Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 15 de abril de 2009

198 Kaymakli (Jenofonte y yo)


Está en Capadoccia, Turquía, y data del siglo IV antes de Cristo. Es una ciudad subterránea. Por medio de galerías y rampas sus habitantes bajaban los animales, por escaleras ellos. Su construcción y desarrollo fué creciendo anárquicamente a medida que aumentaban población y necesidades. Con pisos superpuestos. Agujeros de ventilación y cisternas. Ambientes habitables como cuartos, cocinas, establos, salas de comunicación. Techos planos o abovedados. La piedra de consistencia blanda. Con el tiempo y la aparición del cristianismo se agregaron capillas cristianas, bancos, altares. Toda la iluminación a base de hachas y faroles. Hoy ha sido restaurada y lógicamente iluminada por electricidad. Descubierta alrededor de la década del 1950 por un campesino a quien caminando se le hundió un pie. Actual motivo de visita turística, como lo es toda Capadoccia con sus chimeneas de Hadas, las iglesias rupestres de Göreme. Las maravillas que ellas encierran y atesoran. Pero Kaymakli es algo especial. Por lo que es, por la vida que albergó, porque Jenofonte en su Anábasis hace mención de ella. Sus tropas, buscando abastecimiento se la toparon. Hay que pensar e imaginar allá por el año IV AC. Cuando Ciro el joven contrata 10 mil mercenarios griegos para luchar por el poder ostentado por su hermano Artajerjes II  en Persia. Ciro muere en la batalla de Cunaxa y los diez mil emprenden la retirada hacia Grecia al mando, no siempre de Jenofonte, discípulo de  Sócrates. Un año y medio después de la partida logran regresar. Han atravesado 1.500 km de tierra hostil, y dentro de esa tierra hostil se toparon con Kaymakli. Allí estuvieron. Y yo, por eso el arrogante título de este blog, Jenofonte y yo. Allí estuvimos con Julia, mi esposa y de lo primero que nos enteramos fué del paso de las tropas griegas. Al regreso la lectura obligada de la expedición de los 10 mil. La comprobación de la verdad. La conciencia de haber estado en un lugar casi ignoto, extraño. Allá en para nosotros en el interior de la lejana Turquía. Cuna del imperio, de la civilización. Inmenso y preponderante trozo de historia.
Curiosa y bella experiencia.

Chau y hasta la próxima.

1 comentario:

coto dijo...

Expedición compleja,fue hace años que leí ése libro;la partida,formada con diferentes tropas...arqueros Cretenses...tiradores de honda de no sé dónde...atravesar pueblos hoy imposibles de localizar...conocer culturas diferentes...mezclarse.
Qué linda expedición,aunque séa para morir!