Nº 777. Impronta

Foto: Nicolás Gargiulo 2014

"Me tachan de melancólico, nostalgioso. Es verdad ¿pero quien no evoca buenos recuerdos sin añorarlos?"

Cuantas huellas han dejado en nuestras vidas, ellos, los objetos inanimados.Componentes sistemáticos de nuestras realidades, por su utilidad material y espiritual.Por su presencia constante, su ayuda, su colaboración.A poco de meditar sobre este asunto las primeras conclusiones nos llevarán a reconocerles propiedades múltiples.Decían y creían los celtas, ya lo he mencionado varias veces que esos objetos alojan el espíritu de personas, de antepasados, que reaparecen, se liberan cuando son blanco del reconocimiento, el recuerdo del memorioso de turno. La descripción de los objetos,lo que ellos sugieren pueden provocar lo inesperado, sin ir más lejos lo que se ve en la ilustración.¿Qué me dice esa pared?.Pues es el muro hacia la casa lindera edificada en el lugar de lo que fuera mi casa natal, en la calle Montañeses obviamente demolida. Esas siluetas casi difumadas e incompletas que miran hacia lo que fue la residencia vecina, son bosquejos, improntas del perfil de mi amada y desaparecida casa. ¡Que inmenso contenido rememorativo representa al evocar esa vivienda,sus objetos inanimados, el desarrollo de mi vida! Y al mirarla, al detenerme por largos minutos en la contemplación, en hacer acopio casi tumultuoso del pasado presente en esos perfiles, parangonados a restos arqueológicos de mi historia, me gana la firme convicción que ella, como lo hacen con seguridad los objetos inanimados, responden a nuestro reconocimiento, individualización, nostálgico,"céltico" recuerdo, ellos también reconociéndonos.Allí detrás de ese muro emblemático, con esas, mis amadas huellas,se elevaba, hoy en ausencia mi casa.En su interior sensaciones, vivencias que redimo en memoria abrumada, colmada, plena de bellos recuerdos, aún aquellos de contenido trágico.Porque todos , unos y otros conforman un bloque inolvidable, entrañable.Hoy, tengo la sensación de estar en ella.Habitándola, disfrutándola, rodeado de todos mis seres queridos.Por momentos en contemplación nocturna, cuando la luz lunar, en su lento y frío iluminar iba recortando las siluetas pobladoras de un bello y fantasmal jardín.Yo allí parado, inmóvil, siento que el suelo camina por mí transportándome por y hacia los aflorados recuerdos.

Chau y hasta la próxima.