Nuestra democracia recuperada comenzó oficialmente un 10 de diciembre de l983. Después de una larga noche nacida en marzo de 1976 cuando se instala la dictadura militar, con su saldo de muertos, desaparecidos, oscurantismo político cultural, desastre económico, una guerra perdida, solo para enumerar algunos de los peores hechos y sucesos, el pueblo argentino comenzó ese día a recuperar sus derechos con la asunción del 1º gobierno democrático presidido por el Dr Raúl Alfonsín. Todo esto no es más que una pequeña y brevísima introducción, porque en la vulneración de los derechos democráticos, unas de las víctimas y consecuencias , siempre han sido los presos políticos. Emblemas de las causas por querer pensar, expresar, luchar y ejercer sus credos, cayeron siempre bajo los distintos signos gobernantes, en garras de la persecución. Hoy en esta fecha voy a permitirme relatar, extraídas de sus propias palabras, una de las tantas experiencias que este reiterado preso político me reveló. Como las conozco y con su permiso voy a contarte un extracto de ellas. Me honró en dármelas junto con su invalorable amistad. Se podrá discutir o adherir a su pensamiento, pero nadie que lo conozca podrá dudar de su entereza, convicción y rectitud al servicio de una causa que él hizo suya.
Estamos en 1961. Como ves, fecha anterior al 76. Argentina siempre sufrió la violación de las leyes o se las hizo al efecto. Las persecuciones, salvo brevísimos períodos de su historia moderna fueron moneda corriente. Gobierna Arturo Frondizi, elegido presidente por amplísima mayoría popular, con promesas de construir un país soberano, desarrollado e independiente. A poco de su ascenso al poder vira totalmente de programa y ejecuta un política diametralmente opuesta a la prometida. No estoy haciendo un juicio de valor sobre lo bueno y lo malo. Afirmo cambió totalmente discurso, promesas, acción. Jaqueado al mismo tiempo por sucesivos planteos militares que acabaron con su presidencia.
La resistencia popular a esos cambios estalló y la represión no se hizo esperar. Se puso en vigencia el plan CONINTES en vísperas de una huelga ferroviaria.
6 de noviembre de 1961. Redadas, centenares de detenidos. La antigua carcel de la calle La Heras, luego demolida, rebasa de presos políticos, entre ellos militantes del MPA (Movimiento Popular Argentino). Ferroviarios, gremialistas, militantes agrupaciones sindicales, de distintas fuerzas políticas. En total unos 600, de ellos 150 eran comunistas. Algunos de ellos sometidos a golpizas. Los presos se organizan e informan a las autoridades carcelarias que ellos presos políticos imponen diferente trato al ser reconicidos en su condición de políticos. Su vida en prisión no debía ni podía regirse por las condiciones de los presos comunes. Impiden las requisas vejatorias. Luego comienzan a sacarlos de 2 o de a 3 para llevarlos e interrogarlos en la Sección especial de represión al comunismo, con independencia de su ideología. Impiden los traslados. Estos avances de los presos organizados ganaron respeto, confianza. Pero a varios cientos los trasladan a un barco de carga llamado Bruselas, anclado en el Río de la Plata a 15 km del puerto de Buenos Aires. Los reciben con la consigna "al que desobedezca las órdenes, tírenles a la cabeza", ordenada a la tropa de la Prefectura naval argentina, sus nuevos custodios. A bordo se organiza la nueva comisión y entrevistan al prefecto jefe del barco. Nuevas conquistas. Manejan la cocina, la ropa, hacen labor educativa con clases dictadas por los mismos detenidos sobre temas como literatura argentina, historia universal, economía política, primeras letras, etc. Logran horarios de recreación, tiempo para tomar sol en cubierta. En esos recreos ven pasar embarcaciones que habitualmente surcan esas aguas y son saludados con cordialidad ignorando los paseantes quienes son. Por las noches en el casino de oficiales organizan funciones teatrales y musicales. Los presos actúan pero de a poco se suman los custodios, quienes para hacer sus números con comodidad les entregan sus armas a los presos, tal la confianza creada entre ellos. Cuando relevan al prefecto jefe el nuevo intenta hacer un inventario de todo lo que está a cargo de los presos y el hasta ese momento titular le dice al nuevo que no es necesario porque "estamos entre caballeros" y le aconseja "de acuerdo con mi experiencia te aconsejo te quedes descansando en tu camarote y que todo el trabajo organizativo lo dejes en manos de esta comisión de presos".
Después de esta experiencia al tiempo los regresan a la carcel de La Heras y luego la libertad. Afirma mi preso evocado"Dicen que la carcel es una escuela de lucha. Aquella carcel de La Heras y la del barco Bruselas fué más que una escuela,fué una universidad".
Enrique Perelmuter. Le dediqué bastante tiempo atrás un Ufa. Hoy con su permiso reproduzco, sintetizo, interpreto un relato que alguna vez me hizo llegar. Preso en 1º persona, cuenta una de sus tantas experiencias en su lucha por los derechos humanos. Otras terribles, siniestras le aguardaban en la negra dictadura. Preso, torturado, en manos de los más emblemáticos represores. Jamás vaciló, claudicó, negoció alivio alguno. Todo lo soportó con entereza inigualable. A él, que por nuestra deteriorada salud no podemos visitarnos, vernos, pero que sí gozamos de largas charlas telefónicas, forma de la amistad fraternal, este recuerdo en su día, en nuestro día, en el día de todos, en el día de los Derechos Humanos.
Gracias Enrique.
Chau y hasta la próxima.
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