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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 17 de marzo de 2010

293 La huella del dinosaurio.

 

S/T   Felix González Torres  1990

" El mundo comenzó sin el hombre y acabará sin él". Levi-Straus.

Desde siempre tuvo espíritu aventurero. Soñó un futuro inmerso en las acciones más extraordinarias, descabelladas, insólitas. Esas sus fantasías muy distintas de la realidad. Porque todos sin excepción alientan proyectos, se forjan ilusiones. Suponen sus destinos por momentos de calibre superior. Y así es porque la ambición humana insufla impulsos hacia caminos de superación. El hombre sin esa ambición entra en franca contradicción con su naturaleza. Nuestro personaje por lógica, uno de la especie. Pero la vida tuerce muchas veces, la mayoría, esos supuestos designios y sumerge en la clásica mediocridad al hombre hormiga. Supuso , en este caso que su carrera, más allá de estudios, cursos, trabajos, iría en el sentido ambicionado. En algún momento el resorte de la suerte o el del destino lo catapultarían donde él vagamente intuía..En el interín trabajar, estudiar, lo que la rutina indicara o exigiera para sobrevivir, progresar hasta dar con lo inesperado-esperado salto. Inesperado por el momento sorpresa cuando se produjera; esperado porque así lo acunó desde que despertó su ambición. Claro que esa rutina se le hacía más que cuesta arriba. Tropezaba con no hacer lo que deseaba..Su aventura se desarrollaba en un cuarto de oficina, lejos de la adrenalina que debía generarle, su pasión, arrojo, riesgos, límites. Cuando su imaginación vagaba por selvas, abismos, ríos, mares, privaciones, inclusive cuando retrocedía en tiempo y espacio a las épocas de los grandes saurios. A los misterios de sus  desapariciones. Se veía allí, único testigo de una época donde el hombre no existía ni en proyecto. Durísimo trocar en un abrir y cerrar de ojos, dinosaurio por jefe. Comprendió debía cambiar de rumbo, torcer decididamente el sentido de su vida cotidiana. Creyó en la esperada sorpresa cuando logró otro trabajo. Viajaría, vislumbraba su oportunidad. Comenzó a vivir nuevamente su imaginaria aventura en esa otra oficina. A repetir tareas. A perder impulso. Cierto estaba en otro país. El entorno, el idioma, la diferente idiosincrasia. Hábitos, pautas culturales. A todo se fué amoldando pero no percibía todavía cuando se manifestaría la verdadera oportunidad de cambio, la plasmación de sus sueños. Volvió a hacerlo como antes. Frente a la computadora, tecleando cosas distintas con distinto lenguaje. En esa acechanza reaparecieron la pasión, el arrojo, las selvas, los ríos, las privaciones, los riesgos, las tribus hostiles y sobre todo su viaje a la prehistoria. Otra vez entre los dinosaurios, hasta que una mezcla de tiempos, lugares, protagonistas un extraño e inoportuno tam-tam lo llevó a la realidad. Abrió sus ojos y en lugar de chocar con la de un jefe vigilante, autoritario vió debajo de su escritorio la huella de un dinosaurio. Y pensó,pensó con amargura que su aventura la viviría en su intimidad, con su imaginación, y lo máximo de su aspiración, su límite sería ver el solo, recrearla, la huella del dinosaurio.

Chau y hasta la próxima.

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