Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 19 de enero de 2011

381 Batalla entre bandas.

 

Kazuya Sakai 1967  revista ADN

"La vejez es maravillosa, lástima que termine tan mal"  François de Mauriac.
Se reunían en la placita todos los días, si el tiempo lo permitía. Cita obligada para charlar, hacer comentarios, pasar las horas. Profundizar una amistad necesaria a esa altura de la vida donde cada tanto se producía  alguna baja en el grupo y el número se iba reduciendo como si un cerco invisible se fuera estrechando en torno a ellos. Igual, animados como de costumbre no faltaban temas, entredichos, discordias, discusiones más o menos elevadas de tono, interrumpidas con silencios o susurros al paso de alguna muchacha. En general las causas de la  conversación y las disputas, siempre las mismas. Fútbol, política, mujeres, las jubilaciones... Alguien tuvo la ocurrencia de dividir al grupo en dos con el fin de llevar a cabo un desafío decisivo y mortal. Si la muerte ya jugaba demasiado con ellos había llegado la hora de hacerla objeto de sus juegos. Perfectamente  agrupados se encontrarían en fecha y hora y la emprenderían a los tiros hasta que alguno quedara vencedor y dueño de la situación. Munidos de sus correspondientes  revólveres, parapetados detrás de algunos árboles, bancos de la placita, abrieron fuego nutrido casi con algarabía. Los más ágiles caían para levantarse y continuar disparando a repetición con pausas para volver a cargar. Otros más rígidos, semi inmóviles parecían inmunes a los disparos y sin moverse seguían en su faena inmutables. La batalla duró un tiempito. Nadie herido, nadie lastimado. Cuando se les acabaron los rollitos y las cebitas siguieron gatillando simulando disparos con ruidos guturales. Alguno tomó su bastón a modo de rifle y siguió con sus disparos inofensivos.
En medio del alboroto llegaron algunas  esposas, hijos, nietos a rescatar a esos posesos de semejante duelo. Más de uno buscó en el pasto la dentadura perdida. Luego felices se fueron prometiéndose con la mirada, repetir el juego. La tarde caía y había refrescado bastante.
Chau y hasta la próxima

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