Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

viernes, 18 de mayo de 2012

Nº 522 Luz y sonido.

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Las tormentas tienen un denominador común y en apariencia, soslayando la intensidad, parecen todas iguales. Un trueno, un rayo,un relámpago, para citar algunos de sus componentes, son los mismos. Está claro a lo que me refiero. Porque si las tomamos en los distintos lugares geográficos, del planeta donde se desatan y desarrollan, ellas vistas desde "abajo", medidas en sus efectos. Digo rayo, trueno, relámpago y la mayoría de las personas no solo lo identifican sino la imaginan de parecidas maneras. Pero yo quiero o intento ubicarla como si ella fuera la luz y el sonido donde el ámbito es caja de resonacia, escenario de ese instrumento con el que expresa su esplendor, su belleza, su siniestralidad. Oigo tronar, veo relampaguear luz y estampidos de rayos, cae la lluvia. No suena igual en una ciudad, ni las siluetas iluminadas se asemejan a aquellas de la campiña, la pampa, las montañas, otras ciudades, otras poblaciones. En ciudad y ciudad son diferentes.. Los sonidos, las disonancias varían hasta de barrio, de casa. Todas son una sinfonía, un concierto de cuya partitura es siempre la misma autora, la naturaleza. Teatros y escenarios mutantes, con espectadores diferentes, porque la perspectiva, la posibilidad abarcativa varían desde un reflejo entre rascacielos a un horizonte infinito, sea el campo, nuestro río. La luz y sonido nacidos de un fenómeno tan natural, nos acompañan en el recuerdo en una memoria asaz nostálgica u opresiva, de mínimas o máximas según experiencias vividas..Ese trueno con eco en el descampado es un movimiento diferente a la de la sinfonía citadina. El sonido del agua al golpear en el suelo, las tejas, las terrazas, discurrir y escurrir por las gárgolas. Los semitonos armónicos de embeleso, de miedo según las circunstancias, efectos posibles y reales. Bendición y maldición.

Escenarios de telones corridos, luces a pleno, penumbras, oscuridades intercaladas en también otras sinfonías visuales sumadas, audibles. Sin libretos, recitados, palabras. Sin apuntador, pero  con una gran directora capaz de montar semejante espectáculo.

A ella, suprema hacedora de lo natural, la admiración, el asombro por brindárnosla con tanta perfección y belleza, con independencia de sus efectos.

Chau y hasta la próxima.

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