Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 12 de marzo de 2011

397 No se lo pude contar.


El Cuerno de Oro llamado en turco Halic, está situado en la parte europea de Turquía. Antiguo puerto natural fué llamado así porque durante la puesta de sol se lo ve dorado y porque su forma física semeja a un cuerno. Confieso que Estambul me resultó una de las ciudades más hermosa y hechizante que tuve la fortuna de conocer. La visitamos con Julia mi esposa y la experiencia vivida entre el lujo de sus palacios, la belleza y magnificencia de sus mezquitas, su inmerso e imperdible bazar, o el de las especies y una reminiscencia del antiguo imperio otomano, sumado al viaje a Ankara, la capital, Anatolia, Hadas y una larguísima vista de lugares  a cual más significativa. Pero no es mi intención hacer de este UFA  un relato de turismo sino deseo referirme en especial a un escritor francés Pierre Loti que vivió en Turquía como instructor de la marina turca en el siglo XIX. Se llamó Julien Viaud, nació un 14 de enero de 1850 y murió en Hendaya el 10 de junio  de 1923. En 1891 fué elegido miembro de la Academia Francesa. En 1906 publicó Las desencantadas.Hermosa novela con trágico final que relata  la historia de amor con la limitada vida de esas mujeres sometidas a las costumbres y leyes de la religión, afirmando la supremacía masculina. Cuando nos sentamos a tomar un té de manzanas en el café de Pierre Loti, por ser ese el lugar frecuentado por el escritor, con la vista puesta en el Cuerno de  Oro, en forma instantánea aparecieron recuerdos que me conmovieron hasta lo más hondo.
Ya de regreso , volví con el firme propósito de compartir esa experiencia, contárselo, decirle que había estado allí. Que el autor de su novela preferida era un habitué de ese lugar.Como dije  con la intención de transferirle todas esas sensaciones.. Llegué conciente de que no podría hacerlo. Con la frustración a cuestas. Imposibilitado de revelarle mis confidencias. Contarle que había conocido ese mundo inspirador. No encontraría palabras adecuadas para contárselo todo. Mis vivencias, mis emociones, su recuerdo. Mi incapacidad, obstáculo insuperable. Pero todo esto lo sabía de antemano, parte importante de mi frustración, pero además era conciente que con simples palabras emotivas de hijo cariños podría conmoverla, alegrarla, hacerla feliz.  Imposible, ella mi madre, hacía años que había muerto.
Chau y hasta la próxima.

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