Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 30 de octubre de 2010

358 . Claudio Sánchez Albornoz.

 

 

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Continúo con el tema Ahora las personas. En la anterior dedicada a Anatole Saderman enumeré las que ya había publicado pero omití  nombrar a los Eslavos presos.

Don Claudio: así lo llamaban. Vale invocar las circunstancias y el bellísimo lugar donde  conocí una tarde de 1983 a este famosísimo historiador español. Corría como dije el año aludido. Era el mes de agosto cuando yo regresaba a Madrid tras un mes de permanencia en la antigua URSS, en Moscú exactamente y de algunos días en la ciudad de Odessa a orillas del Mar Negro. Soñaba reencontrarme con Julia, mi esposa a quien no veía desde hacía más de treinta días, luego de una inesperada y rápida partida de Buenos Aires. Ella, en nuestro reencuentro en Barajas era `portadora de una serie de mensajes destinados a un hijo de don Claudio, llamado Nicolás, con el tiempo presidente del Instituto Cervantes sito en EE.UU. Entregados los mensajes tuvo la gentileza de darnos el teléfono de su padre, radicado nuevamente en Avila, después de su largo exilio en la Argentina. Alquilé un automovil y marchamos a Segovia.  Instalados en un hotel llamado El Europeo, hoy desaparecido, en La Granja de San Idefonso, lugar que en ese momento no podía imaginar sería nuestro destino durante largas temporadas en España y por muchos años. Uno de esos días con Julia y uno de mis hijos Nicolás nos dirigimos a Avila, ciudad que el año anterior habíamos visitado los cuatro, es decir los tres nombrados y mi otro hijo Juan Carlos, en nuestra recorrida por España, Italia y Francia. Avila nos había  impresionado muchísimo por sus bellas murallas, el santuario de Santa Teresa y todas las riquezas históricas y arquitectónicas de su contenido. A ella fuimos y al llegar desde un teléfono público llamo a la casa de don Claudio quien me invita a subir y visitarlo. El lugar estaba muy concurrido por periodistas que querían entrevistarlo, pero como apreciarán al final de esta corta semblanza, era en ese momento una gloria recuperada para España. En su casa dialogué con él. Invoqué mis contactos con su hijo Nicolás y con la gente de su fundación en Buenos Aires. Yo, relacionado por razones profesionales y de otra índole. Me recibió vestido con una robe de chambre color camello y charlamos un rato mientras las mujeres de la casa hacían labores bordando con esos clásicos bastidores redondos de madera. Me mostró su habitación con su clásica cama de bronce. Yo sabía que había un artista que él detestaba. Era nada menos que Picasso. En uno de sus escritos se preguntaba como reaccionarían los artistas del Museo del Prado, Veláquez , Goya, el Grecco entre otros si se colgaba allí una obra de semejante pintor. Imaginaba toda una rebelión nocturna de los clásicos para él artística y estéticamente ofendidos. Para peor un editor no había tenido en esos día mejor ocurrencia, sin consultarlo de reeditar uno de sus libros cuya tapa estaba ilustrada por una obra de ¡Picasso!, que porvocó su imaginable ira. Con esos antecedentes, mas yo que había leido una biografía del gran Pablo donde coincidentemente el pintor informado que algunas de sus obras podría se colgadas en el Museo del Louvre fué presa de la misma inquietud, y se preguntó como reaccionarían los clásicos allí expuestos, y si por la noche no se produciría una rebelión en el museo. No estoy seguro si Mujica Lainez también, en el ejercicio de su estupendo manejo del idioma y de su talento literario, imaginó una situación parecida.

Nos despedimos con cordialidad. Presumo fuí el último argentino en verlo vivo. Yo, como ser mortal marchando hacia la inexorable muerte que a todos nos llega, pero para mí y con razón en ese momento la consideraba lejana. El hacia la suya que le llegaría en poco tiempo.

Años después, en una nueva visita a Avila recorrimos con mi esposa la catedral y en su claustro busqué y visualicé su tumba.  Uno de sus sueños cumplidos, ser enterrado en la catedral. Porque de niño según sus relatos en esa ciudad oyó un día campanas sonando a muerto, por el entierro de un alto personaje. Ver el cortejo, percibir lo que allí acontecía lo hizo ambicionar repetir esa ceremonia en su honor.Y así fué. Autoridades de España en 1984 acompañaron con toda la pompa el destino de tuma de su ilustre hijo, nacido en  Madrid. Ya el rey Juan Carlos lo había visitado en busca de consejos. Obtuvo lauros, distinciones cuando se lean breves párrafos de su biografía. Y aquí termino mi relato anecdótico sobre las circunstancias y formas que me permitieron conocer  a alguien importantísimo dentro de la España sufrida y moderna. Protagonista de famosas polémicas con otro gran historiador, Américo Castro, con quien rivalizó inconciliablemente sobre la interpretación de una historia tan rica y tan compleja como la española.

Claudio Sanchez Albornoz nació en Madrid un 7 de abril de 1883 aunque se declaró abulense por adopción. A los 25 años ya recibido en filosofía y letras fué catedrático de historia de España en la Universidad Central. En 1939 fué separado por sus ideas republicanas. En 1926 nombrado en la academia de historia. Diputado por Avila en 1931-36. Ministro de estado en 1933. Vicepresidente de las Cortes en 1936. Consejero de instrucción pública y embajador de España en Lisboa. Para 1940 abandona su exilio en Francia y llega a la Argentina. En la provincia de Mendoza ejerce como profesor de historia de la edad media. Fué uno de los grandes medievalistas de la época. En 1944 funda el Instituto de Historia de España y crea los Cuadernos de Historia de España. Nombrado Dr Honoris Causa en universidades como Burdeos, Gante, Buenos Aires, Oviedo, Valladolid, Lisboa.Fué presidente del Consejo de la República en el exilio. de 1962-1970. En 1976 regresó por un par de meses a España y luego retornó a la Argentina. En 1978 lo nombraron hijo adoptivo de Asturias. En 1983 se le otorgó la Cruz Carlos III. En 1984 antes de morrt el premio Príncipe de Asturias en humanidades. En 1983 volvió definitivamente a España, a su amada Avila donde tuve la fortuna de conocerlo. y muere el 8 de julio de 1984. Como dije, lo enterraron en el claustro de esa portentosa Catedral, donde metafóricamente lo volví a visitar años más tarde, aunque por lógica, el no se enteró.

Chau y hasta la próxima.

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