Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 1 de octubre de 2011

455.Para el día del odontólogo (3 de octubre).

 

Mar Revuelto de Marcelo Pombo 

Para recordarlo publicaré en mi UFA lo que en su momento llamé mis memorias. Son algo largas y las he dividido en dos partes. Esta y la que aparecerá el miércoles 5.

INTRODUCCIÓN: Pretendo contarles con mis recuerdos como odontólogo y aspiro a que vds tengan la curiosidad y la paciencia de leerlas hasta el final. Quizá el tema , sobre todo si se lo asocia a experiencias personales, al temor muchas veces justificado, al rechazo interior cuando la necesidad obliga a la consulta y afloran las reservas de todo tipo que cada paciente carga y los impulse a levantar la vista, ver televisión o bien leer otra cosa. Pero antes de tomar esa resolución háganse  alguna curiosa pregunta. ¿Cómo  hacían en la antigüedad para curarse la boca?.¿Como soportarían tantos dolores?. ¿Como comenzaron las caries?. Los dentistas ¿como eran?. Bien, si siguen leyendo de algo se enterarán, más allá de lo que les importe mi experiencia personal. Comenzaré por llamarles la atención sobre la importancia de la odontología  y es reconocer, ser conscientes del valor de la boca en el cuerpo humano y por consecuencia en la vida del hombre. Por ella nos alimentamos, realizamos la primera parte de la digestión, saboreamos nutrientes, manjares, delicias, placer hedonista, amor. También solemos o podemos respirar. Es parte de la estética humana, de su encanto y atracción, de la expresión del carácter, la personalidad. A través de ella emitimos la voz, articulamos las palabras. Su mejor emisión o articulación dependerán de su integridad o de su reconstrucción adecuada, de ser necesario. Detectamos en ella con precocidad males generales o específicos. Corregimos disfunciones  que alteran la calidad de vida y podría llenar páginas y páginas sobre los males de la cabeza y cuello, y sobre el amplísimo espectro que conforma esta significativa especialidad. Obsérvese que atrás quedó el primitivo  "sacamuelas", distorsión práctica del concepto totalmente opuesto sostenido y defendido por los científicos  de la antigüedad, enemigos de la extracción como terapéutica. El sacamuelas, aquél que con su cruento oficio infundiera tantos miedos bromas y denuestos cuya descripción más categórica la dieran estos anónimos versos:

"Es cierto señor doctor,

que hay con gatillo y palanca,

quien arranca sin dolor

una muela?. Si señor...

sin dolor del que la arranca".

Esta no es su función actual, ni debió serla en el pasado, pero en gran medida lo fué en otros tiempos, como sangrador, cirujano sacamuelas y por supuesto también barbero. Hoy ciencia, tecnología, estética marchan de la mano unidas por un basamento científico de extensión y alcance inimaginables.  Foción Febres Cordero en su libro Orígenes de la Odontología desmiente el tronco común entre odontólogos y barberos, sí la práctica de estos últimos en el oscuro período de la edad media, que se extiende hasta orillar los fines del siglo XIX en los niveles más pobres y atrasados. Sucede que en épocas muy antiguas la tarea de los cirujanos y afines eran funciones relegadas a sectores de muy bajo nivel social. En Egipto y la Mesopotamia los anales de la medicina revelan nuestros verdaderos orígenes. Para el 4º milenio AC de magos, sacerdotes y curanderos nace la medicina, y con ella la práctica para hacer frente a las enfermedades bucales. La caries dental era atribuida a un gusano y al estudiar los hábitos de vida incluidos los alimentarios, se comprendió que ella se correspondía a una civilización más refinada, aumentando su incidencia con la presencia de esa mayor civilización. En cambio las lesiones periodontales  (piorrea) coexístían con todas las épocas y clases sociales. Las abrasiones (desgastes o atriciones) se instalaban en relación directa con la dieta de alimentos duros y tipos de comida, desgastantes hábitos y hasta oficios. En el libro sobre el antiguo Egipto llamado  Nuei King se describen variedades  de odontalgias y como medicarlas. En el papiro de Ebers se describen métodos y fórmulas para tratar las enfermedades bucales. Ellos practicaban la cirugía buco facial. Cada civilización tuvo su práctica odontológica relacionada con la medicina y tuvieron su instrumental, hicieron puentes ligados con hilos de metales preciosos, y existieron elementos harto suficientes y demostrativos de la existencia de enfermedades bucales, como las que padece el hombre hoy. El dentista más antiguo se llamó HesiRé, de la 3º dinastía egipcia en el año 2780-2720 AC. Algunos nombres como Esculapio que inventó instrumentos , el de Hipócrates que estudió en profundidad las enfermedades bucales. O los etruscos que elaboraron avanzadas y preciosas prótesis. Roma exhibió un avanzado desarrollo en materia de enfermedades bucales. La América precolombina mostró lo suyo en técnicas, avances médicos y científicos. Galeno clasifica los dientes y los va denominando. Pero luego, en los primeros siglos de la era cristiana, según el Dr Arques Miarnau, toda la medicina se estanca y su ejercicio queda en manos de esclavos,sangradores, barberos, gente vulgar. Se preguntará el lector si es que ha llegado hasta aquí y si todavía tiene un dejo de la curiosidad invocada. ¿Y los chinos, los orientales no aportaron nada a la ciencia médica? Por supuesto que sí y mucho y fundamentaron su ciencia en otros conceptos y principios, pero en honor de la síntesis y a la idea de referirme a nuestras civilizaciones, obviaré hablar particularmente de ellos. Me detendré brevemente en los árabes que también contribuyeron y mucho al avance de nuestra civilización destacándose el esplendoroso período de El Andalus. En los califatos hubo academias y en Persia,otra cultura en el siglo IX se destacó el mejor dentista de la época llamado Rhazés. Recordaré a Avicena, el príncipe de los médicos y a Albucasis creador de gran cantidad de instrumentos de cirugía dental. En la corte de Saladino fué descollante Maimónidoes que escribió un tratado de sanidad con referencia a las enfermedades bucales. En el medioevo toda la práctica médica cae en el oscurantismo más absoluto. La ejercen charlatanes, pseudo magos, barberos, de allí la asociación que nuestra memoria suele hacer del barbero y el dentista. En el medioevo el hombre finca principalmente la cura de sus males en la intervención divina y se encomienda o implora al santo respectivo ya que el santoral cuenta con numerosos santos "especialistas" en males concretos y específicos. Más adelante hablaré de Santa Apolonia. En el Renacimiento concretamente en el siglo XVI  un ex barbero, ¡otra vez los barberos!, Ambrosio Paré produce con sus conocimientos, habilidades prácticas e inventiva un salto cualitativo en la odontología. Siempre nos preguntamos ¿como harían los antiguos para tratarse y curarse?. Saber que  en toda época existieron algunos medicamentos repugnantes y disparatados, igual que métodos e instrumentos para curar enfermedades bucales que tantos sufrimientos, mutilaciones  y hasta mortandad causaban a la gente. Se recomendaba la limpieza por distintos métodos, algunas veces incorporada a la práctica religiosa, como el caso de las abluciones musulmanas. Se prescribían hábitos alimentarios ingiriendo nutrientes protectores y como señalé se creaban medicamentos, algunos con fórmulas que de solo leerlas uno sonreiría o se revolvería de asco. Pero así se avanzaba entre la realidad y la magia. Entre el dolor y el atroz sufrimiento. Ya, para el año 1500 en los hospitales se atendía específicamente en salas habilitadas al efecto, a pacientes con enfermedades bucales, en contraposición con la práctica habitual,que se desarrollaba en plazas ferias y lugares públicos y al aire libre.

El siglo XVII marca el inicio de de una tendencia a separar la odontología de la medicina, comenzando a ver la luz cantidades de importantes  publicaciones especializadas y el perfeccionamiento de nuevos instrumentos. En el siglo XVIII Fauchard, un estudioso francés contribuye decisivamente al progreso de la especialidad con la creación de instrumentos, antecesores de muchos de los actuales en concepto y diseño, además de distintos modelos de prótesis. Comienza a perfeccionarse el arte dental que ennoblece y rompe así con el monopolio de los charlatanes. Y en el siglo XIX se va afianzando la odontología como arte y como ciencia. El profesional de ambulante pasa a instalarse en gabinetes y si bien los países europeos con sus profesionales y científicos contribuyen decisivamente a la creación de la odontología moderna, la escuela norteamericana produce formidables progresos que para nosotros, los odontólogos son más que emblemáticos. El caso del gran Green Vardinan Black, nacido en Illinois en 1836, creador en gran parte de los principios en los que se asienta la odontología actual. También la primer mujer odontóloga fué norteamericana allá por 1866 llamada Lucy Beanan Hobbs abriendo el camino a la mujer en una actividad donde jugó y juega un papel más que protagónico. Aún hoy las veo con sus delantales y sus turbantes blancos, su dulzura, su gracia, su enorme aptitud para curar, prevenir, enseñar. Más que avanzadas de mi época o pioneras, una inteligente realidad. El siglo XX , el mío produce los cambios que a grandes rasgos he de describir en mi inminente relato, en particular a partir de la 2º guerra mundial, y con el advenimiento de la revolución científico técnica. El siglo XXI  con sus pasos, que los da con las botas de las 7 leguas, ya no camina a ritmo de hombre, y lo que yo en este momento pueda expresar, seguramente en poco tiempo adquirirá la categoría de casi obsoleto, gracias al portentoso avance de la ciencia y de la técnica, más allá de su posible e inmediata aplicabilidad.

UNA META CUMPLIDA: y un día me recibí. Fué un 17 de diciembre de l951. Hoy cuando publico esto me acerco a la fecha de 60 años atrás. Había hecho la carrera en los cinco años reglamentarios más uno por el servicio militar obligatorio. Pero en estas memorias no voy a hablar especialmente de mí, porque no le atribuyo a mi persona ninguna trascendencia, sino que me detendré en lo que ha sido una experiencia de vida al ejercer la odontología por muchos años. Haré de relator testigo.

Tuve el raro privilegio de conocer, vivir, asimilar esa portentosa inflexión odontológica que fué el hito que marcó el inicio de la revolución científico técnica. Aplicada a la odontología produjo avances significativos en lo biológico, lo técnico, lo ergonómico. Disminuimos sensiblemente nuestra acción agresiva, traumática, dolorosa, y pasamos a actos más placenteros, conservadores, preventivos con poco o nulo dolor. Agregamos confort y estética bucal y vimos facilitada enormemente nuestra tarea al contar con nuevos materiales, medicamentos, tecnología. Antes de comenzar el relato quiero hacer algunas reflexiones sobre la odontología, que es para mí una profesión bellísima, no sé si es el término más exacto, por lo menos para aquellos que la amamos, practicamos y la elegimos como parte fundamental de nuestra vida. A ella le estoy infinitamente agradecido por todos los momentos vividos en su ejercicio. Buenos, malos, amargos, duros. A través de ella forjé mi destino, conocí a mi esposa colega, armé una familia. Ejercerla significa hacer en un día de consulta de padre confesor, curar, aliviar, hacer de cirujano, de técnico, de radiólogo, de psicólogo, de artesano . Muchas de estas actividades aflorarán en el desarrollo del texto.

LAS ANESTESIAS.

La evolución de las anestesias inyectables también fué portentosa. Hablo de ellas y no de las primitivas de tipo general que no fueron utilizadas en mi época, si en casos muy especiales, salvo el cloruro de etilo, igual a los lanza perfumes de los carnavales y fiestas de cotillón. Ese chorro frío que disfrutábamos tirándose al cuello de las mascaritas en juego inocente y erótico al mismo tiempo.. Parecía congelar la piel, de allí su gracia. En estado puro, sin aromatizar, colocábamos una gasa sobre la boca y la nariz del niño y la empapábamos con cloruro de etilo. El pacientito pataleaba brevemente, introducíamos un separador en la boca y rápidamente extraíamos la pieza. El niño despertaba en 30 o 40 segundos. Todo rapidísimo, teníamos un muy buen entrenamiento. Ese método fué posteriormente descartado cuando corrió la voz de alarma, porque el procedimiento falló y la desgracia se abatió sobre un niño que falleció en la extracción de una pieza temporaria. Espantoso. De la cátedra de odontopediatría donde se había introducido esa técnica desde los Estados Unidos partió la alarma y la contraindicación.

Fué un dentista Horace Wells quien descubrió y aplicó las virtudes del óxido nitroso  Tres años después los enfermos no estaban condenados al dolor y al miedo. Al no recibir Wells el reconocimiento oficial que pretendía se suicidó  y desapareció sin saber que la humanidad le reconocería la importancia de su hallazgo. También apareció el éter, introducido por Green Morton en 1846, pero conllevaba muchos riesgos. La anestesia inyectable, local y regional suplantó a la general en la primera década del siglo XX.Comenzó con la cocaína pero esta producía adicción y lesiones en los tejidos, entre otras contraindicaciones. La novocaína desarrollada por el químico alemán  Einhorn en 1904 dominó durante años la práctica dental hasta que apareció la xilocaína en Suecia, producto de las investigaciones del laboratorio Astra. Esto fué después de la 2º guerra mundial. Disponíamos antes de la xilocaína de anestésicos inyectables como hoy pero menos perfeccionados  y con más efectos colaterales no deseados. Además las  jeringas, unas totalmente metálicas, cargables con ampollas o frascos ampollas, de gran difusión en los servicios públicos y hospitalarios. Por supuesto eran esterilizables. Muchas veces el líquido anestésico se producía en el mismo hospital o servicio. Las llamadas regionales en el maxilar inferior se inyectaban en el ángulo posterior interno de dicho maxilar, buscando la entrada del nervio dentario inferior y así se anestesiaba todo el lado elegido y media lengua. Se usaban jeringas de vidrio, las mismas de las intramusculares. Calculen como eran las agujas. Con las jeringas carpules a cartucho, estos venían en cajas o latas. En ese tiempo Bayer fabricaba de dos tipos. Para presuntos cardíacos o no,para hipertensos o no, que se sabía interrogando al paciente. Sobre este tipo de interrogatorio contaré una anécdota que me sucedió en el Instituto  Municipal de Odontología que estaba ubicado en las calles Chacabuco e Independencia, demolido cuando se ensanchó Independencia. Yo concurría todos los sábados de 18 a 21 horas, y algún otro día de la semana. En la sala de extracciones había varios equipos y los pacientes esperaban afuera ,Se los hacía pasar , examinaba, anestesiaba y se los mandaba nuevamente afuera a esperar un rato para que la anestesia les tomara. Trabajábamos en serie, émulos de la línea de montaje de Henry Ford. Previa la consabida  pregunta, se sienta el paciente y le pregunto,¿sufre del corazón?, y tocándose el pecho de lado izquierdo me contesta, sí tengo un dolorcito aquí. Llamo al jefe (yo era estudiante) y le comento. El jefe se presenta y le espeta,¿así que es cardíaco?. No, responde, soy paraguayo.Aparte de la anécdota como he contado la aparición de la xilocaína, que barrió con todas las marcas existentes en plaza. Era mejor y más segura. En esos tiempos selecciones del Readers dedicó un artículo comentando las bondades del nuevo anestésico, con la historia del laboratorio, etc.como también dedicó un artículo a la aparición del torno a turbina, como había que entrenar a los odontólogos en su nueva técnica. Luego aparecieron otros anestésicos más potentes, profundos, con menos dosis a  inyectar. Difícilmente podrían producirse accidentes, aún en los alérgicos si se toma básicas providencias. Hoy con los anestésicos de superficie líquidos , en gel o aerosol, las agujas descartables ultrafinas, de gran filo, hacen del pinchazo de otro tiempo en algo casi inadvertido para el paciente, superando así experiencias dolorosas y negativas de antaño. Y aseguran además maniobras en operatoria, cirugía o de cualquier otro tipo, en tratamientos absolutamente indoloros. Hay que tener en cuenta que la odontología es una profesión que requiere acciones agresivas, traumáticas en zonas altamente sensibles, ejecutadas con elementos que pueden entrañar peligro.

EXTRACCIONES y otras yerbas.

Si hay algo que el dentista hizo en su parentesco con el barbero(parentesco que no invalida lo afirmado más arriba) fué extraer piezas dentales. Y por supuesto con anterioridad a esa época de coincidencias. Si repasamos la historia nuevamente encontraremos que la extracción, más allá de ser usada como método de tortura con el ejemplo significativo de Santa Apolonia, patrona de los dentistas y del dolor de muelas. Ella era hermana de un magistrado de Alejandría y se la intimó a abandonar el cristianismo a lo que se negó. La torturaron partiéndole y arrancándole todos sus dientes, previo a ser arrojada a la hoguera que la esperaba. Ella se lanzó a las llamas diciendo que si la invocaban pasarían los dolores dentales. Fué canonizada en el 249 y su aniversario es el 9 de febrero. Estaba diciendo  que la extracción ha sido una práctica necesaria desde tiempos primitivos. Odontagra se llamaba al fórceps usado por los antiguos griegos, y el hombre dedicó su ingenio y su inventiva para crear instrumentos que facilitara o permitiera la avulsión, en todas las épocas y en todas las civilizaciones. Extraer era el principal motivo de la práctica de médicos, barberos, curanderos, magos, dentistas,según el tiempo, el desarrollo de la civilización y de las necesidades de cada paciente. Hoy la odontología como concepto es preventiva, conservadora, restauradora, correctiva, con un ideal, preservar hasta el fin de la vida del portador sus piezas dentarias. Quizá la extracción sea uno de los actos operatorios de la odontología más emblemáticos. Por el acto en sí. Por el sufrimiento previo que convence e impulsa al paciente a hacer el"sacrificio" decidirse y concurrir a la consulta. Con sus temores justificados, sus dolores, sus noches en vela en muchas oportunidades, con el sufrimiento a cuestas. Por supuesto que las hay sin toda esa carga previa,causadas por movilidad, necesidad protésica  y demás motivos. Como relaté la evolución de los anestésicos, de los instrumentos y los medicamentos que combaten las infeccione, hemorragias,  dolores post-extracción, han hecho de esta maniobra una realidad más segura, más fácil de sobrellevar, disipando en parte viejos temores. Había que luchar con anestésicos que no siempre surtían el efecto deseado. Dolorosos al ser inyectados y con consecuencias no queridas. Pintando esa época y trasladándonos a zonas del interior o del suburbio, allí la práctica odontológico tuvo y tiene características propias, diferentes a las de un barrio más importante, como me tocó a mí, o de los centros de mayor poder económico. Siempre, pero siempre hubo una medicina para pobres y otra para ricos, la hay aún. En esa medicina-odontología diferenciada para pobres, su ejercicio no siempre estaba representada por altruistas, místicos y santo varones, sino por profesionales colocados a la altura de otras circunstancias diferentes a las del juramento hipocrático. Era común ver extracciones con dolor a un precio y sin dolor a uno mayor. Me contó un profesional del Chaco que un odontólogo avisaba extracciones sin pus a un costo y con pus más caras. En el momento de la avulsión junto con los movimientos de pinza exclamaba ¡pus. pus!. Y así justificaba un mayor costo. Supongo que al leer esto cualquier profesional recordará y con ellos llenaría carillas y más carillas de anécdotas ilustrativas. Era común asistir a pacientes con terribles hemorragias, infecciones espectaculares, dolores intensísimos de larga duración con pocas probabilidades y recursos par mitigarlos adecuadamente. Una de ellas era la alveolits o alveolo seco. Una vez extraída la pieza quedaba el hueco que hacía visible al hueso, sin coágulo rellenante y producía secuelas dolorosísimas comparables o mayores a los dolores que habían justificado la extracción. Eran cicatrizaciones tardía, aparecían secuestros óseos que afloraban con el tiempo, produciendo dolores recurrentes, sin hablar del decaimiento general y de los peligros para la salud del paciente. Hay que pensar que no se contaba con los antibióticos de hoy Combatir un cuadro bucal infeccioso era recurrir a inyecciones antipiógenas, sulfas y recursos quirúrgicos. Algún memorioso recordará haber visto personas con cicatrices en el rostro que no eran el producto de algún duelo criollo o la venganza de un compadrito cortándole la cara a una paica traidora, como cuenta más de un tango, sino el resultado de drenajes heroicos. Fuimos contemporáneos del advenimiento de la penicilina que si bien fué descubierta en 1928 por Alexander Fleming, recién en nuestra época tuvo inicios de aplicación humana y suficiente difusión. Se comenzó a aplicar cada cuatro horas  y en millones de unidades se medían las dosis. Todo parecí un milagro. Luego aparecieron otras armas farmacológicas, y en consecuencia nuevas resistencias microbianas. Conté en una anécdota anterior una experiencia previa  a una extracción en el Instituto Municipal de Odontología. Esta otra que me tocó vivir muestra el temor que se le tenía a la anestesia y en especial a la inyección que provocaba que algún paciente aguantase  una extracción sin anestesia, como el título de una película polaca. Un paciente suplicó y así se la hizo el jefe que le extrajo un molar sin anestesia. No se mosqueó. Verlo parecía algo increíble, pero mucho más fué su reacción ya que finalizada la maniobra operatoria, pidió para enjuagarse la boca se le pusiera en el vasito agua tibia porque el frío le hacía mal a los dientes,todos atónitos.Evito en esta parte otras anécdotas como errores en la extracción de sana por enferma,y accidentes producidos en actos por momentos simples, por momentos complejísimos, resueltos en minutos o en horas.

EL TORNO.

Preparar cavidades, pilares, muñones con los elementos rotatorios de mi época era una hazaña de artesanía, arte  y paciencia. Imaginen por un momento lo que significaba esa tarea  para el paciente al que no se le suministraba anestesia en la forma que se administra hoy, aunque ese tema los anestésicos ya lo desarrollé. Conocí y usé en mis prácticas en una clínica céntrica y en la facultad los famosos tornos a pedal. Es interesante saber con respecto a este torno que el precursor fué Singer con su máquina de coser. Con esta base y principios Charles Merry lo inventó en 1858. Antes de ese invento, la odontología se limitaba principalmente a extraer y reponer. Luego en 1872 Gerge Green inventa el primer torno eléctrico fabricado y perfeccionado por la firma SS White, nombre que al lector no le dirá mucho pero para nosotros los profesionales es y ha sido una marca emblemática de la odontología. El de pedal fué un instrumento de tortura para el paciente y el operador. Había que pedalear, o algún  auxiliar lo hacía, mientras el profesional trataba de tallar con fresas trepidantes en el macizo facial y craneal del pobre enfermo. Era una tarea de nunca acabar. Tuve la iniciativa en esa clínica de hacer colocar un torno eléctrico de pared. Piénsenlos con su larga tripa rotatoria como los que usan los podólogos o con un brazo articulado y una cuerda. El torno eléctrico era un avance inmenso, reemplazando así donde había energía eléctrica al de pedal, pero aún así era  muy lento, con pocas revoluciones por minuto. Se perfeccionaron las fresas, las piedras con nuevas aleaciones y diseños y cortes que mejoraban en algo la tarea y brindaban más confort, Aparecieron piedras con diamante industrial en polvo que también en su momento constituyeron un paso cualitativo en la labor específica. El invento y difusión de la turbina constituyó hasta hoy el paso gigantesco, no único en la práctica odontológica. Tuve el raro privilegio de ser uno de los tres primeros que usó la turbina Ritter Borden en el país. El Borden Airotor apareció en 1957 y giraba a 300 mil revoluciones por minuto.. Cambió la forma de tallar, acortó sensiblemente los tiempos. Resultaba  su uso sencillamente asombroso. Disminuyó el dolor. las molestias, la trepidación. La gente lo popularizó como ultrasonido cuando en realidad no tenía nada que ver con este concepto.El ultrasonido es otra tecnología, otro principio físico y mecánico absolutamente distinto. Pero los profesionales en muchas oportunidades no fuimos( me excluyo como la inmensa mayoría) inclinados a señalar a los pacientes su error. Cuando le aceptaron  al paciente o lo indujeron a crer que se le aplicaba laser para endurecer resinas y reparar una pieza, en realidad se trataba y se trata de una luz halógena, un agente físico fraguador de una sustancia fotosensible. Hubo un período que se intentó sustituir el instrumento  rotatorio con chorros abrasivos. Se lo llamó aire abrasivo pero con esa técnica no se lograba darle forma a las cavidades o no se permitía tallados necesarios para toda restauración. Otros inventos trataron de reemplazar al temido torno pero ninguno de ellos se popularizó ni divulgó aunque  no hay duda que llegará el momento que así será. La turbina hoy de uso tan común y tan difundido, los micro motores eléctricos  o neumáticos también constituyen recursos técnicos y prácticos hallables en todo servicio, consultorio, aún en los más modestos.

ALGUNOS RECUERDOS SOBRE LAS OBTURACIONES.

Hay un término popular y vulgar en la reparación de las piezas dentarias, es la emplomadura, aunque hoy no lo es tanto. Su color gris oscuro la asociaba con el plomo, metal que no tiene nada que ver con la amalgama, que es una limadura de plata con otros metales en aleación en menores proporciones, aun la que venía con el mercurio incorporado y se utilizaba en especial en los niños. Ese término también iba asociado a que antes que dos franceses llamados Crawcour en 1833 inventaran la amalgama con limaduras de plata y mercurio, se rellenaban las cavidades con metales recién fundidos de baja temperatura de fusíón. Imaginen lo que eso significaba. Esa labor artesanal requería y requiere condiciones de preparación cavitaria no tan sencilla como la gente puede imaginar, pensando que el dentista remueve el tejido  cariado haciendo agujeros. No es así. Debe asegurar el aislamiento del campo operatorio para evitar la invasión de saliva y eventualmente de sangre y diseñar cavidades que permitan suplir el tejido perdido por caries o fractura, y tener en cuenta la función y la estética de la pieza a reparar. Hay que saber que la odontología durante muchísimos años hasta relativamente poco tiempo atrás no contaba con materiales obturantes que se pegaran. Sí los cementos que se usaban en forma transitoria o para pegar piezas fijas  o como aislantes, todos ellos vulnerables a las acciones del medio bucal, que no permitía darles carácter de obturaciones permanentes. En 1879 apareció el cemento precursor del actual oxifosfato de zinc. Todo material que se usaba para obturar requería diseño de cavidades que además de eliminar el tejido enfermo(caries) debían ser lo suficientemente retentivas para que el material obturante quedara anclado mecánicamente. En el caso de las incrustaciones- piezas de metal o cerámica inventadas en 1880 se las pegaba cementándolas al igual que las coronas, puentes etc. Que debían tener los márgenes perfectos porque la filtración por defectos producía reapariciones de caries, disolución del cemento, desprendimiento de la pieza. Hoy existen cementos más insolubles o resistentes a la acción de los ácidos bucales. Cuando se crea el sistema de grabado ácido por primera vez se logra tener una técnica  adhesiva que se basa en un principio muy sencillo. Nació así la llamada odontología adhesiva. Se le debe a Michel Buonocuore quien en 1967 creó la base  de esta técnica de resinas reforzadas y de los selladores para impedir las caries en surcos y fisuras. La capa externa de toda pieza dentaria es el esmalte, altamente mineralizado que visto microscópicamente está compuesto por prismas. Con un ácido se lo torna poroso. Ese acto se llama grabado y con resinas líquidas primero se lo impregna y sobre ellas las sólidas. Así se logra que ellas se peguen al esmalte  sin necesidad de tanto tallado más allá de la eliminación del tejido enfermo y de otros detalles técnicos que no vienen a cuento. Cuando la enfermedad de la pieza afecta a otros componentes del diente, llamados dentina y cemento que son menos mineralizados, con más trama orgánica y mayor conductividad se dispone de otros materiales, a veces con agentes adhesivos que permiten se pegue al tejido a reparar. Las resinas de las que estoy hablando se endurecen o fraguan, las fotosensibles con la luz que mencioné en su momento halógena, no laser, o mezclando pasta de resina más un endurecedor y no hay ningún otro  misterio, en esta casi mágica  que deslumbra al paciente como antes nos deslumbró a los profesionales, pero que tiene sus ventajas y también algunos menores inconvenientes, sobre todo cuando por su aparente sencillez y su condición del procedimiento indicado por la marca del producto, no se la espeta en forma en forma ajustada y precisa, ni se tiene en cuenta donde debe colocársela y donde no, con las variables para anteriores y posteriores, fuerza masticatoria, articulación etc. Cuando cumple funciones provisorias o de emergencia y cuando con fines a largo plazo. Y luego aparecen los fracasos. Estas resinas comenzaron sustituyendo a unos cementos llamados silicatos que se usaban como obturaciones estéticas en dientes anteriores. Imagine el lector de acuerdo a lo relatado lo que era tallar una cavidad, hacerla retentiva, con todos los cánones de la resistencia, y de la mecánica masticatoria, con instrumentos manuales o rotatorios lentos, a pedal o eléctricos, con fresas  más primitivas, la mayoría de las veces sin anestesia.  Las orificaciones se hacían con un instrumento al efecto se iban colocando unos cilindros y láminas de oro de  pocos milímetros, de la densidad de un papel de seda, que a  un simple suspiro se volaban y uno a un se rellenaba la cavidad, compactándolos con un compactador llamado martillo automático o uno manual. Finalizada esa parte, había que pulirlas y quedaban eternamente brillantes, preciosas,con larguísima duración. Yo llegué a hacerlas. Esta técnica se llamó orificación y fue creada en 1855 por el Dr Robert Arthur. ¿Como los odontólogos no íbamos a saludar con alborozo la llegada de la resina, la modernidad con las técnicas , en los materiales, en el instrumental y los medicamentos?. Ni que decir de  la reacción de los pacientes. Pero hoy la gente tiene mucha información , mayor cultura sanitaria, pero desconoce ese pasado que fue casi igual , inmutable durante muchos años y yo tuve con mi generación el gran privilegio de vivir las dos épocas. Por supuesto no puedo opinar de una nueva generación que cuenta con tecnología sofisticada, cámaras de tv, computadoras, hueso artificial, implantes, etc. Piénsese que para llegar a esta última conquista científica debemos remontarnos al 1918 cuando el Dr EJ Greenfield apareció como uno de sus precursores. Agreguemos los nuevos materiales, medicamentos, equipos, manejo de imágenes, robots. Pero todo esto es la evolución y el perfeccionamiento de esa bisagra que marcó el cambio científico técnico,produciendo una revolución cualitativa que no se ha detenido ni se detendrá. Otra cosa será evaluar sus alcances , disponibilidad, aplicabilidad y resultados en el mejoramiento de la salud bucal. En su momento probablemente rozaremos el tema . Una de las formas de reconstruir una pieza dentaria son las incrustaciones, confeccionadas con distintos materiales por lo tanto con técnicas diferentes. Voy a contar sobre aquellas compuestas por materiales preciosos, oro en especial. En la evolución del hombre se calificó y clasificó en la historia de las civilizaciones superiores aquellas que inventaron, aprendieron  o copiaron el método de la cera perdida.¿De qué se trata? .El incipiente artesano, con posterioridad el artesano o artista de cuyos trabajos admiramos en tantos museos. Recordemos los del oro de la América precolombina.Moldeaba en cera la pieza u objeto que deseaba fabricar. A esta cera la incluía en tierras resistentes al calor y porosas, dejando conductos o canales para que el metal fundido pudiera penetrar en el lugar que la cera ocupaba y se obtenía por fundición el objeto deseado. De igual manera ,perfeccionada la técnica las hacíamos nosotros. El método de la cera perdida era en definitivo el mismo. La pieza obtenida, llamada incrustación pulida y terminada se la cementada en la cavidad correspondiente,con cementos de oxifosfato de zinc o cementos adecuados. Estas incrustaciones metálicas fueron creadas por Willam H Taggart en Estados Unidos en 1907.

Fin de la primera parte.

Chau y hasta la próxima.

1 comentario:

coto dijo...

...los ansiados tubos de vidrio de anestesia!
Quiero comentar algo sobre el uso que les daba;los tubos tenían unos 7 u 8 centímetros de largo por poco menos de un centímetro de diámetro.Un extremo abierto por donde el émbolo de la jeringa "carpole" empujaba una goma dentro del tubo y el oto extremo con una protección de aluminio envolviendo una goma por donde pinchaba el extremo interior de la aguja.Tanto jeringa como tubo eran de un diseño exquisito,probablemente sacado del diseño de algún tipo de pistola...se abría por una especie de articulación,se situaba la carga,se cerraba,se aseguraba y con leve presión sobre el émbolo y los dedos asegurados en dos anillos situados a cada lado,(supongo que daban firmeza y seguridad en la puntería hacia el nervio),comenzaba la salida de la anestesia por la aguja...pero en fin,mi fantasía me llevó por otro camino que el deseado...los tubos de vidrio quedaban a veces con un resto de líquido anestésico dentro,atrapado entre la goma interior y el extremo protegido por el aluminio.Mi papá,cuando juntaba muchos,los traía en sobres de papel madera y el atado asegurado con una gomita...
La utilidad:los sujetaba con una pinza de madera,las de colgar la ropa,sobre una lamparita de alcohol colocaba la parte del tubo con el líquido restante y al llegar al punto de ebullición,hacía que la goma interior saliera con bastante potencia...la suficiente para derribar filas o grupos de soldaditos de plástico atrincherados.Había varias calidades de tubos,me refiero a la carga restante...un paciente que recibía la dosis completa no me proporcionaba una buena munición...poco alcance y poca potencia.Un cuarto de carga era lo ideal.