Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 20 de enero de 2010

278 Mi yo, tu yo

s/t Hernán Cédola

Cómo dice yo el que no recuerda?" Silvia Mallory  (Desarticulaciones).


Este texto entronca con los anteriores  Huellas, Me sirve, no me sirve, En busca del tiempo perdido
La pregunta que formula el encabezamiento motiva distintas reflexiones y porqué no alguna conclusión. Intento imaginar ponerme en el lugar del yo ausente. Qué pasa por la cabeza de quien, despojado de su memoria forja una nueva personalidad en parte distinta, en parte con retazos tomados del pasado armados cual patch work, y también de un confuso y errante presente. Todos esos parches unidos de distinta forma según los momentos, configuran su yo. Quizá o seguro los especialistas sepan dar una explicación y descripción afinada de esta patología tan común en los ancianos y ciertos enfermos, pero aquí se trata de pensar en condición de legos. ¿Porqué esta distinción?.Pues al hacerla uno percibe junto con la ignorancia cierta sensibilidad imaginativa que nos impulsa a ocupar el lugar de ese otro, de ese yo sin el yo original. Porque así uno se puede preguntar por el mecanismo de su presunta construcción. El emparche de esos retazos desarticulados, incapaces de construir una verdadera trama coherente, desembocan indefectiblemente en la negación, en la desorientación, en un no saber qué se es.  Menuda tarea se le impone al hombre. En lucidez ser; en la oscuridad el no ser y además ignorarlo. Porque quizá así sea o en parte, por momentos en relámpagos cerebrales que iluminan con destellos fragmentos de un rompecabezas imposible de componer. Piezas por un lado, piezas por el otro. No encajan ni coinciden las formas ni las figuras parciales que componen un todo . Imágenes incompletas dramáticamente irreconocibles, como lo son las figuras familiares, armadas, pedazos de ese todo fragmentado, desconocido, a veces novedoso, a veces incentivador de pequeños momentos de lucidez. Difícil, muy difícil pensarse sumido en semejante penumbra. Produce en nuestro interior angustia, pánico de solo imaginarlo. Dejar de ser, ser otra persona, no darse cuenta de ello, quizá por suerte. Aquí, llegado ese momento visto desde  un razonar frío y sereno, ya inmerso  en esa nueva personalidad no se añore la anterior, se la asuma tal cual es y como somos a partir de. Pero en el entorno, el mundo circundante se empeñará  en una protección con intenciones legítimas e intentos que apuntarán a una recuperación, en casos imposible, a una mitigación magnánima, a un aislamiento donde los otros yo tratarán que ese nuevo yo nacido en el ocaso o la enfermedad, cuya envoltura sigue siendo corporalmente la misma, parecida o en gran parte degradada pero perfectamente reconocible, la imagen de ese alguien amado, tolerado, respetado o aún no querido, esa persona en realidad es otra y es la misma. Y ella en su interior se creerá la de siempre, es decir la de ayer, la de hoy, la de mañana, aunque más tarde se le implante otra, y otra. Para ella será siempre la verdadera.
Chau y hasta la próxima.

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