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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

viernes, 25 de enero de 2008

El virus Ricardo


Cuando el afamado científico inglés Anthony Holmes hizo el anuncio que luego de muchos años de investigación había descubierto al virus que llamó Ricardo (Richard), nombre en honor del portero del laboratorio que todos los días, además de abrirle la puerta, le limpiaba y ordenaba los cacharros. Junto con el anuncio dio a publicidad un minucioso análisis pormenorizado y fundamentado de la vida, reproducción, resistencias, patogenia. Lugares por donde penetraba, se alojaba, formas de contagio , evolución y demás temas que atañen a todo estudio científico. Abría así una importantísima ventana para descubrir medios para combatirlo y neutralizarlo. Hacía así una valiosísima y definitiva contribución al combate de una enfermedad que afectaba a la humanidad con distinta virulencia. Casi o totalmente nula en las clases altas y dirigente. Apenas rozaba la clase media, pero era el azote de las clases bajas. Según dichos estudios el virus Ricardo comenzaba su ataque introduciéndose en el organismo para alojarse en los rincones menos importantes del ser vivo. Para ser gráfico y ejemplificar su acción y evolución Holmes redactó una verdadera parábola entre el virus y ciertas formas de accionar de los políticos y dirigentes. El virus, como si estuviera en un barrio de arrabales, se alojaba en rincones secundarios del organismo. Allí , además de multiplicarse lograba ejercer una especie de liderazgo entre distintos agentes y otros tipos de virus. Consolidada una primera posición se lanzaba al torrente que lo llevaba en verdadero ascenso y progreso a lugares importantes. Pulmones, hígado, linfáticos, hasta llegar al cerebro, meta máxima donde concentraba todo su ataque y producir la muerte. Su accionar variado y desconcertante, además de contradictorio. Por momentos se fusionaba con otros virus que podrían ser sus enemigos, o con otros afines. En ambos casos aumentaba sensiblemente su peligrosidad. Pero lograba ser el líder, el que conducía al resto en sus ataques. Por momentos producía daños tremendos, por momentos entraba en verdaderos conos de sombra, parecía permanecer adormecido, inactivo, aparentaba desaparecer o se mimetizaba en otros virus, como célula terrorista dormida. De pronto reaparecía con virulencia potenciada. Las perspectivas que planteaba el informe científico, conocedor hasta en los menores detalles sobre toda la naturaleza del virus Ricardo, era que sería muy difícil, casi imposible combatirlo por su carácter mutante.

Anthony Holmes fue galardonado con el premio Nobel de medicina, pero al difundirse y popularizarse en todos sus detalles su parábola comparativa cuya única finalidad era didáctica, una extraña ola de resistencia y repudio hacia el científico y su informe, comenzó a manifestarse en las altas esferas. Comenzó con el G-8, siguió con el Foro de Davos, el FMI, el BM, el Parlamento Europeo y otros organismos. Creyeron e interpretaron con el hallazgo de Holmes, m´as que un descubrimiento científico, un ataque directo al compararlo Holmes con el poder mundial . En rebuscadas declaraciones lo acusaron de querer conmover así los cimientos básicos de la civilización occidental. La conmoción adquirió tal magnitud que en sesión extraordinaria el Consejo de Seguridad de la ONU condenaron al pobre Holmes por ser instrumento conciente o inconciente del terrorismo internacional. Se le endilgaron culpabilidades por las caídas de las bolsas, la suba del precio del petróleo, el costo de la energía, el valor de los comodities. Algunos fueron más allá en su osadía y lo acusaron, por supuesto sin pruebas de ser miembro de Al-Qaeda, de la Jihad-Isllámica y que en su casita de la campiña escocesa guardaba armas de destrucción masiva, nunca halladas. Pidieron se le retirara el Premio Nobel. Pero la comunidad científica salió en su defensa, se abroqueló detrás de su figura y de su ciencia. Logró así movilizar a parte de la opinión pública mundial a su favor. Inmediatamente se sumaron ecologistas, antiglobalizadores, intelectuales, organismos de derechos humanos, ONG, por nombrar a algunas. Mientras se desarrollaba esta nueva y enconada lucha, este furibundo debate, Ricardo seguía haciendo de las suyas, diezmando a las clases bajas, ante cierta mirada complaciente de la dirigencia mundial, ya que así Ricardo ayudaba a resolver sin grandes costos monetarios el problema del hambre en verdadera fórmula malthusiana. Las multinacionales no se interesaban porque ya sabemos como actúan si no hay grandes beneficios. Embarcada la humanidad en demostrar quién tenía razón, poco se hacía para combatirlo, que con el tiempo desarrolló nuevas y resistentes cepas, y así agregar sin oposición, con la cómplice inconciencia humana un nuevo factor, de los tantos que ya acechan la vida del planeta, y a la especie en particular. A su dirigencia, a los movimientistas, a los intelectuales, etc, se le pudo sumar, siendo benévolos , a sus tantas virtudes que es capaz de ostentar sin pudor alguno y por todos conocidos, su ignorancia y su estupidez.

Chau y hasta la próxima.

Nota curiosa. A mi fantasía se le ha sumado la noticia de la aparición de una bacteria multirresistente llamada Staphylococcus Aureus.

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