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"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

sábado, 7 de abril de 2012

Nº 510 Comentario sobre los cuentos de Leopoldo Lugones: Lluvia de fuego, El escuerzo y La estatua de sal.

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Es recomendable leerlos previamente. Son cortos y se los encuentra en google.

Leopoldo Lugones en estos tres cuentos, uno, El escuerzo, muy dispar de los otros dos, plantea con notable maestría dos cuestiones que son el denominador común de la temática del hombre y por lógica consecuencia del escritor: la vida y la muerte. La conducta humana, el misterio del destino inevitable, el más allá,son algunos de los componentes que, aunque fundamentales, constituyen un complemento de esta temática única, vida y muerte. La vida es precisamente actitud,buena, regular o mala y en decisiva medida condicionada por ese otro factor; la muerte. Pensando en su fin o actuando consciente o inconscientemente, el hombre establece,o intenta hacerlo, sus variables, sus pautas dependientes de lo que entiende por su moral. De allí que los hay de todas las categorías posibles e imaginables,desde santos hasta criminales. Puede, por lo tanto pensar y esperar su fin con temor, valentía o con fe y mística serenidad. Dependerá de su comportamiento y de sus creencias. Lugones plantea además tres situaciones diferentes unidas por un problema común: la creencia, la religión o la superstición, posible desviación esta última de una concepción religiosa donde predomina la ignorancia.

En la lluvia de fuego, un brillante uso del idioma y de la situación nos cuenta una historia religiosa conocida, pero con la originalidad de hacerlo a través de un personaje, quien relata su propia experiencia, su visión como protagonista de la tragedia, y de su fin lleno de una sensualidad apropiada a esa circunstancia. El nos dice, hasta el último minuto, como es el castigo divino, en qué consiste. Hecho con ira, pero con dolor (Cap 18. Génesis. Diálogo entre Jehová y Abraham). La estatua de sal está estrechamente relacionada con este cuento. Ella es, según su autor el símbolo "viviente" de lo que quedó después de la lluvia de fuego. Allí está para siempre el ejemplo. De quien se atrevió a ver¿qué?. Esa es la gran pregunta que no tiene ni puede tener respuesta por más notable que sea la imaginación del autor, por más alternativas y variables que piense el lector. Nadie logrará obtenerla. Para llegar a ella habría que trasponer algo más que los umbrales de la muerte. Habría que penetrar en esa voluntad superior y conocer como ella se materializa, se expresa. Y eso, humanamente es imposible. Pueden sí hacerse interpretaciones, pero obtener certezas nunca, particularmente cuando esa misma voluntad dio señales y pruebas evidentes  de no desear que lo supiera. ¿Pruebas?. Transformó en estatua de sal a quien se atrevió intentarlo. El autor crea con maestría descriptiva el "climax" que lleva a la gran incógnita y sobre el final formula una advertencia sin decirlo. Como la mujer de Lot primero y Sosistrato después, nadie podrá trasmitir lo que logre averiguar. De este último surge otra interesante conclusión. No basta una vida dedicada a la oración, a la meditación o a la bondad para equilibrar  con su peso, un instante de debilidad. De igual manera lo plantea Eça de Queiroz en una de sus leyendas de santos. Claro que es dable preguntarse ¿esto es justo?. Sí, cuando una sola y breve actitud es de trascendencia e importancia suficientes como para destruir todo lo hecho anteriormente. Es cuando al error puede  juzgárselo como irreverencia, actitud consciente o tentación.

El castigo divino a Sodoma y Gomorra parece un hecho reiterado a través de la historia, cuando el hombre despierta la ira con su propia ira, con su conducta. Cuando se auto destruye en lugar de colocar su conocimiento, su poder al servicio de sí mismo, de todos, sin distinciones ni excepciones. Lugones afirma en estos cuentos con claridad meridiana el papel del hombre en su destino final. Poseyendo una conducta, una línea moral arribando a  un fin que el mismo ha provocado cumpliendo con su destino. Esto se comprueba y adivina en la vida sensual y disipada del protagonista  de la lluvia de fuego, en la incredulidad obediente, actitud superior e ingenuidad antisupersticiosa del joven hachero de el escuerzo, en la caída de Sosistrato, en la estatua de sal cuando sucumbe a la tentación. Los tres personajes mueren como es lógico cumpliendo su sino al que no han sido ajenos.. Lugones revela como es dable esperar en un autor de su nivel riqueza idiomática, imaginación, poesía. Hay partes de gran belleza no solo formal sino también poética. Como la escena de la madre y el hijo cenando a la luz de la luna (el escuerzo). En la precisión descriptiva del paisje desolado, ardiente donde se desarrolla su estatua de sal..Logra el autor  transportarnos con honda riqueza expresiva a los días de Sodoma y Gomorra, llenas de corrupción, lujo, depravación aunque no se permite la menor mención escatológica, posibilidad que aprovecharía cualquier escritor en búsqueda del éxito fácil. Simplemente ubica al personaje central describiendo su entorno, contándonos las primeras manifestaciones de la voluntad superior. Esa extraña lluvia de corpúsculos ígneos bajo un  cielo totalmente despejado.

El resto lo imaginamos los lectores. No es necesario más. Sabemos por la sola mención de sus nombres el significado de esas dos palabras: Sodoma y Gomorra. Sinónimos de decadencia y así nos explicamos el motivo de su destrucción.

Inesperadamente, con la sorpresa del cuento, nos enteramos como inevitablemente muere el hachero, joven y descreído. Con asombro imaginación y una gran incógnita en nuestras mentes continuamos pensando el lo que vió la mujer de Lot y en el fin  de Sosistrato.

Las reglas literarias del cuento se han cumplido plenamente. Y los lectores nos quedamos reflexionando sobre la calidad literaria, sobre las fascinantes propuestas de ese grande de las letras , Leopoldo Lugones.

Chau y hasta la próxima.

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