Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 25 de agosto de 2010

339 La línea.

 

 

Con este relato inicio la publicación de los doce  que componen mi libro Celeste y otros cuentos que apareciera en 1984. Agotado, creo es bueno lo vayas conociendo como en su momento hice con Cuentario. No aparecerán como están ordenados en el índice sino  en la forma para mí más oportuna. Sus ilustraciones algunas son del libro y otras las agregaré según convenga. Este de hoy lo dedico a mi hijo Juan Carlos  que el 26 de agosto cumple años.

Siguiendo su vocación de dibujante, inició sus cursos en la Escuela de Bellas Artes, con gran ilusión y entusiasmo. Desde niño había imaginado el ansiado momento cuando, con pleno dominio de la técnica, consiguiera hacer de la línea, lo que se le antojara.

Naturalmente en sus primeros contactos con el lápiz y el papel, luchó con la dificultad de no lograr plasmar lo que su mente le ordenaba.

Existía una gran diferencia entre su imaginación y su capacidad práctica. Entre sus sueños y su habilidad. Pero según aseguraban sus mayores y los maestros,le sobraba talento. Ante los ojos de quienes lo conocían desfilaban sus caballos, perros, casas, personajes, pájaros, realizados con prometedores trazos infantiles.

Paulatinamente, a medida que pasaron los años, esa mano fue obedeciendo las indicaciones de su cerebro, mejorando los diseños;respondiendo cada vez más fielmente con las imágenes que su mente había elaborado. Sin embargo crecía su afán de dominar más y más ese trazo, esa línea  que en un arabesco, un círculo o una figura, era capaz de convertirse en el reflejo de su alma.

Así fueron naciendo sus pequeñas obras maestras. Pero, siempre había un pero traducido en insatisfacción por todo lo  que realizaba.

Tenía la sensación, la seguridad que la línea no le era totalmente fiel, obediente. Una cara no resultaba en la forma que la había dibujado. Como si esa boca, o esa expresión se las viera, al cabo de un tiempo diferentes de su forma original. Algo en la línea se había modificado. Un duende misterioso se entretuvo cambiando  los diseños.

Nació en él la necesidad de aprender más y más. Conseguir el ansiado dominio de la forma, de la expresión. La obra debía ser la prueba de sus sentimientos, de sus sueños. La demostración de su capacidad creadora. Cuando le dijera a su mano: ¡Dibuja!, ella tendría que trazar en el papel, en el lienzo o en el lugar elegido una línea que se transformaría al retorcerse, al tomar caminos variados, insólitos en un juego mágico, o en extraño milagro, en raya perfecta, única. Pero no era tarea sencilla.

Su paso por las escuelas de arte lo ayudó muchísimo, mas no lo suficiente. Siempre en su obra descubría ese dejo de rebelión. Un signo de desobediencia. Vivía en un inconformismo permanente, en una insatisfacción constante. Una vida de trabajo arduo, místico, de sacrificio, de entrega total, lo llevó por el camino elegido y a punto estuvo más de una vez de lograr su objetivo. Fué un gran artista. El creador admirado y respetado por todos.El genio, el maestro. Hasta que un día lo consiguió. Por fin la línea le obedecía. No más rebeliones. Una cara era una cara. Línea y alma; capacidad y técnica. Imaginación y creación fueron una sola unidad. Llegó a la perfección, a la ansiada meta soñada desde su  niñez. Desde aquellos primeros balbuceos hechos con un pastel.

La línea , toda suya. El amo y señor de la forma, la belleza, la geometría, el arte. Hacía nacer la vida de sus figuras como un dios creador. Lograba la profundidad y el relieve en un par de trazos. Vencedor, satisfecho de su triunfo tomó la punta de esa línea usada durante toda su vida y enrollándola formó un gran ovillo.

Luego, sosteniéndolo entre sus manos se dirigió con paso firme, seguro, al espacio, al tiempo, a la inmortalidad.

Chau y hasta la próxima

1 comentario:

JCG dijo...

Gracias viejo por el cuento...