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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

martes, 29 de mayo de 2007

La importancia de los objetos inanimados. El Espejo(imágenes)



No supo que extraños mecanismos psicológicos desencadenaron su reacción , despertaron ideas, impulsaron decisiones, el día que se detuvo frente a un viejo espejo oval bastante deteriorado, que por tradición familiar conservaban en la sala de su casa.Una sala muy particular, con misterio y encanto, quizá para su subjetivismo, o por el hecho de mantener ese espejo colgado en una de las paredes cubiertas con un antiguo papel floreado.
Su entorno y contenido contribuían a crear ese clima atractivo, seductor, de una riqueza mediana y contrastante.
Cortinados, alfombras, vitrinas, cristaleros, bargueños, mármoles de Carrara y maderas con parte de su perfume original.Varios cuadros al óleo, algún grabado. Sillas y sillones de patas terminadas en regatones de bronce tapizados con cuero color ciruela.Un morris arrinconado junto a una mesa ratona, cierta penumbra opacando el brillo pavoneado por el tiempo de platos dorados, adornos en plata, alpaca y cristal. Allí, cerca del viejo reloj de pared, cuyo péndulo de oscilar moroso hacía creer en horas de transcurrir mas lento, estaba colgado el espejo oval, clamando a gritos por un azogue renovador. Alguien, con razón, se había opuesto a su remozamiento, sosteniendo , así se borrarían todos sus recuerdos.
El marco de madera oscura, tallada con motivos vegetales, guardaba en sus recovecos polvo, signo de un descuido generalizado, que esa penumbra disimulaba en parte.
Mirándose en el se le ocurrieron multitud de ideas. Una de ellas, la primera, que el espejo le creaba la sensación de estar viendo una imagen harto envejecida de sí mismo. Más de lo que el suponía. Más de lo que el tiempo y la vida habían modelado. Probablemente , por causa de su deterioro, se viera obligado a reflejar rostros también ajados. O seguramente a crear imágenes muy crudas, exageradas, casi caricaturescas y crueles. Como si hubiera perdido la capacidad de reproducir juventud o inocencia.
Al estar frente a cualquier luna la imaginación se enciende, salvo se le echen miradas rutinarias. El espejo es un objeto mágico, lleno de atracción y misterio. ¿Por qué debía o podía sustraerse a su magnetismo?. Inmediatamente pretendía atravesarlo con la mirada, en busca de otra dimensión. O reflexionaba sobre la cantidad de vida reflejada en él. Y pensó, pensó mucho sobre la posiblilidad de desentrañar sus encerrados misterios. En principio deseó saber donde iban a parar sus imágenes. Si se desprendían de su fondo para emprender misterioso vuelo, o quedaban atrapadas allí, en su seno. Si seguía emitiendo señales, como estrella apagada cuya luz aún nos sigue llegando. Armó un conjunto de espejos angulados colocados en un semicírculo casi cerrado. Así, partiendo del izquierdo y finalizando en el derecho, se trasmitiría su imagen de uno a otro lado. El se colocó en el centro de ese semicírculo, frente al viejo espejo. Supuso de esa forma que su figura comenzada en un extremo, concluiría en el otro, junto con todas las repetidas en los intermedios. A esa, su cara, la descubrió prisionera, igual que cualquier otra cosa u objeto allí colocado. Reiteradas tantas veces como espejos componían el artilugio, aumentando a su vez la carga en el interior del principal. Cual película fotográfica no corrida e impresionada con reiteración. Decidió entonces abrir más el arco de espejos por el lado derecho, facilitándole a la imagen una forma de escape. Con sorpresa comprobó que ella se repetía, pero esta vez de mayor a menor, difumándose, diluyéndose, tornándose más tenue en el extremo abierto, hasta quedar totalmente difumada. Entonces, se dijo, se fuga al espacio, se pierde en el aire. E inició la loca aventura de querer atraparla. Pensó en una red de malla sutil, aunque inmediatamente descarto aquella de color blanco. Con razón supuso siendo alba, le resultaría muy difícil hallar figuras iluminadas o resplandecientes. Desechó otra negra. Aunque útil su tono, la considero demasiado siniestra y poco tentadora para aquello que pensaba recoger. Azul, azul oscuro, color noche. Para que las imágenes se engañaran y pensaran en un cielo libre, un espacio infinito. La trampa sería así perfecta. Armó con mucho cuidado y paciencia un bastidor y se transformó en cazador de imágenes mariposas. La trampa, sutilísima. Al azul solo le faltaban luna y estrellas. Lejos estaba de sospechar que otras lunas y otra estrellas quedarían enredadas en ella. Toda la celada a sus espaldas, y el de cebo, en el centro frente al espejo. Aguardó en silencio. Solamente su respiración por momentos ansiosa, y el lento oscilar del péndulo, los únicos sonidos audibles en la sala. Se propuso gesticular, moverse discretamente , realizar pequeños visajes y esperar las primeras campanadas del reloj de pared. Consideraba así un tiempo más que suficiente para el logro de sus propósitos. Asechó, asechó como cazador experimentado, la caída de sus presas. Cumplido el tiempo estimado, tembloroso e impaciente revisó la red sin encontrar nada de lo imaginado. Se dijo, he sido burlado. Para su sorpresa y estupor halló en cambio suspiros, algún sollozo, dos o tres restos de carcajadas, voces, pensamientos, pero ninguna imagen. Todo el ma terial emanado del espejo lo desprendió de la red como quien arranca estrellas, cosecha lunas, y lo guardó cuidadosamente en un primoroso cofre reservado al efecto. Pero también halló de lado de afuera de la trampa imágenes pugnando por llegar al espejo. Indudablemente ellas también se habían sentido atraídas por el azul noche del tul, por el misterio del espejo, por la poesía de su intento descabellado. Las encerró a todas en el mismo cofre, sin reflexionar mayormente en la suerte o el destino que les reservaría. Sorprendido y maravillado al mismo tiempo pensó que el espejo le enviaba nuevos mensajes en coincidencia con sus propósitos. Estaba llamando la atención hacia donde debía dirigir sus investigaciones. Sugería cambios de método. Ya había descubierto parte de la verdad pero el conjunto del misterio continuaba perteneciéndole al espejo y permanecía guardado en su interior. El se aprestó a desentrañarlo.
Lo bajó de su clavo, y con sumo cuidado comenzó a desarmarlo. Cuando logró desmontar la parte trasera, comprobó con asombro que todo el azogue se desprendía fácilmente del cristal. De esa forma el alma del espejo, su verdadera esencia quedaba a su disposición, como película sutil cargada de enigmas. En ella, seguramente se alojaban años y años de vida familiar.
Mayor aún fue su sorpresa cuando fue extrayendo sin dificultades figuras conocidas por su memoria y su corazón. Vio primero a un apuesto y parquinsoniano viejo. En sus ojos celestes parecía caber todo el mar Mediterráneo. Su vida marinera, su mirada de inmigrante esperanzado. Lo acompañaba una pequeña mujer vivaz, plena en su dureza y fertilidad. Temblaron sus manos cuando tuvo en ellas un verdadero camafeo. Una bella rubia de ojos claros, rodete en la nuca con esfumado peinetón. Su escote en V con una rosa en el vértice, le enmarcaba el cuello rodeado por un collar de perlas. Inmediatamente, acosándola , cargado de furtivas y apasionadas miradas de amor, apareció un querido rostro, portando un par de anteojos redondos, de montaje dorado.Y un niño bueno, algo melancólico. Una niña con trencitas sueltas, alegre juguetona vivaz. Por ultimo, un niño endeble y enfermizo. Recuerdos, recuerdos. Imágenes familiares. Una mesa tendida, juguetes, el andar de un gata... Supuso percibir olores y sonidos de su infancia. Simple ilusión. Con tristeza comprobó que la vida se le había escurrido de las manos, No logro aprehender casi nada. Todo se le voló. En su torpeza prescindió del tul azul. Manejó las imágenes como pájaros en jaula abierta. Esos recuerdos alojados en el fondo del espejo se le escaparon. No supo guardarlos en el cofre ni en ningún otro lado. Solamente en su alma, que no era poco. Le permitiría mientras siguiera viviendo, sondearla para exhumarlos. Pero morirían con él. Lo mas duro de aceptar, el comprobar que todos esos recuerdos, esas imágenes, fuera de él carecían de toda importancia. Seguramente para los demás eran de escaso o nulo valor. Mas, cuando creía agotada la veta de imágenes recuerdos, apareció una mas, diferente, difusa, extraña. Absolutamente desconocida. La observo detenidamente, cada vez con mayor ansiedad. En su pecho una fuerza misteriosa comenzó a acelerar los latidos de su corazón. Creyó estallaría. Paso por sus manos y se le escurrió,diría perversamente. Como para herirlo. Para dejar en su espíritu una huella cruel, frustrante. Lo comprendió todo de una vez, de un solo golpe. Había tenido por breve tiempo, aunque desgraciadamente tarde, la imagen. La imagen de lo que debió ser. La imagen de lo que nunca fue.

Chau y hasta la próxima.

3 comentarios:

coto dijo...

probando

coto dijo...

Un dia trabajando en el Palacio de La Granja,tomando mis fotografias en una habitacion privada,de las que no son visitadas por el publico.Estaba con mi camara y a mi izquierda un espejo veneciano,hecho hace unos siglos atras.No lo perdia de vista utilizando el rabillo de ojo.Y alli, desde el otro lado del espejo,estaban todos...observando.

Norberto dijo...

miré el espejo...reflejaba miles de fantasmas conocidos... de alguna forma...para cerciorarme los miré de cerca...componían mi rostro de hoy..
a través de mis cuencas vacías se vislumbraba un cielo celeste...pero quién veía ... acaso Quién...?