Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 6 de enero de 2010

274 Barquitos de bronce

Antonio Devoto , la tortura.


Fuí un chico nacido y criado en mi barrio, Belgrano. Lo recorría husmeando  rincones, muchos de ellos compuestos de llano y río. Grandes descampados en particular en el bajo, mi principal lugar. Dentro de él, el barrio de las latas, pobreza concentrada sin la escala de hoy. En consonancia viviendas pero sin la categoría de las populosas villas actuales. En ellas la ausencia de refugios de malvivientes, drogas, etc. Ya mayor las caminé de día y de noche sin el menor problema. Más, muchos de los chicos, sus habitantes comían en mi casa. Describo con superficialidad lugares, ambientes. Cada tanto una sudestada, la crecida del río que arañaba el muro del ferrocarril trocha angosta. Hoy alejado por el añadido de rellenos, la ciudad universitaria, el aeroparque, etc. Disponíamos, cruzando la calle Blandengues, hoy av del Libertador de un amplísimo espacio otrora ocupado por el viejo hipódromo de Belgrano, ahora Barrio Parque Gral Belgrano, mal llamado barrio River. Gozaba verificando transformaciones, cambios, la construcción e inauguración del monumental. Los rellenos sanitarios de terrenos bajos con basura transportada por carros tirados por caballos. El paso de los barcos y chatas navegando por el canal costero en cercanías muy visibles. De toda esa vida bullente, con los obreros cumpliendo largos horarios en las textiles , el paso de los caballos de carrera de los distintos estudes haciendo repiquetear sus ligeros cascos en el empedrado. Pero había un lugar  que me atraía en forma muy especial y allí me iba a verlos. A admirar el edificio, a imaginar en parte impulsado por una tradición que mi abuelo navegante me trasmitía con sus relatos y mis fantasías. Emprendía mis caminatas por Blandengues rumbo al norte, hacia Vicente López para encontrarme con ese impresionante e inmaculado edificio. Leía en su frente Escuela Mecánica de la Armada, y su reja impecablemente pintada y mantenida tenía a simétrica distancia un rectángulo cuyo contenido era un barco a vela, como estampado, hecho en bronce dorado. Se los puede ver aún hoy. Están en distintas diríamos poses. Unos alejándose, otros más de frente. No son todos iguales aunque sí se repiten. Esos barcos de bronce significaban para mí la encarnación de los sueños que acunaba mi abuelo con sus relatos. Viajaba en ellos, emprendía singladuras impensadas. Los arrancaba de su inmovilidad. Más tarde un 4 de junio me acerqué a la ESMA para ver los resultados del encuentro entre las fuerzas revolucionarias y los marinos defensores del gobierno constitucional de Castillo. Monté en mi bicicleta y ví con asombro y espanto las consecuencias del tableteo y estampidos que llegaron a mi casa esa mañana. El frente de la escuela con impactos de bala y presumo de armas más pesadas. Algunos caballos y mulas muertas tiradas en el piso y un colectivo 29 en ese tiempo de la Corporación de Transportes volcado y acribillado a balazos Ignoro la suerte de sus ocupantes-
El tiempo pasó y ya adulto no volví a pasear  por allí para ver mis barcos de bronce. Habían perdido su hechizo, mi imaginación volaba hacia otros rumbos. Una larga noche se abatió sobre la república y dentro de ella en aviesa nocturnidad se oían desde mi casa nuevos estampidos, sonido externo de un drama infernal  ya que allí   funcionaba un campo de concentración. Hoy cuyos responsables por fin están siendo enjuiciados, causantes de tanto dolor y espanto, maculados por haber traicionado además una trayectoria histórica y honrosa nacida en los albores de nuestra historia.
Y esos barquitos de bronce, hoy acompañados en la reja por siluetas  representativas de las víctimas, en un lugar con justicia transformado en museo, sus barquitos de bronce vuelven a navegar, no ya en la aventura imaginada por un chico, sino en el mar con el rumbo que impone la justicia.
Chau y hasta la próxima

1 comentario:

coto dijo...

Un día,sábado por la tarde,nos fuiste a buscar al Cef con mami.Al volver fuimos por atrás de la Escuela de Mecánica.
Le comentaste:"están haciendo un campo de concentración"
Sabía de que hablabas porque leíamos la Segunda Guerra Mundial.