Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 22 de febrero de 2012

Nº 497. Nostálgica acuarela.

 

DSC03000[3] Tango, Aldo Sessa 1998

"¡Otra vez la nostalgia! sobre todo por algo que nunca vi"

Es un hermoso sentimiento acunado en el amor al recuerdo. En estos días se festejó el carnaval  y continuará algunas jornadas más. Podríamos situar este UFA en uno de esos momentos cuando  la gente humilde hacía de su baile su fiesta, se disfrazaba, ejecutaba sus juegos. Sirve esta acuarela para imaginar la reunión en otras expresiones

Abro la caja de pinturas, tomo un desplumado pincelito, lo mojo y lo paso por las pastillas de colores ya muy consumidas. Han impregnado la hojalata de la caja con sus desleídos tonos. Este acto imaginario no es más que la traducción práctica  de escribir lo que voy a relatar.

El patio de un conventillo de aquellos tan numerosos situados en el bajo de la ciudad de Buenos Aires. Este en particular sobre la calle San Martín, barrio de Retiro, cercano al actual edificio Kavanagh. Patio amplio, rodeado por  las piezas, el único baño al fondo, el lugar para lavar la ropa con su piletón y cocina. Plantas en macetas y latas lo adornan y pueblan. Prevalecen los malvones, geranios, helechos, claveles, también los del aire. Le dan así un tono criollo aunque esas plantas no tengan su origen en estas tierras. Los inmigrantes en gran proporción son parte de esta población orillando la miseria.

El bandoneón, la guitarra, la flauta enhebran valsecitos, milongas, alguna ranchera y sobre todo tangos. De no ser por el pequeño conjunto solamente  podría sonar un gramófono de corneta reproduciendo las grabaciones de Pacho, las canciones milongueadas de Andrés Segurola, el dúo matrimonio  Gobbi con sus canciones festivas describiendo la suerte de aquellos miserables habitantes del subsuelo de la ciudad, sus aventuras y sus desventuras.

El patio adornado con  farolitos de papel, vibra al son de la música. La luz también emerge de los ojos de las muchachas percaleras que bailan encendidas abrazadas a su pareja, dejándose llevar y guiar por la sabia mano de hombre que le indica pasos y figuras en la danza. No hay barbijos ni cuchilladas vengadoras.

Casi todo es alegría, salvo para aquellas que esperan sin éxito la señal con la cabeza que las invite a salir, rompiendo el maleficio de planchar. En el animado patio continúa la fiesta. Con mate, tortas fritas y otros comestibles y bebidas. Es la alegría de los pobres. Es la condición para eludir la dura realidad. Los chicos haciendo bulla. ¡Qué bien cantó estos ambientes el Tata Cedrón usando los versos de Carriego y de otros inspirados poetas como Raúl González Tuñón.

Esta acuarela mal pintada por mí no es más que un deficiente ejercicio de memoria. Porque quien rememora usa el derecho de tergiversar sus recuerdos, agregarle su fantasía, cambiar las cosas agregándole aquello que le dicta su mente. Es la evocación de un pasado ya inexistente e irrepetible. De un lugar de la ciudad donde en su tiempo se agrupó y congregó un conjunto de gente fundadora de lo que hoy es la familia que creció, acuñó apellidos, los entrelazó y ahora se dispersa, se difuma y en cierta medida se transforma en renovación lógica. De este pobre semillero se formó gran parte de nuestra clase media.

Esta nostálgica acuarela recibió sus pinceladas fundamentales de los relatos de mis viejos.

 

Chau y hasta la próxima.

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