Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 15 de julio de 2009

224 La costumbre

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Seis y media de la mañana. Suena el despertador, el odiado despertador. Con su casi eterno clac-clac. ¡Qué diferente de aquél otro tic-tac, cuando los relojes funcionaban a cuerda! Pero el progreso los fué reemplazando por otros llamados de cuarzo, a pilas, sustituyendo también a aquellos eléctricos menos confiables, porque uno se acostaba pensando, ¿si se corta la luz?; el reloj se detendrá y entonces me quedaré dormido. Solo era cuestión de correr la palanquita de la alarma y a la hora indicada sonaría. Sonaría estridentemente. Para ponerlo en marcha bastaba conectarlo y darle impulso a una ruedita y la aguja del segundero avanzaba en el sentido de las horas. Pero esos relojes tenían una particularidad, se los podía hacer funcionar al revés, en dirección contraria y las horas retrocedían. ¡Qué intento mágico!. Breves momentos de imaginación. ¿Volvería la niñez?. ¿El pasado?. ¿Se transformaría el despertador en una máquina del tiempo?. Absurdo, mejor volver a la realidad. Uno, dos, tres, cuatro, hacia adelante..Hacia el minuto de sesenta segundos. Hacia el destino. Quizá mejor que el pasado.

El clac-clac se torna más espaciado, más lento. Señal de que se está agotando la pila. A cambiarla antes se detenga durante la noche y no suene a las seis y media. Porque esa es su obligación, su misión. Tocar a esa hora. Exactamente a las seis y media, siempre. ¿hasta cuando?. Vaya uno a saberlo. Así es la costumbre y no hay nada mejor que la rutina. El orden pre establecido amasado a través de los años. Forjándolo con vida, tiempo, esfuerzos, sacrificios. Sí, sacrificio de ideales, sueños, riesgos, para obtener derecho a la tranquilidad. ¿O vivir con placidez puede ser superado por otro estado diferente?. Hay que tolerar la mediocridad resignadamente, y es muy difícil aceptar ser mediocre, admitir ser nadie. Aún inconcientemente. Sacrificar la vida, cualquier posibilidad o alternativa en el altar de la comodidad y la rutina. Así es la costumbre, y tiene su alto precio.

¿Porqué tan pendiente del reloj?. Si le gana siempre al despertador. Si abre los ojos antes, se anticipa. En verano entreviendo el resplandor del amanecer. En invierno aunque desconcertado por la prolongada oscuridad, el despertador tiene la obligación de sonar a las seis y media. Todos los días del año. Aún en vacaciones, aún en domingo

Se levanta. Al lado de la cama están las pantuflas. No necesita buscarlas. Es cuestión de extender los pies. La izquierda a la izquierda, la derecha a la derecha.  Jamás cambiadas, colocadas allí en la víspera. Exactamente en el mismo lugar. Si pudieran dejar huella, seguramente quedaría impresa en el lustrado parquet . Camina con absoluta seguridad. Cinco pasos hasta la puerta del dormitorio. Tres hasta el cuarto de baño. Ocho en total. Nunca nueve. La costumbre es muy importante, hasta para caminar.

Luz, necesidades, ducha. Se afeita, viste, desayuna. Lava sus dientes. Va hasta el balcón del frente a recoger el periódico.

¡Maldición!. Son las siete y cuarto y todavía no lo han dejado. ¿Acaso ignora el repartidor que esa es la hora convenida?. Pues debería saberlo, adivinarlo o intuirlo.  ¿Como se atreve con un acto de impuntualidad alterar la costumbre?. ¿Su costumbre?. Entonces ¿para qué levantarse a las seis y media si las noticias  no están allí enrolladas, tiradas en el piso?. Y ahora, ¿qué hacer?. Esperar, dar vueltas por la casa. Está atento al golpe del periódico contra el vidrio del ventanal. ¡Allí está, ya cayó!. Bien, a ver qué dice.

Inicia un nuevo rito, esta vez con la lectura. Portada, títulos, continúa la costumbre. Comienza por las historietas, de atrás para adelante. Sección espectáculos, deportes, avisos fúnebres, ¿Habrá muerto algún conocido?. No ninguno. ¿Y en participaciones?. Tampoco, qué desilusión. Busca en recordatorios. ¿Cómo?. ¿G... murió hace cuatro años?. Creía que aún estaba vivo. ¿Acaso no lo había visto hacía poco?. ¿Pero qué dimensiones tiene la palabra poco?.¿Cuál su cuantificación?.El tiempo pasa muy velozmente, es verdad sabida. Los hechos se mezclan y lo que nos parece reciente ha sucedido hace varios años.¡Qué cosa!. Uno ha llegado a determinada edad, son tantos los nombres de los muertos que se entra en la duda. ¿Cómo retenerlos en la memoria? Es muy difícil. A veces por asociación. Y  además ¿para qué?

Seis y media de nuevo. Otra jornada igual, ya pasó la anterior y la anterior y la anterior. Idénticas de lunes a viernes. Diferentes el sábado. Tristes el domingo al atardecer. No hay cosa más horrible que la tarde del domingo, peor que el lunes por la mañana. Aunque haya que trabajar. Aunque  el periódico no esté a las siete y cuarto tirado en el balcón. Aunque en  los avisos fúnebres no haya ningún conocido. Aunque continúe levantándose a la misma hora, leyendo el diario con igual método, eso sí la prioridad para los fúnebres.

Hola muerte ¿qué tal?. Porque es la muerte en letras de molde, encerrada en pequeños rectángulos.Conteniendo nombres, fechas, datos, lugar de inhumación. Breves síntesis  apenas sugerentes de historias, vidas, identidades. Punto final. A veces repetidas y encolumnadas. Cuanto más repetidas, más importante el personaje desaparecido. Geometría apilada en sucesión vertical. Qué costumbre esa de leer los avisos fúnebres y piensa más de una vez,¿como saldré yo?.¿En qué día y en qué año?. La cita con su muerte un desafío cotidiano. Casi en aparente ficción. Alucinante. Lo piensa con pequeña soberbia y orgullo, adjudicándose por medio de ese aviso una notoriedad que nunca tuvo, pero que su vida rutinaria y disciplinada debería garantizarle el derecho a un fin publicitado. Por única y última vez, sin alentar otra pretensión que esa, muy lejos de aquellos privilegiados que fueron alguien , que lucharon toda su vida para acceder al derecho de tener una muerte elegida. Sin rutinas. Entre esa muerte elegida y la de él, la gran diferencia. Y se dió el gusto.

Una mañana, a las siete y cuarto mudo de asombro se encontró. Allí estaba su aviso fúnebre, en letras de imprenta como lo imaginó tantas veces.

Buenos días muerte, llegó mi día, pensó azorado. En ningún momento se dejó ganar por el terror.

Aviso "José María...QEPD, Fecha...

Falleció con los auxilios de la santa religión y la bendición papal. Su esposa Antonia Eugenia, sus hijos Leonor, Francisco y María (ausente) ,nietos hermanos y demás deudos..." Un segundo aviso de la empresa y los amigos. Todos los datos coincidían. El domicilio de la casa mortuoria. En un instante de reflexión pensó casi con satisfacción que las cosas le sucedían como siempre lo había imaginado. Letras de molde, recuerdos de la empresa. A pesar de la rutina era alguien. Hasta se le ocurrió buscar si en otras páginas habría aparecido su obituario. Reaccionó.

No, tendría que ser una broma de mal gusto. Porque el estaba vivo. ¿O el reloj de cuarzo adelantaba tanto que lo hacía vivir en el futuro?. Imposible. Vivía, vivía. ¿Pruebas?. La costumbre, su costumbre.

¿No se levantó durante años y años a las seis y media?. ¿No caminó siempre los mismos ocho pasos hasta el cuarto de baño?¿No siguió siempre la misma rutina? .Sus necesidades de seis y media a seis y cuarenta, exactamente, tenía el intestino amaestrado. Su ducha de seis y cuarenta y tres a seis y cincuenta. Su afeitada a las seis y cincuenta y cinco. Su desayuno de siete a siete y diez. Su diario de siete y cuarto a ocho. Su trabajo de nueve a doce y de quince a veinte. Su ir y volver. Sus todos los días iguales., menos los jueves y sábados por la noche ritualmente preparados para hacerle el amor a su esposa. Preparado concienzudamente., detalladamente. Aunque cada vez tuviera menos ganas, aunque fuera siempre igual , sin fantasías. Terminando en la misma posición. ¿Y su tristeza de todos los domingos a la tarde?.¿Y sus iras de los lunes a la mañana?. Mezcla de enojo y depresión. Porque sus estados de ánimo también fueron parte de un ritmo impuesto e inalterable..¿Cómo muerto?.

¿No se había esforzado para fundar una familia?.¿No la había rodeado de las comodidades propias de su condición y clase?. Sólo él sabía cuanto esfuerzo prodigó para que sus chicos fueran a un colegio privado. Para asociarlos a un excelente club. Recordó el valor de su primer automóvil, cambiado regularmente cada cierto tiempo para no desvalorizarse. ¿Y el piso donde vivían?.¿Y los muebles?.¿Y los electrodomésticos?.Todo lo que aparecía no lo incorporaba regularmente al uso familiar?.¿Faltaron alguna vez las revistas, los best sellers y algunas colecciones de libros lujosamente encuadernadas, que nunca se abrieron . Cierto que cuando los hijos crecieron tuvo grandes dificultades con ellos. No lograba comprenderlos,entender sus raras costumbres, vestimentas, anillos, aros, cortes de pelo. Pero al final algo estudiaron ,no lo que él quería y soñaba. Se casaron, dieron nietos, salvo María que anduvo, mejor no recordarlo, enredada en líos políticos, pero pudo sacarla a tiempo del país y ahora está en Europa, portándose bien. ¿No trabajó siempre y se labró una posición envidiable?. ¿Alguna vez se metió en algo?. Siempre votó cuando hubo elecciones a favor, naturalmente. Además si gozaba de buena salud, ¿porqué no podía pasar la vejez tranquilo?.¿Cómo es que se había muerto?. Ridículo.

Pensó en el sufrimiento de su esposa a la que amó moderadamente y jamás engañó.Porque a pesar de sus cargos directivos y de las secretarias él cuidó muy bien su imagen y su rutina. Por sobre todas las cosas fué un buen ciudadano. Pagó siempre puntualmente sus impuestos. No encontraba el motivo para haberse muerto así sin darse cuenta.

Repasó su vida minuciosamente y no le encontró un solo defecto. Todo había funcionado siempre bien, con orden. Esposa buena y hacendosa Hijos modelos y obedientes, estudiosos y educados. Muy estudiosos y muy educados, a pesar de algunos contratiempos. ¿Porqué se casaron tempranamente y se fueron a vivir lejos y lo visitaban poco?. Cosa de jóvenes se dijo.Pero que quede bien claro, igual fueron obedientes. Aunque cada vez menos obedientes. Detalles, detalles sin importancia. Porque los adolescentes son por naturaleza rebeldes. El también lo fué en su época, pero en menor medida. Jamás se habría atrevido a decirle a sus padres lo que los hijos le enrostraban. ¿Y  ella su mujer?.¿No lo amaba y servía dócilmente con solicitud conmovedora? ¿No gemía de placer los jueves y sábados?¿O simulaba?.

Desayuno a punto con tostadas impecables. Almuerzo a punto, todo a punto y a horario. Jamás una sorpresa. Parecía hacerlo a propósito. Un menú para cada día de la semana, invariable durante toda una vida en común. Ropa limpia, bien planchada y ordenada dentro de los respectivos cajones del placard con ramitos de alhucema. ¡Qué rico perfume a lavanda!. siempre ese maldito perfume a lavanda. Cómo lo odiaba.

Cierto ella había envejecido casi como él, pero las mujeres disimulan más el paso de los años. Bastaba mirarla para encontrarla siempre igual. ¡Si a veces lo excitaba!.Bien , con esa aureola de serena felicidad. Sin una arista en su vida. Perfecta.

Aquello del intento de separación un mal momento. Un incidente sin importancia. Crisis superada con bastante trabajo pero superada al fin.

Divorcio,esa palabra lo golpeó rudamente. ¿Y la religión?.¿Y la tradición en la que lo habían educado?. ¿Y el juramento ante el altar?. ¿Qué dirían en la empresa?. ¿Nada tenía valor? Divorcio,consideró el asunto con indignación y desprecio.

Todo volvió a ser igual, como antes y a amarse todos los jueves y sábados como antes, como lo hicieron durante tantos años.

¿Pero ella alguna vez no tenía los ojos enrojecidos?. Por no hacerle caso. Por no ir al oculista más seguido. O por no tomar precauciones en la cocina cuando pelaba cebollas. Siempre se la veía impecable, con su delantal limpito, con un bolsillito en forma de corazón de donde sacaba con más frecuencia un pañuelo. Ella callaba, callaba obstinadamente. Y caminaba por el departamento con los patines reglamentarios. ¿Llantos?. Bah, cosa de mujeres.

¡Qué tiempos!. Los hijos pequeños y manejables. La mujer joven y atractiva. Vida brillante.¿O eran los pisos los brillantes a fuerza de cera y máquina?. No de ninguna manera, ese aviso fúnebre era un error.

El no solo había nacido sino que estaba vivo. Vivo y feliz. Siempre feliz..

El, la esposa aunque llorara de tanto en tanto, cada vez menos, cada vez más hermética. Y sus hijos casados dándoles nietos. Y María en Europa portándose bien. Buenos, estudiosos, obedientes a pesar de todo. Y por último la prueba de vida, sus costumbres , la costumbre.

Allí estaba él con su periódico, abierto en la página correspondiente con su aviso fúnebre.

A las siete y cuarto en punto. Más siete y cuarto en punto que nunca.

Chau y hasta la próxima

3 comentarios:

analau dijo...

al fin volvio ufa!!
por alguna razon no me llegaba
asique a ponerme al dia :)

Anónimo dijo...

La costumbre...: qué Reflexión.
un "Corto", largo...
Mientras leía todo eran imágenes...
Gracias.
Graciela, desde Rosario.

coto dijo...

Otra ventana abierta al pasado...lo peor va a ser el día que léa mi anuncio fúnebre,decías.
Frase desarrollada,completada.
Y ése sentimiento del domingo por la tarde...reconocible en cualquier situación,cualquier momento aunque no sepas que día es;domingo es domingo hay algo que lo hace ser así.