Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

viernes, 20 de julio de 2007

El mensaje


Durante breves instantes examiné el sobre recién recibido. Antes de leer el nombre del remitente, por la letra y el matasellos, identifiqué a esa carta, con el principio de otro diálogo largamente interrumpido con mi padre. Letra inclinada, casi estilo inglesa, pero no muy clara ni tan legible, trazada por un hombre con oficio, aprendido durante toda una vida consagrada a su empresa de publicidad. Cualquier forma de escritura, su distribución adecuada en un textopublicitario, no tenía secretos para él; y con años de experiencia, artesanía y capacidad, logró ser uno de los mejores profesionales del ambiente.
Quizá un grafólogo se mostraría confundido o desconcertado ante cualquier escrito suyo, porque al dominar tantas formas de escribir, su estilo aparecía variado e inconstante. Intercalaba en la cursiva tipos de imprenta no comunes, de manera simplificada. Una E la resumía en una raya vertical y tres puntos. Pero en la correspondencia familiar utilizaba siempre la misma caligrafía.Y esa era la que adoptó para enviar ese mensaje. El dorso del sobre confirmó lo adivinado: N,G, Chalet Piuquén. La Falda. Córdoba. Decía "Te espero y extraño. Deseo recomenzar nuestros diálogos. Estoy muy solo". Me extrañó ese texto casi telegráfico. Su lectura me despertó viejos recuerdos. El de aquellas conversaciones interminables, sobre disitintos temas, sostenidas en el porche de la casa, con las sierras al frente, cortando y ondulando la línea del horizonte. ¡Qué maravillosa comunicación había entre los dos!. Libros, diarios, temas del día o actualidad, o simplemente perder el tiempo hablando, hablando. Una forma muy especial de pasar momentos felices. Entre mate y mate. En un incesante fluir de palabras. En un permanente intercambio de ideas y sentimientos. Acompañando a veces la conversación con unas copitas de vino de misa.Un frecuente regalo del párroco amigo , extraño obsequio a un ateo anticlerical, como era él. Con mi padre dejábamos pasar las horas inadvertidamente. Gozábamos del paisaje, de la mutua compañía y comprensión.
-Contame como se te ocurrió venir a vivir aquí, y porqué le pusiste a esta casa ese nombre tan raro.
-Bueno, pensé que a cierta edad uno debe retirarse de la vida social para meditar, gozar de la naturaleza, encontrar la paz. En lo posible no volveré a la ciudad. ¿Porqué le puse este nombre a la casa?. Tengo entendido , aunque no estoy seguro, que en mapuche quiere decir amor-corazón. Si no es verdad, vale la intención. De allí lo tomé, y así sintetizo y represento, con un símbolo, mi filosofiía, mi forma de interpretar la vida, mis principos humanitarios.
Más de una vez la noche nos sorprendía conversando. La sierras esplendorosamente verdes durante el día, doradas al atardecer, se transformaban en negras e impenetrables siluetas recortadas, en un cielo azul intenso, tachonado de estellas brillantes.
-Quedémonos a ver la salida de la luna llena.
¿A qué hora aparece?
-A las nueve, dentro de un ratito.
Pronto una extraordinaria claridad , precedida por Venus iluminaba el firmamento. Las sierras se tornaban más negras aún. Luego, un punto luminoso, rápidamente convertido en luna, aparecía por detrás de esas montañas, llenando el valle con una luminosidad fria , plateada, misteriosa. Donde las formas, los objetos, en parte se distinguían, en parte se adivinaban, en un ambiente por momentos romántico, por momentos fantasmal. Un verdadero hechizo. Verdes oscurísimos los árboles y las plantas; rojos casi negros, los techos; blanco grisáceas las casas. Colores de un paisaje intuído, presentido más que observado. O estrellas tenues, casi borradas por la fuerte luz lunar. Noche serrana de verano. Brisa suave, aire perfumado, vuelos zigzagueantes, rápidos, imprevisibles ,de algunos murciélagos. Silencio roto por el graznido de aves nocturnas, ladridos de perros, o aullar de zorros. Destellos de luciérnagas.
-¿Nunca te conté como son las mismas noches en invierno, cuando todo está cubierto de nieve?
-No.
La conversación así recomenzaba. Con apremio. Robandoles minutos a las horas. Ambos sabíamos que se acercaba el momento de la separación, de mi retorno a la ciudad. Hasta otro verano, o hasta cualquier momento. El volver a escribirse largas cartas, en un vano intento de reemplazar el contacto personal. El esperar con impaciencia la llegada del cartero. El preguntar con la mirada al buzón. Con ingenio, el viejo adornó su vida y la de quienes lo rodeaban. Con bondad y alegría. Con permanente buen humor y ternura. Con sapiencia.

La despedida era penosa. Mi viejo se quedaba parado en la puerta de ese amor- corazón como lo había bautizado, saludando con la mano. Mordiendo el orgullo de no querer regresar. Masticando su amor propio. Yo, para ocultar mi emoción partía velozmente con el automóvil. Un último vistazo por el espejo retrovisor, se repetía, comprimida, la imagen querida. Doblaba la esquina y adiós. La figura del viejo allí parado quedaba impresa en mi retina, húmeda por la emoción, fracciones de segundos más. Ya se había transformado en recuerdo.

Para responder el mensaje comencé a redactar una breve esquela-"Yo también te extraño mucho. Voy para allá "Escribí en el sobre : Sr N.G. Reaccioné y dejé el resto en blanco, sin dirección. Luego, en un acto mecánico, contraje mis dedos, y en la palma de mi mano se arrugó un papel inútil. Letras mezcladas, apiñadas dentro de un bollo que arrojé al canasto.
Muchos años pasaron desde que el diálogo entre el y yo quedó interrumpido. Muchos años que el viejo, mi viejo, había muerto.

Chau y hasta la próxima

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