Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

lunes, 16 de agosto de 2010

Extra nº 26 Aniversario José de San Martín

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Mañana 17 de agosto se cumplen 160 años de su muerte. Los números redondos son siempre más impactantes,parecen agrandarse o ser más representativos. Si dijéramos 161 "sonaría menos".Pero aquí lo importante es evocarlo, hablarle a él. Los muertos no se enteran de todo lo que sucede con ellos. Por eso en este caso vuelvo a mi método de meterme en un libro de historia buscando entrevistarlo. Utilicé, como lo hice hace poco con Belgrano el de González Arrili y directamente en su biografía me resultó fácil hallarlo. Elegí las páginas cercanas a su fin. La clásica figura ilustradora, ya anciano, severo. Se acercaba su muerte y luego pasarían unos 30 años hasta su regreso al país.  Le conté, por supuesto no lo imaginaba ,  que un  barco,el transporte  Villarino, luego de haber zarpado del puerto francés de El Havre llegó a Buenos Aires un 28 de mayo de 1880. Fué recibido por un pueblo emocionado a cuyo frente de la comisión repatriadora estaba su presidente, Mariano Acosta acompañado por el presidente de la nación  Nicolás Avellaneda y los ex presidentes Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento. Su destino definitivo la catedral de la ciudad, donde le harían compañía los restos del Gral Las Heras, Tomás Guido y el soldado desconocido. Me miró algo incrédulo, como tocado en su innata modestia, sobrepasado con tanta unción y homenajes. Más le agregué la opinión unánime de calificarlo de Padre de la Patria.

El venerable anciano cargado de glorias no  atinó siquiera a  opinar. Se mantuvo en un largo y hermético silencio. Yo, algo desconcertado primero me recompuse luego y dije como respondiendo a preguntas implícitas. ¿qué otra cosa se podía esperar para quien cargaba con tantas glorias?. El me miró directamente a los ojos, me semblanteó unos segundos que me parecieron eternos, Luego abrió lentamente la boca, despegó sus firmes y apretados labios. Volví a escuchar una voz todavía firme, capaz de emitir como en otros tiempos las mejores órdenes, las mejores sentencias y me dijo dándome una verdadera lección: cuénteme de la Patria.

Chau y hasta la próxima.

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