Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Nº 796 Unas florcitas

 

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"Ellas, si las volviera a ver, seguro me reconocerían"

Llegaban a mis manos todos los años para la misma época, cargadas de misterio, de sorpresas, porque aunque repetidas, sabidas, ellas siempre ocultaban una belleza renovada, pero prevista.Sin embargo, a pesar de todas sus minúsculas virtudes,para mi en ese momento adquirían visos de desencanto.Dicho todo esto así se asemejan a sentimientos contradictorios, naturales en un chico que sabe ha llegado el momento de la recepción de los regalos de turno.Los ingleses ¡ah los ingleses!.Ellos menos su idioma imprimieron en mi vida de niño de clase media acomodada, de origen y composición mediterránea, italianos puros, los hábitos, costumbres prevalentes con su dominio político, económico hasta un largo tiempo después de la 2º guerra mundial, cuando el imperio se fue desmembrando y otro imperio, el norteamericano lo reemplazó hasta hoy. Los productos ingleses eran de circulación acotadamente masiva, al alcance de un consumismo selectivo, pero de presencia en la capital muy visible. Costumbres como tomar el té a las 5 de la tarde con la compañía de scons. Las grandes tiendas como Harrod`s única fuera de Londres, los ferrocarriles, el transporte. Un país hecho a la medida de sus intereses.Todo lo que era necesario se fabricaba en Inglaterra y se consumía en nuestro país.

En las mesas se asentaban los seguros sifones Sparklets, de malla metálica, muy higiénicos reemplazando a los clásicos de vidrio baratos y peligrosos . Ese estilo, esas costumbres no eran suficientes para sustituir nuestras tradiciones ancestrales, pero tenían la sutil influencia de presentarse, rectifico, con ninguna sutileza en la vajilla clásica azul con motivos centrales chinos, la pareja que huye por un puente perseguidos por el padre de la fugitiva.Los cubiertos Sheffield.Si, presentes cual lujo en nuestras modestas galas, en decoración, adorno, uso, como lo mejor disponible en la casa.Ni mencionar a los juguetes meccano, dinky toys, las maravillosas bicicletas inglesas.Podría hacer una larguísima e incompleta lista de productos en boga sin olvidar a las relucientes libras esterlinas de oro, similares en peso , tamaño y valor al orgulloso peso en oro argentino.Me estoy apartando del motivo de mi relato aunque no hago más que ambientar,.justificar el porqué de las florcitas.

Cada Nochebuena, como la de hoy nos aguardaba en nuestra engalanada mesa, donde comidas mas elaboradas, dulces, bebidas de calidad, presidida por el consiguiente árbol, se encontraba para cada comensal un cracker, cilindro de papel que tirando de los extremos , se rompían estallando y dentro de ellos aparecía un sombrero de papel que el receptor se colocaba para continuar la velada con él en su cabeza. Llegaba el momento deseado, el reparto de las medias, también inglesas llenas de juegos simples. Figuritas, alguna hachita de madera, las consabidas florcitas. Mis manos ansiosas abrían la incógnita. Al verlas,reconocerlas me surgía una decepción quizá porque un varón no querría ese tipo de regalo. Despreciadas, puestas a un lado, de pronto en gesto sabido y repetido las ponía en un recipiente con agua, y ellas se abrían mostrándose en toda su modesta belleza y esplendor. ¡Las medias inglesas! Tenían, hechas en red la forma de pierna pie, dejando entrever en su calado el misterio de su contenido. Luego continuaban los festejos, nada religiosos a pesar del significado de la Nochebuena. Cohetes, fuegos artificiales, los famosos globos de papel hinchados con aire caliente que impacientes, se desprendían de nuestras manos para remontar hacia el cielo en serena y estrellada noche. En sumarse con luz agregada, efímera, como una vacilante estrella incandescente, fugaz,movidos al capricho de la brisa,a las otras, las verdaderas, las habitantes del universo.

La noche transcurría, llegaba la hora de ir a dormir. Lo hacíamos llevando nuestros esperados regalos. Al día siguiente, navidad, nos encontraría con el espíritu dispuestos a seguir esos festejos únicos que nuestros padres, el destino, nos haría recordarlos para siempre. En un rincón quedaban abiertas, sin depender de la luz solar, lejos de su influencia tan  determinante en las naturales, las florcitas que desplegaban sus pétalos por la acción del agua,aguardando sin premura, casi resignadas, que nuestra mirada se posara en ellas, supiéramos apreciarlas, disfrutarlas. Curioso, esas flores llegadas dentro de las medias inglesas, eran japonesas.

El ayer es hoy.

Chau y hasta la próxima

Nota, Marcel Proust, en la 1º parte de En busca del tiempo perdido, Combray, en un pasaje alude en sus recuerdos al esas mismas flores japonesas. Allí, sin duda, faltaron las catleyas.

A todos los visitantes les deseo unas muy felices fiestas

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