Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 28 de enero de 2012

Nº 490. Soy un árbol.

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Ombú  N.García Uriburu

"Con la lucidez atroz del insomnio". Borges.

Sí, aunque te parezca mentira he llegado a esta conclusión luego de una larga vida. Te diré porqué, te explicaré como me comparo y como me siento.

Mis ramas, muy extendidas forman una copa, ahora ajada, rala. Las hojas perennes, no pertenecen a la categoría de caducas, son ahora amarillentas, frágiles, con independencia de la estación reinante. A ellas las llamo estaciones silenciadas porque observo a la naturaleza cada vez más castigada, disminuída, encerrándose en mutismos, coartada su expresión por culpa nuestra.. Mis escasas flores no atraen a las aves ni a los insectos ya que el polen es incapaz de fertilizar. Sí me atraviesa raudamente un amistoso picaflor. Nadie anida entre mis ramas, incapaces de proteger con su ralo aspecto intentos de anidar y procrear. El sol se ensaña con mi castigado follaje, haciéndome sufrir como también lo hace el frío intenso. La brisa me alivia, me da placer. Lluvia, viento, temporales aumentan sufrimientos y daños.. Me encanta mirar al cielo, a él dirijo mis ramas. Disfruto de su color, de sus tormentas. De todas las nubes que lo pueblan o cubren. Si pudiera, de no estar tan arraigado sería un nefelibata. Entre ellas gozaría en mayor medida del sol, la luna, las estrellas. La brisa, el canto de las aves, el sonido de la naturaleza, mi música. Igual he extendido generosamente mis ramas durante mi vida para proteger a los míos, para intentar proteger a los demás.

Los insectos si me recorren, anidan, me carcomen. Adivino a mas de un gusano avieso aguardando su oportunidad. Mi corteza es altamente vulnerable y cualquier intento de grabar en ella algo, hace manar una resina roja, la imagino futuro ámbar como legado. Mis raíces profundas, bien adentradas en la tierra me sostuvieron con firmeza, aún en las peores tempestades que me azotaron. Amo, amé con respeto  a la tierra que me permitió arraigar. Ellas no solo me nutrieron ayudando a mi crecimiento y desarrollo sino que supieron trasmitir sabiduría, conducta, rectitud, honradez.. Pero ya no tienen la antigua fuerza. Oscilo, me apoyo en mi interioridad para mantenerme modestamente erguido. Se caeré en cualquier momento. Cuando ello suceda, algún hábil leñador me trozará en pedazos útiles. Serán fuego, papel, muebles ... Tengo la secreta esperanza que un avezado artesano construya con mi madera una caja cofre. Que ella contenga mis recuerdos, mi vida. En un rincón mi corazón aunque de cometer la imprudencia de evocar a mi amor por ella se agrandará, no tendrá espacio ni cabida en la caja. En su fondo una vez vaciada se encontrarán dos frases, cuatro palabras:

Fui árbol.

Fui persona..

Chau y hasta la próxima.

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