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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 31 de julio de 2010

332 Melancólicos puntos suspensivos.

 

 

"El ojo corporal ve las imágenes de este mundo. El ojo del corazón el del visionario"

Toda una incógnita saber el origen y la causa de semejante estado de ánimo. ¿Motivos?. Podrían encontrarse muchos. Haber nacido como línea frustrada ya que juntándolos a los tres no lograban formar un simple bosquejo. Su uso si bien lo auroleaban de cierto suspenso, este más que un hecho psicológico significaba una forma gramatical definida como interrupción de una oración, final indefinido. Esa indefinición también les molestaba. Por supuesto se podían enorgullecer de ser parte de obras literarias inmortales, pero también incorporados a todo tipo de textos, muchos de ellos sencillamente horrorosos. Riesgos  que más que asumir, debieron aceptar sin queja alguna. En el corrillo de la grafía los llamaban los tres Marios. Algunos atribuían ese mote por una asociación con las tres Marías. Esas estrellas del hemisferio sud que lucen con tanta belleza y misterio en particular en las noches de verano.  Colocadas en la hoja del libro del cielo azul oscuro, marcan el final indefinido de los textos celestes. Leer el firmamento, interpretar sus mensajes, refugiarse en esas tres estrellas puntos suspensivos, forma de adentrarse en un volumen desconocido, no para astrónomos y científicos sino para todas las pobres criaturas  humanas de cualquier tipo y preparación que al dirigir su mirada y pensamientos a la bóveda celeste en noches mágicas  interrogan sin respuestas suficientes sobre la infinitud de un espacio inimaginable, sobre la insignificancia de  uno mismo, de los porqué. Más que una afirmación como verdad creo, u otra afirmación como verdad, no creo, debería pensarse en creo que creo y creo que no creo.. Y a todo esto, donde quedaron nuestros pobres puntos suspensivos..No los abandonamos en esta comparación reflexiva, aunque el cotejo parecería no tener sentido, pero es habitual nos sucedan estas cosas. Derivamos, asociamos. Así los llamados tres Marios arrastran y arrastran una feroz melancolía. No por su papel gramatical. No por su frustrada condición de no línea. No por su pálido reflejo comparado con el de las estrellas. No por sus momentos de inmortalidad en textos célebres, o su vergüenza en aquellos de la más baja estofa. No, no y no. La causa real de su melancolía es muy sencilla. Extrañan, extrañan mucho porque al principio eran cuatro.

Chau y hasta la próxima.

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