Cuando el afamado científico inglés Anthony Holmes hizo el anuncio que luego de muchos años de investigación había descubierto al virus que llamó Ricardo (Richard), nombre en honor del portero del laboratorio que todos los días, además de abrirle la puerta, le limpiaba y ordenaba los cacharros. Junto con el anuncio dio a publicidad un minucioso análisis pormenorizado y fundamentado de la vida, reproducción, resistencias, patogenia. Lugares por donde penetraba, se alojaba, formas de contagio , evolución y demás temas que atañen a todo estudio científico. Abría así una importantísima ventana para descubrir medios para combatirlo y neutralizarlo. Hacía así una valiosísima y definitiva contribución al combate de una enfermedad que afectaba a la humanidad con distinta virulencia. Casi o totalmente nula en las clases altas y dirigente. Apenas rozaba la clase media, pero era el azote de las clases bajas. Según dichos estudios el virus Ricardo comenzaba su ataque introduciéndose en el organismo para alojarse en los rincones menos importantes del ser vivo. Para ser gráfico y ejemplificar su acción y evolución Holmes redactó una verdadera parábola entre el virus y ciertas formas de accionar de los políticos y dirigentes. El virus, como si estuviera en un barrio de arrabales, se alojaba en rincones secundarios del organismo. Allí , además de multiplicarse lograba ejercer una especie de liderazgo entre distintos agentes y otros tipos de virus. Consolidada una primera posición se lanzaba al torrente que lo llevaba en verdadero ascenso y progreso a lugares importantes. Pulmones, hígado, linfáticos, hasta llegar al cerebro, meta máxima donde concentraba todo su ataque y producir la muerte. Su accionar variado y desconcertante, además de contradictorio. Por momentos se fusionaba con otros virus que podrían ser sus enemigos, o con otros afines. En ambos casos aumentaba sensiblemente su peligrosidad. Pero lograba ser el líder, el que conducía al resto en sus ataques. Por momentos producía daños tremendos, por momentos entraba en verdaderos conos de sombra, parecía permanecer adormecido, inactivo, aparentaba desaparecer o se mimetizaba en otros virus, como célula terrorista dormida. De pronto reaparecía con virulencia potenciada. Las perspectivas que planteaba el informe científico, conocedor hasta en los menores detalles sobre toda la naturaleza del virus Ricardo, era que sería muy difícil, casi imposible combatirlo por su carácter mutante.
Anthony Holmes fue galardonado con el premio Nobel de medicina, pero al difundirse y popularizarse en todos sus detalles su parábola comparativa cuya única finalidad era didáctica, una extraña ola de resistencia y repudio hacia el científico y su informe, comenzó a manifestarse en las altas esferas. Comenzó con el G-8, siguió con el Foro de Davos, el FMI, el BM, el Parlamento Europeo y otros organismos. Creyeron e interpretaron con el hallazgo de Holmes, m´as que un descubrimiento científico, un ataque directo al compararlo Holmes con el poder mundial . En rebuscadas declaraciones lo acusaron de querer conmover así los cimientos básicos de la civilización occidental. La conmoción adquirió tal magnitud que en sesión extraordinaria el Consejo de Seguridad de
Chau y hasta la próxima.
Nota curiosa. A mi fantasía se le ha sumado la noticia de la aparición de una bacteria multirresistente llamada Staphylococcus Aureus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario