Nº 493. Caricias y mimos sutiles. "Julia , mi Julia".

Nuestros dedos se entrelazan. Antes las manos se buscaron. Ella duerme pero responde con una suavidad indescriptible continuando con sus párpados cerrados, sin despertarse. En un momento me suelta y rasca las sábanas con sonido travieso. En otro momento su vocecita embarga mis oídos con sonidos felinos pero incomparablemente más seductores. Sus preciosos pies con los deditos amasan regularmente sin la menor conciencia de ella en ejecución mecánica. Llega la hora de levantarse. Intercambiamos algunos  tiernos saludos, alguna caricia, más de un beso. Estallan otros a distancia, enviados en código . Gestos, algún murmullo. La voz, las palabras, los silencios. Lo que se dice, lo que se calla. Nuestras formas secretas de comunicarnos. No hay decisión de ocultamientos, porque están allí escondidos para ser interpretados. Aparecen sus ayudas ante mis imposibilidades. Cuidados abnegados, hechos con amor y ternura. Cada roce, un efecto eléctrico. Ella cubre con besos mis dolores. Acción, gestos, miradas. Inventa nuevos gestos queriendo trasmitirme una energía que escasea. Son graciosos, llenos de embeleso. Ejerzo mis picardías para tocarla cuando ella está ocupada conmigo. La tengo muy cerca y aprovecho la circunstancia. Se ríe, me reta, me besa. Toda su inmensa inteligencia, espíritu de sacrificio, su amor, volcados para mejorar mi deteriorada calidad de vida. El 9 de febrero cumplimos 57 años de casados. Somos dos ancianos con 83 años cada uno. Agradezco a la vida por habérmela otorgado , por los hijos que me dió, pero por sobre todo a ella, mi gran amor.

Chau y hasta la próxima.

 

Nota: disculpá asiduo visitante este rapto de intimidad.