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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 27 de julio de 2011

436 Juan Bautista Aschero. Navegante y abuelo. 2º y última parte.

Juan Bautista Aschero y Blanca Lavagna 1920

Bianca,¿hallaría por fin el sosiego anhelado?. ¿Olvidaría aquellos reencuentros pasionales?.¿Las noches y noches de deseo y amor?. ¿Los tiempos de la emprendida aventura emigradora?. En adelante ella sería el centro de la dinastía. Viviría hermética, recordando, vigilando a los hijos traídos, a los nuevos hechos aquí. A los vivos, a los muertos. Al conventillo de la calle San Martín. La recova. La miseria. El trabajo rudo con prole a la par, hombro a hombro. Su nena sin muñecas. Una Argentina esplendorosa.¿Cómo igual se debía sufrir tanto?.¿Dónde esa América prometedora?.

El centenario; el cometa Halley; la semana trágica. Antes un tal Irigoyen. Antes un tal Palacios elegido por esa Génova-Boca, con reminiscencias de la suya. Los tranvías a caballo, los eléctricos. La luz de gas; la gran guerra con el mítico desastre de Caporetto, o la batalla de Verdún, discutida y dibujada por los teóricos circunstanciales sobre alguna mesa grasienta de fonda. Los primeros aeroplanos. Y aquellos Silimbani, locos acróbatas que en un trapecio, pendiente de un globo, paralizaban corazones en el Pabellón de las Rosas. La victrola con los discos de Caruso, Andrés Segurola, los esposos Gobbi o Juan Maglio Pacho. O aquel otro de etiqueta marrón.¡Ay si las palabras escritas pudieran trasmitir música!. ¡Si me fuera posible revivir las melodías grabadas en ese disco!. Escribirlas sin notas. Utilizar nuestro lenguaje. Tararearlas en el papel. O como un Debussy trastocado generar sensaciones con letras, como el lograba llenarnos de imàgenes con su música. De qué otra manera podría arrancar de los recuerdos, de ese disco perdido o destrozado, la tonada, como lo hacía la púa de la membrana con sonido metálico. Su melodía  atrapante nos persiguió toda una vida. La repetíamos obstinadamente con otra victrola en días de lluvia, refugiados mi hermano y yo en un cuarto altillo de la casa. Como si esa música nos obligara a soñar, a imaginar lo imposible, a desentrañar un misterio.Guardamos la tonada en nuestra alma para reencontrarla por pura casualidad tiempo atrás en un día de lluvia, que se tornó por esa circunstancia en hondamente emotivo. Dos danzas húngaras de Brahms encerradas en ese disco extraño, con rebarba en el borde que obligaba a saltearla para que la púa pudiera introducirse en el surco, en marcha espiralada hacia el final. En su transcurso, ojos húmedos de abuelo con mirada ausente. La corta duración de una de sus caras finalizaba bruscamente en un desvío hacia su terminación, casi en diagonal, abandonando la forma clásica, tenue, sutil de los demás discos. Exijo a mi memoria, a mis recuerdos y logro atrapar con nitidez las letras doradas impresas en el fondo marrón de su etiqueta. Parlophone. Josef Joachim el violinista intérprete, adaptador de la obra. Pasada del piano al violín. Así con más aire gitano, nada más. El resto se me esfuma, no logro saber los números, aunque me resultaría facilísimo identificarlas por cuanto las recuerdo perfectamente. Mas no se trata de eso. Es un desafío, un juego que no admite trampas metodológicas. Prefiero ignorarlo, mantener mis dudas. Es retomar una imagen con pureza sin subterfugios ni artilugios. Hasta donde mi memoria me lo permita. De ese cono de sombras rescato a un abuelo lacrimoso, imposibilitado a causa de sus manos temblorosas a darle cuerda a la victrola,depositar la púa en el lugar correcto, en insistencia obsesiva por volver a escucharlo. ¿Qué misterio encerraba esa música que tanto te obstinaba?.¿Qué mecanismos afectivos, emocionales desataba?. He repasado tus desconocidas trayectorias. Tu paso por el Bósforo, los Dardanelos, Constantinopla. Cuando llegaste al Danubio. ¿Fué allí?. ¿Un par de ojos claros en contraste con los oscuros y vivísimos de Bianca?. ¿Trenzas rubias?. ¿Otras pasiones y otra sirena en otro punto cardinal?. También ese disco fué para mi una magdalena. Sin perfume, sin sabor, mas con un sonido generador de recuerdos, nostalgia y fundamentalmente misterio. Para él no tuve clave alguna. Me fué imposible desentrañarlo, como lo hacía con aquel viejo baúl comprado en Turquía. Aquí fundaste esa dinastía de feriantes, renegando abuelo de esa otra posible de héroes y aventureros, de hombres de mar y mujeres de negro. Cerradas, clausuradas en la espera. Abiertas, florecidas  en celo al arribo. Criadoras de hijos de padres ausentes. Parideras de otros, luego de nuevas partidas.¿Qué debimos ser y no fuimos al decidirte emigrar,cambiar tu carrera?. ¿Cual tu verdadera estirpe?.¿Cual nuestro destino?. ¿Cual tu naufragio?. ¿Cual el nuestro, el mío?. ¿Debimos agradecer tu decisión?.¿Maldecirla?.

Viniste a estar, eso era más sencillo. Nosotros en cambio hemos tenido la dura obligación de ser. Nacimos.

De tus recuerdos, del mar salado, quedaron el gusto de tus lágrimas y las mías.

A tu nave la guardo en la botella de mi alma.

El tren traquetea a buena velocidad. Me paro cerca de la puerta del vagón para admirar mejor la Costa Azul. Partimos de Barcelona rumbo a Italia. Por fin llegaría al corazón de mis recuerdos, a su origen. El mío casi se detiene. Pasamos por el lugar amado. Leo el nombre tantas veces escrito en sobres destinados a parientes. Alguna vez la guerra, la ayuda. De pronto uno con recuadro negro guardando una muerte.Anunciado la tuya, abuelo. Savona, luego Génova. Por fin estoy al principio de la historia. No puedo creerlo. He venido hasta aquí como tantos otros descendientes de inmigrantes, por hallar parte de mi origen, de mi identidad. Los otros trozos del"puzzle" en Calabria y Venecia. Recorro la ciudad, su puerto. Veo la lanterna, su faro. San Pier D'Arena. Aún Staglieno. Sí abuelo indefectiblemente debías ser navegante. No haber tenido esa, tu historia, tu leyenda, pienso no habrías vivido, ni aún nacido. La bella Génova, su mar no podía engendrar para los ojos profanos otra cosa que generaciones de marinos. Me aguardaban emociones inesperadas. El contacto familiar, el llamado telefónico a Savona, la visita. Me esperaba un calco de Bianca, hablando igual, cocinando igual. Abrazada a mi como si nos conociéramos de siempre, sin habernos visto jamás. Destinataria de cartas que en mi infancia y juventud despaché hasta el cansancio. Corporizada ante mis ojos. Sirviéndome los mismos y ancestrales  tallarines verdes. La música de su voz sonándome en genovés emocionante. Abriéndome álbumes con fotos, las mismas, iguales a las guardadas en casa. Una vitrina, presentes, testigos del pasado. En cada álbum la reproducción de todo lo sucedido. Lo ya vivido. Calcos, duplicados de momentos felices de nuestra pertenencia enviados, encerrados en sobres despachados por mí tantos años atrás. Las mismas vivencias en sepia. Familia argentina numerosísima, con abuelo y abuela italianos, sentados en el centro. Patios, parrales, bodas de oro registradas con fogonazos de magnesio. Algunas de ellas mostrándote en tu final, abuelo, cuando ya se movía tu tierra-barco. Cuando te era tan difícil permanecer en pie. Ridícula ironía del destino. Cuando supiste en otro tiempo soportar rolidos imposibles.¡Pasaron tantos años!. Allí en Savona, entre palabras genovesas y una Bianca más joven, parecidísima a la verdadera, intercambiando recuerdos, vivencias, sentimientos. Esa extraña y única sensación personal al llegar a las fuentes. Reproducida hasta el infinito en todos aquellos que como yo, al bucear sus orígenes, hicieron más o menos lo mismo, en uno de los más importantes y hermosos privilegios concedidos por Júpiter.

Ella, Bianca revivida me dijo- "hacia allí, por ese lado, en un lugar bastante indefinido, ahora inexistente, alguna vez la casa donde nació tu madre". Más allá de los ventanales, de los vidrios, la playa, el mar. Pensé en ese lugar impreciso, vago, donde alguna vez llegó el abuelo en reencuentros engendradores de tíos, de ella, la única mujer entre tantos varones.

La playa donde la sirena Bianca orientaba la brújula, la proa del velero. Haciendo que el viento rotara y soplara con fuerza, aumentando la velocidad de los nudos, hacia la urgencia de una pasión derramada en crujiente lecho. Fieramosca corta las olas. Resuenen tus aparejos, llévalo con rapidez, ella lo espera. Hay un trinquete inoportuno desprendido de una verga. El paño no se hincha lo suficiente, a pesar de navegar a vela desplegada. La arena se agota. Tu retardo puede cambiar todos los destinos. Deberás llegar exactamente el día y la hora predeterminadas. Deberás volcar tu amor reprimido con precisión de relojería. El óvulo fecundado por uno entre millones. Hará que en el futuro otro óvulo sea perforado por uno entre millones. Inexorablemente. Se encadenarán en sucesivos actos casuales con causa y efecto. Yo, un resultante,

"He ordenado que hoy al mediodía, dice Júpiter, Vasta, la mujer de Albenzio, mientras se quiere ensortijar los cabellos de las sienes, por haber calentado demasiado el hierro, venga a quemar cincuenta y siete de ellos; pero que no se escalde la cabeza, y que por esta vez no blasfeme cuando sienta el hedor, sino con paciencia lo tolere. Que del estiercol de su buey nazcan doscientos cincuenta y dos escarabajos, catorce de los cuales sean hollados y muertos por el pie de Albenzio, ventiseis mueran dados vuelta y ventidós vivan en cavernas, ochenta vayan en peregrinación por el corral, cuarenta y dos  se retiren a vivir bajo el tronco próximo a la puerta,diez y seis vayan vaciando los cogollos por donde mejor les caiga comodo y que el resto corra a la redonda... la perra de Antonio Davolino conciba cinco perrillos...Que el cuclillo se oiga cantar desde la Starza y no deje escuchar ni más ni menos que doce cucúes...Spaccio de la Bestia Trionfante. Diálogo 1º parte 3º. Giordano Bruno.

Jupiter, tus órdenes se cumplieron rigurosamente sin margen para ninguna especulación. Todo al azar, toda la casualidad fué planificada hasta en el más mínimo detalle, cumplida con asombrosa precisión. El viento sopló a tantos nudos de tal punto cardinal. El trinquete inoportuno u oportuno deprendido de la verga. El paño no hinchado suficientemente a pesar de la vela desplegada, o en todo caso hinchado exactamente como correspondía a despecho de las impaciencias del marino. La marea a tal altura. El amarre en tanto tiempo. El primer coche perdido para llegar desde el puerto a casa en un segundo vehículo. Los hijos alborotados por la presencia del padre, demoran en dormirse, retardando el acto urgente. La sobremesa más prolongada que de costumbre, quizá para disimular impaciencias. La puerta del dormitorio cerrada con nervioso sigilo. La lámpara no apagada al primer soplido. Los botones que se niegan a desprenderse, arrancada la ropa casi con brutalidad. El ruego de Bianca afortunadamente desoído, de esperar una mayor tranquilidad en la casa. Un mayor silencio, la noche más avanzada..La penetración imperiosa. El gemido, el placer de ambos. El animal de dos espaldas y el uno entre millones rumbo a es óvulo único, elegido, origen de la más hermosa. Aquella que en Buenos Aires seduciría a un hijo de inmigrantes, mitad calabrés, mitad veneciano, en un futuro,en ese instante imposible de imaginar. Para que aquel marino, convertido en feriante, diera con su prole en un conventillo de la calle San Martín. Allá, a fines del siglo XIX cuando el XX alboreaba y moriría un Verdi, deleitador de sus oidos en discos de pasta pasados en aquel fonógrafo.

Cuando otra pareja italiana, ella veneciana, de noble casta, él calabrés analfabeto, albañil en la construcción de la Casa Rosada, comerciante, también desbordante de pasiones, fabricante de hijos, recalaban en el mismo conventillo. Familias numerosas, chicos mezclados jugando, conociéndose, compartiendo miserias y trabajos. Alegrías y tragedias. Enamorándose, entreverándose. Ella la hermosa, con aire de sirena, transportada su mitad en aquel viaje de Fieramosca en los genitales de Giovanni. Su otra mitad aguardando en el seno de Bianca. Por esa lámpara que tardó en apagarse, por esos botones rebeldes, por esa bendita casi violación.

Júpiter, los niños tal como lo ordenaste se harán hombres, mujeres. Algunos quedarán por el camino, serán los primeros escarabajos. Dos de ellos, en cambio eludirán el pisotón, caminarán a campo traviesa, transitarán por la vida, no serán aplastados por ningún pie hasta que hayan engendrado a otros tres , estos crezcan y les den nietos. Luego sí, serán aplastados por la muerte. Primero él, luego ella., aunque se hayan escondido en el tronco de la lejanía y el tiempo.

Juan Bautista Aschero. Datos biográficos.

Nació el 5 de diciembre de 1859 en Savona, Génova, Italia. Se casó con Blanca Lavagna. Tuvieron siete hijos nacidos vivos. Cinco, incluída la única mujer en Italia. Los dos últimos en Buenos Aires. Llegaron a la ciudad el 3 de agosto de 1896, aunque desembarcaron en el puerto de La Plata. Inmediatamente Juan y Bianca comenzaron a trabajar como verduleros en el hoy desaparecido mercado Florida, en plena calle homónima. A esta ocupación fueron sumándose los hijos varones. La nena Vicenta quedaba en la pieza del conventillo, sito aproximadamente donde hoy se erige el Kavanagh, encargada de las tareas domésticas. A medida que pasaron los años, todos fueron progresando haciéndose prósperos dueños de carnicerías y verdulerías. Alrededor del año 1910 se trasladaron a la casa de su propiedad ubicada en la calle Belén 755, barrio de Floresta. La llamaron Villa Blanca. A fines de l927 se mudaron a la casa recién inaugurada propiedad de Nicolás y Vicenta, mis viejos. El 5 de mayo de 1936 murió Juan Bautista. Bianca lo sobrevivió hasta el 24 de junio de 1957.

Como puede apreciarse esta ha sido una vida común y corriente. Gris sin mayores méritos visibles como para adquirir entidad, valores. Su importancia es afectiva y la aquilatamos quienes fuimos sus descendientes. No resiste cotejo alguno con la de aquellos otros italianos de destacada actuación en el crecimiento y desarrollo de nuestro país. Mi abuelo no fué universitario, ni catedrático, ni empresario de éxito. Tampoco fué hombre de letras, artes, ciencias. Ni filántropo fundador de entidades de bien público, o donante de obras de  beneficencia. Solamente un anónimo padre de familia, feriante y ex marino. De todo lo que fué he tratado de dar algunos  pantallazos mínimos. Pequeños reflejos, algunas vivencias. Chispazos cuyos destellos no trascenderán más allá de mis sentimientos. Al haberme animado a contar un trozo pequeñísimo, mínimo de su existencia, además murió cuando yo tenía ocho años, he querido destacar el importante papel que jugaron millones de vidas grises, oscuras, a las que siempre se les ha rendido homenajes genéricos, brindando reconocimientos englobándolos en la honrosa categoría de inmigrantes, pero en expresiones totalizadoras, ha sido imposible individualizar una, destacarla, saber realmente como se desarrolló, que sucedió. Mi abuelo fué una hormiga más en el gran hormiguero. Pero para mí,de allí todo este atrevimiento, transgresión u osadía, fué un ser fascinante, al que sigo recordando como se infiere con total veneración, por encima del valor real de su personalidad y de su vida.

Chau y hasta la próxima

Pensado en enero de 1992.

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