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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 27 de marzo de 2010

296 Malentendido

 

"Estar de vuelta de todo sin haber ido a ninguna parte". Jorge Fernández Díaz. Periodista-escritor.

Si todo había sido un pequeño malentendido, y digo pequeño. Así  califico la escasa importancia, la mínima entidad del sustantivo. A veces los acontecimientos se  suceden, se encadenan sin aparente causa, acontecen porque sí. Algo de ello hubo en esto, y si lo hubo no es necesario atribuírselo al destino porque entre la pequeñez de uno y el decisivo peso específico de este último, la diferencia es abismal entre ambas y por demás elocuente. No se trata entonces de entroncarlos sino poder diferenciar, diseñar el suficiente espacio que sirva más aún para colocar en valor uno y otro. En el malentendido no hay malicia, actitud artera, sí confusión, distinta forma de interpretar un hecho, una cosa, un acto, aquello que de una forma u otra se expresa en la vida y en el vivir. Calificar, describir al destino es tema excluído en este texto.

Sigamos. El malentendido se produjo con independencia de la voluntad de sus actores o como consecuencia de esa voluntad puesta al servicio de una interpretación manifestada en opiniones diversas sobre un mismo hecho. Por supuesto que este disenso se orienta a direcciones diferentes. Y en la discusión, en este caso no airada, la divergencia se fué acentuando al extremo para graficarla, lo que para uno era blanco, para el otro era negro. Se partió por lógica de un punto común y de allí se fué construyendo  el malentendido. Si pudiéramos dibujar su  desarrollo este tendría forma espiralada. Ambos en su trayectoria geométrica se ampliaban sin punto de contacto alguno.  No llegaban a ser un entendimiento. Quizá para ello se requeriría de un tiempo, porque psicológicamente ambos contendientes en ningún momento estaban vedados a reconocer errores. Ver el fondo de una evidente verdad cuya elocuencia quedaba oculta por una severa pasión volcada en una  imparcial, desleída, casi fútil.  Los dos practicaban una inconsciente inanidad, aunque convencidos de estar sumergidos en una indiscutible parrehesía..Pero los humanos somos así. Proclives a caer en ciertos casos en la obnubilación. Nos trenzamos muchas veces en discusiones inútiles, sin entidad alguna. Con el calor de la conversación, en la exposición de argumentos caemos muchas veces en actitudes personales que el tema no justifica.

A esta altura del texto te estarás preguntando cual es el núcleo de esta cuestión, quienes sus protagonistas, sus argumentos, la trama. Nada de eso encontrarás. Ninguna revelación, ninguna solución. ¿Sabés porqué?. Porque yo premeditadamente lo escribí para provocar así entre vos y yo un malentendido, aunque no sé si lo logré..

Chau y hasta la próxima.

1 comentario:

coto dijo...

No lo lograste conmigo,pero reconozco a los protagonistas.Solo es necesario haber estado ahí.