  buenos, amables, cariñosos, solícitos. El paisaje lleno de ondulaciones, sus famosas cuchillas. El roncar de los motores impulsores de camiones cargados y trepando desniveles a base de un combustible llamado gasógeno, gas de carbón. No había nafta, estábamos en la 2º guerra mundial Inolvidables los mates cebados con yerba Sara.

Allí y así transcurrían nuestros días juveniles en tierra trabajada, parvas acumuladoras de alimentos para los animales. Vacas lecheras que aprendimos a ordeñar, y cada tanto un viaje a la capital a pasear, cruzándonos con marinos ingleses en guerra con sus trajes de verano. Tomar algo en el famoso café Tupínambá, comer el inigualable postre Chajá. A pesar de ser menores probar el guindado uruguayo, el mejor, una delicia que a nuestro regreso debíamos llevar a casa como un gran recuerdo y un gran presente. Las noches de carnaval con sus corsos divertidísimos, las atractivas muchachas que de una forma u otra removían, hasta por simple presencia y actitud nuestros ocultos nacimientos hormonales. Algunas excursiones a Piriápolis, Atlántida o la Paloma fueron otras tantas razones para alimentar nuestros recuerdos. Los partidos de futbol en el estadio Centenario. Allí vi a la selección uruguaya disputando con la argentina un partido a beneficio de las víctimas del terremoto de San Juan. y a River con Nacional, que tenía una delantera fenomenal. Wing derecho Castro, Centro delantero Atilio García,argentino radicado, y Zapirain. La fórmula era centro de Castro, gol de Zapirain.

Y  así pasaban los días de verano hasta que llegaba el fin de las vacaciones, el regreso, el aprestarse a reiniciar nuestro período de estudios en el colegio secundario.

No puedo dejar de recoger velas  en este relato sin mencionar seguro con nombres olvidados a todos aquellos con los que compartimos hospitalidad, vida, experiencias. La familia Marna, la Lalita hermana de mi abuela Lavagna Aschero, ella Lavagna Marna Sus hijos en la quinta Gaitán, Mingo, Josefina, Margarita, Sus esposos y esposas, Cecilia, Pina, Pedro, Manuel. Alfredo un muchacho como si fuera de la familia.Los chicos, Argentina, Nery, Rubén. Luego se agregaría Enrique pero no estaba en esa época. Casi ninguno vive pero todos ellos y es bueno reiterarlo han sido parte fundamental como ya lo afirmé de nuestras vidas, no solo juvenil sino en el transcurso de ella hasta aquí

A ese feliz pasado, seguro de plagados de imprecisiones y más de alguna inexactitud solo puedo evocarlo con una feliz melancolía.

 

Chau hasta la próxima.

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