Foto : E. Smith
No sé si fueron las primeras señales de alarma. Contaminación y consecuencias emblemáticas las de Hiroshima y Nagasaki. Pero la acción productiva del hombre iba dejando sus huellas depredadoras. Hoy que la conciencia ecologista va en claro aumento, porque además se palpan y sienten visiblemente los resultados de tanta agresión ambiental en todos los órdenes.Entonces me pareció oportuno retrotraer el pensamiento,ejercitar la memoria a lo que sucedió en aquella época,una de las grandes tragedias ecológicas del siglo XX.
"Solo una sociedad industrial, en una época de materialismo desenfrenado podría envenenar los mares" Revista Salud Mundial de la OMS diciembre de 1974.
Minamata es una bahía en la isla japonesa de Kyusu. En su ciudad de cincuenta mil habitantes(en aquella época) aparecieron en 1953 los primeros síntomas de una extraña enfermedad. Perros, gatos y otros animales morían víctimas de una dolencia convulstiva. Para 1956 se dieron los primeros casos humanos,que en febrero de 1971 sumaron 121; 45 mortales. Los supervivientes presentaron transtornos neurológicos graves. Ceguera, sordera, coma, convulsiones, pérdida del dominio afectivo y retraso intelectual. Afectó a grandes consumidores de pescado, pescadores y parientes próximos. ¿Cuál fué la causa?. Se debió a la contaminación de la bahía con aldehido acético. El mercurio de esos desechos se fijó en las algas y otros organismos marinos, que sirven de alimento a los peces, en los mariscos, incorporándose a la cadena alimentaria del hombre. "Un niño lisiado ante los ojos de sus padres aprende penosamente a andar a gatas" decía el informe ilustrado con una fotografía conmovedora.Veinticinco lactantes, cuyas madres habían consumido pescado contaminado, sufrieron lesiones cerebrales. Parálisis y retraso mental. Diez años después del primer brote, casi ninguno de los enfermos adultos y sobrevivientes podían llevar una vida normal. Las lesiones del sistema nervioso central por acumulación de metil mercurio son irreparables.
Por una típica calle de una ciudad de Japón entre farolitos y letreros verticales avanzaban encolumnados ordenadamente las familias de los muertos y afectados por la enfermedad de Minamata. Llevaban estandartes negros, cuadros con una fotografía enlutada de sus parientes con inscripciones alusivas. La protesta popular logró la clausura de la industria asesina. El drama se repitió entre 1964-65 en el valle del río Agano en Japón con 49 casos,6 mortales. Problemas similares se localizaron en el Mar Báltico, Grandes Lagos de EEUU y Canadá. Hasta aquí la crónica. La espantosa crónica. Quedaron las víctimas, los muertos y los vivos. Al niño símbolo, resultado y prueba de la criminalidad industrial no debemos olvidarlo jamás. Fué la luz amarilla, la señal de alarma para poner fin a la autodestrucción.
No camina, lo sé
Chau hasta la próxima.
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