Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 16 de febrero de 2011

390 El dedal

Un dedo etéreo, grácil, más femenino aún que su dueña cuando se lo calza para bordar primores. Un dedo menos etéreo, menos grácil  aunque tan femenino como el anterior, se lo calza para coser ropa.. Un dedo por momentos algo rústico en consonancia con el resto de la mano, la persona, se lo calza para zurcir.
Ese dedo puede tener uñas batalladas, de piel curtida o lastimada, pero no le va a la zaga de la laboriosidad de los otros dedos. Sus dueñas, todas ellas de bellos ojos enmarcados en agradables facciones o no. Seguro sí pero con el transcurrir de los años todo se ajará y esos ojos perderán brillo, agudeza en inexorable desgaste. Al hilo costará enhebrarlo. La aguja en su extremo parecerá más distante con su orificio más invisible. Sucederá lo mismo en la máquina de coser. Otras laboriosas y sacrificadas manos de juventud tejerán mantas, ponchos, alfombras, tapices. Las orientales inmolarán su salud haciendo nudo tras nudo . Otras quemarán sus manos deshilachando capullos de seda. Siempre las manos, con o sin dedal. Mayoritariamente, abrumadoramente femeninas. Tarea reservada a semi-esclavas aunque así no se las reconozca. Siempre ellas. Casi imposible asociar un dedal corriente a un hombre, aunque si es sastre o confeccionista  lo usará por lógica pero pequeño su número en comparación. Un dedal manopla lo usaban los marinos en la época de los barcos de vela. Así empujaban las gruesas agujas con sus fuertes hilos para coser las duras telas de las velas desgarradas.
Dedales de distintos tamaños, distintos materiales, distintos diseños. Todos ellos útiles, emblemáticos. Representativos de una historia común y de pequeñas historias particulares. ¿Habrá usado dedal la niña del cuento que se pinchó un dedo?
Había una vez un dedal guardado dentro de un costurero. Lo acompañaban botones, agujas, alfileres, hilos, alguna tijera, hilos para zurcir medias.. A ese dedal sus compañeros lo llamaban picado de viruela. Todos encerrados en una caja, una lata que hacían las veces de costurero, o uno clásico. Cerrada la tapa todos quedaban sumidos en la oscuridad y aunque por lógica no tenían noción del tiempo, sabían con exactitud la función de cada uno. La tijera se ufanaba por cortar todo aquello que se le pusiera a tiro. Los botones con o sin cuatro agujeros, formas y colores diversos soñaban con volver a lucirse sobre alguna tela. Los alfileres de atravesar lo que fuera con tal de despejar con su trabajo, alguna mala idea que pasara por sus cabezas. Las agujas, cíclopes mirando  recelosas a los hilos dispuestos a penetrarlas. Y así, cada uno de los elementos guardados esperaban con ansiedad su turno, su oportunidad para cumplir misión y sueños. ¿Y el dedal? Sabía que su turno llegaría, pero no aparentaba impaciencia alguna.¡Picado de viruelas!. La ignorancia de sus compañeros les hacía confundir su característica con su funcionalidad. Así su aspecto primoroso por fuera pero suave, muy terso por dentro para recibir, acariciar ese dedo mágico que lo calzaba. Supuso, con cierta dosis de veracidad que esa característica exterior en interior le confería por lo menos, un esbozo de alma. Y era cierto, tenía razón.
Este cuento se ha acabado.


Chau y hasta la próxima.
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