Aparece los miércoles y los sábados

"Dios me puso en tu pagina como un tábano sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto" (algo de Sócrates).

miércoles, 11 de abril de 2012

Nº 511 El hombre que camina por el balcón.

exposicion Alberto Giacometti Museo Picasso Malaga Hombre que camina Alberto Giacometti

Casi todos los días salía a su balcón para ver la jornada, la calle, la gente, la vida exterior. Pasaba así parte de su tiempo poco o casi nada ocupado a esta altura de su vida. Harto de la TV  y poco inclinado a la lectura, su presencia en el balcón de su departamento le significaba una buena forma de transcurrir el día.

Una mañana, desde su atalaya divisó en otro balcón de la vereda de enfrente a un anciano que con gran dificultad y esfuerzo vacilaba unos pocos pasos sostenido, logró identificarlos  por un bastón simple y otro con cuatro patas. Esa imagen se repitió  día tras día con llamativa puntualidad. Tiempo después observó  que la caminata se prolongaba. Ya no eran unos pocos pasos sino un breve ir y venir de un extremo a otro. El hombre hacía idas y vueltas con ejemplar voluntad y empecinamiento. Más tarde notó el cambio de los apoyos. Eran dos bastones simples y la repetición se alargaba. El caminante  por momentos se detenía, se secaba la transpiración y reemprendía su andar. El hombre vestía de sport, casi siempre igual. Comenzaba la marcha algo encorvado para ir enderezándose con su ejercicio. Un día por la tarde lo vio salir nuevamente aunque en un ir y venir más breve. A partir de ese momento no se perdió o por lo menos lo intentó  ninguna aparición de ese hombre. Lo veía al finalizar meterse por una puerta ventanal dentro de su casa. Evidentemente el caminante progresaba en lo que aparentaba ser un ejercicio de rehabilitación. Ya andaba con un solo bastón y por momentos probaba sin apoyo alguno. Pendiente de la aparición reiterada del hombre aunque esa presencia repetida , matemática a veces fallaba. Quedaba decepcionado, frustrado, frustración que desaparecía cuando volvía a verlo. Un día no lo vio, ni al siguiente ni al otro. Esperó con paciencia y esperanza. Inútil, no lo vio nunca más. Tentado estuvo de intentar alguna averiguación, mas luego se detuvo en el intento. Siguió en su balcón atisbando, destinando cortas ojeadas hacia un objetivo  evidentemente inútil. Pensó hombre afortunado, luchó, luchó para caminar, cosa que yo en mi silla de ruedas nunca , jamás podré hacer.

Chau y hasta la próxima.

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