350 El tiempo, mi tiempo

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Autor Norberto Baldonedo 2010

"Cuando tomo conciencia de su paso, puedo llegar a temblar."

No te voy a charlar del tiempo cronológico en general. Es un tema recurrente, ya mencionado o abordado en otros Ufa y que con seguridad por su  importancia generó obsesión motivando reflexiones. Como lo dice el título lo haré con mi tiempo. Te preguntarás con razón que te importa saber del mío. Igual te trasmitiré mi actual experiencia nacida de una condición muy particular. Puede que un día de tener la fortuna de vivir muchos años te encuentres en situación parecida. Seguro harás tu propia experiencia fundada en una más segura sabiduría pero yo hago aquí mi catarsis, te abro mi interior, te lo relato.

Escenario: una habitación dormitorio claustro. Amplio ventanal a mi derecha que da a un balcón lleno de plantas y flores. Un pulmón de manzana muy verde. Algunos fondos de edificios. Especialmente a través de ese ventanal sé del sol, del mal tiempo, de algunos pájaros. Y una puerta a la izquierda me conduce a un hall- pasillo y baño. Evito toda otra descripción.

Medición del tiempo: a mi derecha un viejo reloj eléctrico de la década del 30 siglo pasado marca Hamond. A través de los años mantiene su rigurosa exactitud y silenciosa marcha. A mi izquierda un nuevo y bello reloj a pilas marca Junghans también silencioso. No hace el cla-clac de la mayoría. Este segundo reloj me anuncia los momentos que debo tomar con regularidad mi medicación.

El actor protagonista: Yo, que llevo largos meses postrado con la firme convicción, ilusión avalado en la ciencia, mi voluntad y solícitos cuidados de mi esposa Julia de recuperar la movilidad perdida. Pero mientras tanto es muy difícil administrar el tiempo. disponible en lo posible con sabiduría y satisfacción.

En un momento imaginé al dormitorio como una cámara llena de aire y tiempo. Mezclados aunque invisibles con el aire que respiro están los segundos, los minutos, las horas. Una trama o malla ocupándolo todo hasta el menor resquicio. Utilizar el aire me resulta por ahora sencillo, es cuestión de respirar. El tiempo ya es otra cosa. Sé leeré, veré TV,escribiré. Haré ejercicios y el resto de las actividades rutinarias. Pensé una vez y de allí lo hice siempre. Abriré la mano,atraparé un puñado de ese tiempo y dispondré de él a mi antojo. ¿Cómo? Te doy algunos ejemplos. Separo un poquito los dedos para que no se escape de golpe. Luego, algo lo uso para una cosa, algo para otra. Lo lentifico o acelero según quiera. Cuando me acometen dolores lo dejo ir para que pasen más rápido. Si se me acaba doy otro manotazo y vuelvo a usar otra porción. Su registro mecánico, el tic-tac ha desaparecido. Hoy con la nueva tecnología su medida en números titilando se asemejan a los latidos de la vida. Pero a pocos metros de mi lugar en el escritorio que hace meses no puedo pisar está un reloj de péndulo que sí con su moroso vaivén me retrotrae a otros tiempos, a otras medidas. Sus campanas acarician mis oídos y me dicen sobre todo en las vigilias nocturnas cuanto queda para el amanecer. Precisamente en las noches sí abro la mano, dejo que el tiempo se escape a su libre albedrío. Que haga conmigo lo que quiera. Confío en su sabiduría, en su benevolencia. El sabrá tratarme para que yo pueda pensar en nocturnidad, o para descansar o para soñar. Si el puñado se me agota voy usando todo el disponible , pero podrían suceder varias cosas. Que se me acabe definitivamente, alguna vez sucederá. Que lo renueve dejando abiertas puertas y ventanas para que entre más .De cualquier forma y en indistintas opciones sé tengo plena conciencia de ello, soy su prisionero.

Chau y hasta la próxima.