101 Creo, no creo.

Uno de los mayores problemas del hombre es la religión. Creer desde tiempos inmemoriales fué un inpulso interior nacido en parte de la ignorancia, el desconocimiento, las incógnitas inexplicables que al hombre primitivo le planteaban los fenómenos naturales. A su vida se le sumó la idea de la muerte y nació la ansiedad deencontrar una prolongación, otra vida cuando la biológica finaliza.Por supuesto no en estos términos. Así fué creando mitologías, dioses, semidioses, todo tipo de fetiches, personajes, símbolos.Sujetos a adoración, veneración. No voy aquí ni ser capaz de hacerlo, realizar un análisis histórico del porqué del desarrollo de mitos y creencias. Si hablaré de lo que creo y de lo que no creo. De mis contradicciones, enigmas interiores, aún de las incógnitas irresolutas, que aún persisten a pesar de la vida vivida, casi agotada que llevo sobre mis hombros. Tampoco influye en mí la segura proximidad del fin y que este impulse miedos, arrepentimientos en este sentido, o cambios al influjo de esta circunstancia. No tengo temor a un más allá ni tampoco ilusión ya que para mí no existen ni paraíso ni infierno. No me espera Caronte con su barca ni tantos emisarios o encargados transportadores de almas. No es nada sencillo no creer en todos esos, no vivir con la esperanza del reencuentro de las almas y de los seres queridos, o sufrir la condena eterna de la inimaginable tortura del infierno. Tampoco pienso inmolarme en atentado terrorista con vistas a otro improbable paraíso. Ni sueño con walkirias. Lo más aceptable son aquellos credos sin dioses cuyos modelos lo son como ejemplo de sabiduría, de humana conducta, de camino de perfección. Pero uno, que se crió dentro de la civilización cristiana,que los aportes culturales, buscados o no buscados pertenecen mayoritariamente a ella. Las imágenes de los santos, de Cristo, las festividades religiosas, la música sacra, la omnipresente cruz. Es muy dificil, una seria dificultad interna no creer, aceptar y aceptarse que el fin no es el inicio de un viaje a otra vida. De recompensas, de reencuetros, sino el final absoluto, si esperanzas, sin ilusiones. En la fosa, el horno o vaya uno a saber que. En realidad no nos enteraremos pienso, de nada.Por supuesto está la discusión científica, teológica o como quieras encuadrarla. Sobre el origen de la vida, del hombre, del mundo, del universo. Explicaciones aproximadas o de fe. En ambos casos es un poco lo del hombre primitivo. Pero aquí no trato de abordar el tema desde este punto de vista. Justificar creencias, explicar lo inexplicable, o la aceptación científica de una verdad, con el tiempo mutante, sino bucear en el terreno del yo y la creencia. No soy el agnóstico que Protágoras de fine "no puedo afirmar mucho acerca de los dioses, que existan o no existan, ni tampoco de que naturaleza son. Muchas cosas impiden que se sepa. La oscuridad de las cosas y la brevedad de la vida humana". Pero acepta que algo superior existe, como lo hacen los agnósticos. Yo en cambio me proclamo ateo.Mi credo,en ese sentido es no creer. No creo en ningún dios ni fuerza superior, además no tengo necesidad interir de hacerlo. Afronto el final sin miedo ni resignación. Viví con parámetros de conducta, tratando de aplicarlas honradamente. ¿Errores? Infinitos. ¿Aciertos? escasos. No es esta una confesión testamentaria. Son bosquejos de reflexiones que tímidamente concluyen parafraseando al título creo, no creo, en NO CREO, y para terminar una última pregunta que te hago, porque me la acabo de formular. A vos lector,¿qué te importará lo que yo creo y confieso?

Chau y hasta la próxima