Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 23 de septiembre de 2009

244 Sus dos muertes

Río , plastilina sobre madera- Panóptico III

Había muerto un miércoles 3 de mayo de 1978. ¿Porqué un 3 de mayo?.  Es imposible saberlo. El destino de cada uno es un misterio que recién se conoce en el exacto momento en que se cumple. Sin embargo, ese 3 de mayo tenía algo especial. No era una fecha-azar en la vida de alguien.  Prueba de ello es que muchas veces, cuando nuestro personaje garabateaba distraídamente sobre un papel dibujos de animales, cosas, su firma, indefectiblemente aparecía escrito repetidas veces el 3 de mayo. ¿Premonición?. Quizá. Lo cierto que ese día murió.

Luego , la rutina habitual. Primeros llantos, desesperación, desfile de amigos y parientes. La clásica larga noche que precede al entierro. Larga para todos pero enormemente corta cuando llega el momento de cerrar el ataúd. En ese instante, cada uno adquiere plena conciencia de que es el fin del fin. No verse más, despedirse para siempre.

Sin embargo, en este caso, y aunque parezca ridículo mencionarlo, el muerto estaba tranquilo. No había en él ningún signo de tragedia ni dolor. Por lo menos aparentaba no compartir el sentimiento de quienes lo lloraban.  Más de una vez cada uno de nosotros hemos imaginado nuestros futuros funerales. Pensamos cómo reaccionará la familia; cómo serán los discursos y los homenajes si no somos modestos . La visión de toda la ceremonia no deja de llenarnos de cierto orgullo y satisfacción, sobre todo al saber que en un momento dado, aunque sea en esas circunstancias, seremos lo más importante, el causante de las tristezas, respeto, y a lo mejor, por qué no decirlo, de admiración. Esa misma sensación tenía nuestro muerto. No lo asustó la oscuridad total, ni le molestó el traslado un poco irregular y algo agitado, producido por los brazos vacilantes de quienes lo portaban que, influidos por la pena que los embargaba, flaqueaban al sostener las manijas del féretro. Percibió claramente el ruido de las sogas de los sepultureros que lo bajaban al fondo de la fosa, y vió claramente a través de la tapa del cajón un cielo rectangular y celeste, forma exacta del hoyo cavado previamente.

La tierra comenzó a caer. Primero en terrones que parecían lágrimas, luego en paladas abundantes. Rápidamente se hizo la oscuridad completa. Una oscuridad fría y húmeda, con un silencio absoluto que no lo atemorizó en ningún momento. Por otra parte no estaba solo. Minúsculos organismos se sumaban a los que venticuatro horas antes habían comenzado su tarea.

Esperó lo que creyó un tiempo prudencial y luego con energía inició su salida al mundo exterior. Utilizando sus manos mágicamente abrió la tapa del ataúd, empujò la tierra, y saliendo de su tumba se dirigió a su casa.

Lo desconcertó durante todo el trayecto la indiferencia de la gente que aparentemente no notaba su presencia, y un almanaque en un puesto callejero  decía 3 de mayo, sin año ni día.

Cuando entró en su hogar la familia reunida sí lo vió, pero con dolorosa sorpresa primero y horrorosa repulsión después. Su mirada de ojos vacíos recorrió la habitación y se fijó en un cubo que por un sistema de cilindros giratorios marcaba los días y comprobó con espanto y pena que indicaba jueves 3 de mayo de 1979 . Su cuerpo se había deshecho y solamente jirones de carne podrida cubrían sus huesos intactos. Los compañeros de soledad cumplieron eficazmente en ese año con su misión. Aquella tranquilidad que lo mantuvo sereno hasta la muerte había desaparecido. La reemplazaba una tremenda sensación de angustia y dolor. Ahora sí comprobaba que lo sucedido anteriormente no era una ficción con posibilidades de revivir. Resignadamente volvió a la fosa. Se acostó y lentamente se fué cubriendo de nuevo con tierra. La seguridad de su muerte definitiva era absoluta y una gran tristeza invadió su espíritu. Dos surcos se dibujaron en sus descarnadas mejillas;lágrimas brotadas de sus ojos sin ojos fueron su última expresión de vida. La oscuridad se fué haciendo completa.

Se despertó bañado por la traspiración. Había tenido una horrible pesadilla. No recordaba bien los detalles y menos aún la fecha. Pero tenía toda la sensación de que lo ocurrido había sido realidad. Se levantó como de costumbre. Se bañó, se afeitó y al verse en el espejo, la opresión que lo embargaba se fué disipando. Tomó el desayuno y se dirigió a su escritorio a trabajar, como todas las mañanas. Al llegar, puso mecánicamente al día su almanaque. Repasó con un optimismo natural las tareas del momento, casi olvidando totalmente la angustia nocturna.

Era el 3 DE MAYO DE 1978.

La fecha, por supuesto no le llamó la atención.

Chau y hasta la próxima.

Nota. Sus dos muertes fué publicado en el Anales de la Sade,(Sociedad Argentina de Escritores) en el año 1980.

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