Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 25 de octubre de 2008

149 Otra vez me pregunto,te pregunto.


En mi Ufa con ese título aludo, como inciden en nuestras conciencias, nuestra sensibilidad, las horrendas informaciones sobre las debacles  mal llamadas desastres humanitarios,ya que como bien dijo el académico Lázaro Carreter, los desastres no pueden ser humanitarios. Guerras ,matanzas, informaciones llenas de imágenes, fuertes,fortísimas . A ellas en general se las ve a la hora de almorzaro o de cenar. En general no se nos corta la digestión, ni se nos quita el apetito. Tanto nos hemos acostumbrado. Las cinematográficas retrospectivas e históricas, con campos llenos de soldados heridos o muertos víctimas de las batallas, casi escenografía o coreografía indispensable. Héroes, reyes, matanzas según épocas y armas disponibles, métodos y tácticas empleadas. Ha sido común luego de las batallas ver a los saqueadores, los triunfadores, los familiares buscando botín, despojo de muertos, llanto dolor por reconicimientos. En  silencio, con quejidos. En estas evocaciones hay un elemento nuevo incorporrado a esas imágenes. Los teléfonos móviles, hoy parte del equipaje humano que suenan a veces en el cuerpo de los muertos. Los que los llaman, los que quieren saber de su suerte, porque la noticia ha volado, como sucedió en el atentado de Atocha, Madrid. El impresionante sonido sin respuesta de ese omnipresente artilugio. Llamando, sonando en vano. Fué una masiva primera vez que este hecho tuvo también una masiva repercusión mundial. La próxima, si desgraciadamente llega a suceder, no producirá el mismo efecto. Lo incorporaremos al sonido de la muerte como un ingrediente más de nuestra locura, y cuantos otros sonidos que desconocemos y acompañan a la muerte, los de la guerra, por ejemplo. Pasará lo mismo con el espectáculo de las torres gemelas. Vimos al avión estrellarse. Vimos al otro avión estrellarse. En ellos había gente, incluídos los suicidas.Vimos el efecto. Pendientes estuvimos de un derrumbe que al principio no creímos sucedería o imaginamos. Allí, dentro de los edificios,¿también sonarían los celulares?. No los oimos. No llegó su sonido. ¿Y en las ruinas?. Dificil. Demasiado el desastre. Quizá, sin embargo, lo más impresionante no haya sido el hecho, la destrucción, las torres cayéndose, sino la de aquel hombre tirándose al vacío o la de aquel otro que desde una ventana agitaba un trapo o un pañuelo. Creo que nuestra capacidad de asombro ha sido casi colmada,y lo triste es que nos vamos acostumbrando.

Chau y hasta la próxima.

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