446. La rebelión de los objetos inanimados.

Al principio fué tan imperceptible que pasó inadvertido. Mas bien se atribuyó lo que sucedía a fallas en la construcción o diseño. Un martillo que no daba bien en el clavo, una bomba que no explotaba, balas que se perdían antes de llegar al blanco, una silla donde algunas personas no se podían sentar. Un larguísimo ejemplo de fallas en el uso de las cosas cotidianas o no tanto, que las harían inútiles o no confiables. Luego, y a la medida que el tiempo transcurría diferenciaciones y evidencias mostraban una especie de rebelión pensada por esos objetos ante determinadas circunstancias y usos.

La bomba, el proyectil,el cohete, la mina y hasta la simple bayoneta se transformaban en plena acción en armas inútiles.Así con todas aquellas usadas en las guerras. Ese fracaso sistemático y generalizado  alarmó primero, enfureció después a los señores de la guerra, los traficantes de armas, a los gobiernos y desgraciadamente a componentes de poblaciones conflictuadas. En otro orden menor un látigo no servía ni para azuzar a un animal, ni para castigar personas. Los jueces no podían sentarse en sus estrados ni utilizar el martillo para rubricar sentencias injustas.

La rebelión, cual reguero se fué extendiendo a todos los órdenes de una vida llena de contradicciones, desigualdades, abusos, explotaciones, muertes. Ni un ladrón de barrio podía confiar en su arma de asalto, en sus herramientas para violar propiedades ajenas. Las fuerzas represoras  se encontraron sin otro elemento disuasorio que su propia fuerza física y esto ante manifestantes más o menos organizados los colocaban en evidentes desventajas. No contaban con gases lacrimógenos, balas de goma o de plomo, porras, carros hidrantes. Los torturadores quedaron sin picanas. Ningún instrumento de tortura imaginable les funcionaba.

Curioso o no tan curioso el mundo, la vida mostraba sensibles y evidentes mejoras de tolerancia y convivencia.  La paz, la hermandad entre los pueblos avanzaban de manera incontenible.  La alarma en las cúpulas se transformó primero en pánico, reacción furiosa después. Hubo reuniones claves, se tomaron medidas como revisar toda la industria afectada, de la más simple a la más compleja. Se convocó a científicos y sabios. Intervinieron los popes religiosos aportando lo suyo defendiendo sus intereses y su porción  en los negocios que la situación anterior generaba.

Después de largo batallar lograron dominar la  revuelta. Los objetos inanimados volvieron a ser útiles  a los fines para lo que fueron creados. Estallaron las bombas; las armas funcionaron. Cada cosa podía usarse nuevamente afín a su diseño y construcción.

El mundo, la humanidad volvió a ser como siempre. Reaparecieron las guerras, injusticias, explotación, dolor, muerte.

La irracionalidad humana puso fin a la rebelión racional de los no humanos.

Chau y hasta la próxima.