Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 4 de julio de 2009

221 El hombre y su insignificancia

DSC02422.JPG   "Erguido varios palmos del suelo, en el Cosmos es menos que la nada"

Una triste despedida.

Pensó en sacarse una foto con una escarapela, además del distintivo de la repartición y el consiguiente escudo peronista obligatorio en esa época. Sin afiliación al PJ no había empleo oficial. Sentado frente a su modestísimo escritorio donde trajinó años y años en oscura y rutinaria tarea. Puso cara de ganador, ubicó las manos adecuadamente, una de ellas , la derecha sosteniendo una lapicera. Sus anteojos levemente deslizados hacia adelante como corriéndose para la punta de la nariz. Así se registró con un trasfondo de oficina, compañeros inmóviles en simulacro de trabajo. Acunaría esa foto en su próximo recuerdo luego de haber transcurrido años y años de mediocre y rutinaria tarea. En una evaluación su resultado sería desapercibido. Como su vida. Su retiro igual a la de las aguas en bajamar, mejor en bajante de río. Aflorarían como rastro y sedimento las miserias, los avatares de una labor sin importancia. Ese último día no era el imaginado. Aquél que soñó alguna vez con medalla, reloj de oro, palabras alusivas y la cordialidad sincera expresada por los compañeros de la foto. Frío apretón de manos, miradas huidizas, frases circunstanciales. Pensó si tantos años de mediocre entrega merecían tan magra cosecha. Entre otros tantos atributos le faltaba ser autocrítico, su insignificancia,  supina. Oscuro, gris en su paso por el trabajo en muy mediocre carrera. Ascensos obligados por escalafón, por permanencia, sin mérito propio. Hombre insignificante. Parafraseando a Musil, hombre sin atributos.

Salió de la oficina rumbo a la calle con sensación de insecto. Se mezcló entre la multitud. Mientras caminaba, absorto y sumergido en sus sensaciones no percibió que se iba encogiendo, reduciéndose en tamaño, tomando altura y forma acordes con lo que le estaba aconteciendo. Perdido entre las piernas y los pies de los transeúntes algún anónimo caminante, sin darse cuenta lo aplastó. Quedó despanchurrado sobre una baldosa de la vereda, secándose al sol como tantos otros insectos de igual suerte. ¿quién era Gonzla, porque así se llamaba? Qué se yo.

Chau y hasta la próxima

No hay comentarios: