Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 22 de octubre de 2014

Nº 778 Un tren llamado langosta, una muñeca, y una vida que pasó.

 

 

La chola

 

El lugar, como suele decirse ahora , un no lugar.A lo sumo ranchos dispersos, una capillita también de adobe, cada, no se sabía ese cada, visitada por un fraile huraño y desganado.Su aparición con el arribo de algún tren.Porque eso, ese conjunto de ranchos estaba  atravesado, cual tajo feroz por una vía ferroviaria recta, recta, recta.Allí si , su paralelismo orillaba el infinito..En uno de sus fondos horizontes el paisaje estaba enmarcado por montañas,cumbres nevadas, montes bajos.Hasta allí una planicie puro desierto.

No había cronograma, horario para el paso de ese tren que los lugareños apodaron langosta, ya que su locomotora había sido pintada en una época de verde.Con ese color, ya sucio y desteñido y los brazos que impulsaban sus ruedas el mote le cabía perfectamente.Arrastraba tres o cuatro vagones, furgón incluido.A ellos con el fin de integrarlos en el conjunto los bautizaron tucuras.

En momentos inesperados las vías eran surcadas por una zorra impulsada por sus tripulantes quienes le habían colocado un mástil, improvisando una vela muy rudimentaria, que, hinchada por un viento pródigo, les ahorraba el esfuerzo manual.A no ser por una bocina de bronce con pera de goma, como las que usaban los autos antiguos,con su sonido rompían el encanto visual de compararla con la barca de los argonautas dirigidos por Jasón en su búsqueda del Vellocino de Oro. No surcaba aguas sino chemins de fer.

Las raras apariciones del tren langosta era una especie de secreto del jefe de estación,En las vísperas cual anuncio con una soga roldana hacía pasear una muñeca vestida como una lugareña aunque con cabeza negra.Extraño porque los africanos eran allí totalmente desconocidos,quizá esa cabeza fue parte de un conjunto de trastos viejos.Ese paseo desfile de un extremo a otro del andén tenía su explicación.Se sabía así que al día siguiente pasaría el tren y si alguna muchacha lugareña soñaba con ser rescatada de allí, ocupaba el lugar de la muñeca con la ilusión de ser raptada por algún pasajero.Esta vez, nuestro forastero, había llegado al lugar por distintos medios y se aprestaba a abandonarlo. Al ver la muñeca mujer, la rodeó con sus brazos y comenzó a besarla mostrándole efusivamente todas sus intenciones. Ella la lugareña más bella, no solo no opuso la menor resistencia sino que devolvió esos gestos con mayor pasión.

No se subieron al tren, no partieron.Se radicaron en ese no lugar atrapados por un amor pasión.Los años pasaron, se fueron ajando.El con su calvicie, mechones de pelo blanco.Ella, la muñeca plateada por la luz de la luna, de brillo inusual en esos cielos límpidos, tachonados de estrellas.Los hijos partieron, ellos juntos , unidos por sentimientos indestructibles continuaron  juntos, amándose , viviendo.

Ya no desfilaba más la muñeca por la soga.Ella, la de él si partió un día.Esperó  el tren que ya no era el langosta, sino tirado por una locomotora diesel eléctrica, Hizo un atadito maleta con las pocas cosas que consideró debía llevarse calificándolas de suficientes.Se ubicó en el asiento de madera. A su lado depositó su magro bártulo.Cuando el tren anunció la partida un súbito arrepentimiento se apoderó de él. Se bajó rápidamente y se quedó mirándolo como se alejaba. En su perspectiva visual,en su interior ya lo sabía, tropezó con una cruz de madera, donde estaba su muñeca.Se dijo y con razón la vida ha pasado.Sin importarle recordó un olvido.Esos testimonios de la vida que había juntado para llevárselos se iban ya transformados en un punto lejano de ese tren.

chau y hasta la próxima

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