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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 25 de octubre de 2014

Nº 779 El soldado conocido

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"Su tumba ni tiene llama votiva"

En estos tiempos se recuerda en reiteradas veces y medios los cien años de la iniciación de la primera guerra mundial de 1914. Su monstruosidad, los millones de muertos, sus víctimas, sus consecuencias políticas, geográficas, el reparto de las hegemonías.Los nuevos imperios, la revolución rusa, el nacimiento del fascismo italiano. La tecnología que comenzaba a asombrar creciendo en plan destructivo.Las armas de todo tipo siempre las manejaba el hombre ungido mayormente del soldado.Los victimarios responsables crearon un culto titulándolo El soldado desconocido, se lo inculcaron e impusieron a los pueblos para que veneren a sus muertos-héroes.

Yo tuve al soldado conocido. Veterano italiano, mi juventud lo haría figurar como personaje de leyenda. Las historias que en su tiempo me relataron mis padres que si la vivieron a distancia, tal como luego me sucedería a mi con la segunda guerra mundial. Bandos reunidos en bares, cantinas, fondas discutiendo acontecimientos, tácticas, triunfos, derrotas. Haciendo pronósticos.

Este, mi veterano entre otras batallas del desastre de Caporetto, tan bien descripta en Adiós a las armas ,era un símbolo viviente, un nombre de los muchos que en Italia tuve oportunidad de leer en monolitos, en placitas de ciudades y pueblos donde estaban grabados los nombres de los hijos del lugar caídos en el frente. Mi fantasía imaginativa había sido abonada sobre esa guerra con lecturas como el mencionado Adiós a las armas, Sin novedad en el frente y su saga De regreso. Películas , también en versión cinematográfica de Sin novedad en el frente, Adiós a las armas, La gran ilusión, Yo acuso,entre otras muestras acabadas de un horror insuperado.

Cuando lo trataba se mostraba alegre con un carácter impensado para un veterano de semejante guerra. Ejercía su oficio de carpintero en una gran empresa y cobraba su pensión del estado italiano como ex soldado. Fanático de la pesca muy acriollado en costumbres asimiladas, aunque con las palabras propias del inmigrante. Gran asador y jugador de truco.

Pero nunca, nunca pude arrancarle una frase, una palabra, una explicación sobre que había sentido al matar a un enemigo; como habían sido las luchas cuerpo a cuerpo con bayoneta calada. Seriedad y mutismo fueron siempre su única respuesta.

Se llamó Quinto Ferro.

Chau y hasta la próxima

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