Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 30 de julio de 2011

437. Ravioles en la jungla y el cortaplumas suizo.

 

"Más hábil que Mac Guiver".

En su afán aventurero por explorar lo desconocido cayó en un claro de la selva en manos de una tribu de apariencia hostil. No comprendió su lenguaje, sus señas, sus intenciones. Igual no le quedó otro recurso que mostrar docilidad, obediencia. Emitir a su manera señales de paz. Rodeado por un cerco cada vez más estrecho, los rostros  feroces, mostraban los signos de la indagación y la curiosidad. Rostros  pintados al igual que los cuerpos como fundamental adorno y vestimenta..Armas primitivas en mano completaban un cuadro amenazante. Llevado al lugar donde se congregaban  niños, mujeres, algunos animales domésticos y chozas dispersas en desorden. Vida selvática. Sustento a base de cacería, pesca y vegetales de la selva. En observación detallada podría inferirse el uso de una alimentación mixta y ocasional. Pero él creía interpretar por las miradas ser una presa más. Su mente trabajó con rapidez inusitada. El instinto de supervivencia trabajó con  rapidez inusitada. En movimiento pausado sacó de entre sus ropas el mágico cortaplumas suizo. Lo desplegó y con cada una de sus partes cortó, peló, hizo lo que pudo con el material que encontró a mano. La tribu lo miraba  ansiosa, el mago con recelo. Rápidamente pensó en transformar su acto en una forma de elaborar alimentos. Nadie le impedía manejarse a su antojo. Tomó frutas, ingredientes vegetales, picó, cortó, mezcló y el resultado con gran satisfacción de los indígenas. Lo que fué un acto de salvación se transformó en rutina obligatoria. Día a día, con elementos variados fué preparando nuevos platos. Una vez le acercaron un trozo de carne fresca y una especie de harina. La carne la picó, la mezcló con los vegetales. Amasó esa harina, con un palo redondo la estiró . Hizo así los primeros ravioles. Servidos fueron más que un éxito. El inventando nuevas fórmulas asistido, ahora sí por un ayudante eficaz y vigilante. Pensó en nuevos elementos sabiéndolos pescadores, cazadores, recolectores.No le pasó inadvertido el uso de la cerbatana y la cantidad de monos cosecha más que como trofeos. Pensó en agregarle sesos al relleno cosa que logró. Aunque cada tanto el seso le resultaba de mayor tamaño que el habitual y la carne provista  muchas veces pasada. Igual el seguía con su labor de cocinero de cuanto producto le arrimaran. Su herramienta fundamental, casi mágica, su cortaplumas suizo. En una jornada muy especial sintió que su ayudante lo estaba reemplazando, salvo en el uso del cortaplumas.instrumento sagrado. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Adivinó en las miradas de todos cierto cambio codicioso. Intuyó que superado ese período él se había  transformado en un ingrediente fundamental. Asoció el tamaño de los sesos, el estado de la carne, ciertos trozos de monos sin piel muy parecidos a los humanos. Se instaló con urgencia la idea de la fuga, aunque no atinaba ni como ni donde, en esa jungla cerrada y desconocida,donde los cazadores de cabezas tenían su territorio.

En el altar de ídolos, entre cabezas reducidas, la suya. El cortaplumas totalmente desplegado en el centro, objeto de la principal adoración..En la dieta de esa tribu aunque ignoraban la existencia de los días festivos, cada corto período se mandaban una raviolada, y nuestro conocido fué por un tiempo, parte del relleno.

Chau y hasta la próxima

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